Cua-Cuá Hormazábal

Enrique Hormazábal
Enrique Hormazábal.


De acuerdo con Luis Tirado, era "un jugador con esto y con esto", y el entrenador se señalaba la sien y el corazón. Según Jorge Robledo, "fue el más completo. Poseía un concepto excepcional del fútbol, una cosa innata. Además, tenía guapeza".

Enrique Daniel Hormazábal Silva nació el 6 de enero de 1931 en Santiago y falleció el 18 de abril de 1999 (a los 68 años). Empezó como puntero derecho en Santiago Morning (1948-1955) y con el club bohemio ganó la Copa Carlos Varela (1950). Con la selección fue vicecampeón en los sudamericanos de Santiago 1955 y Montevideo 1956, en los que anotó 10 goles e integró dos de las mejores delanteras nacionales: Hormazábal, René Meléndez, Jorge Robledo, Manuel Muñoz y Jaime Ramírez (1955); y Ramírez, Hormazábal, Meléndez, Muñoz y Leonel Sánchez (1956). Pasó a Colo Colo en 1956 y fue campeón de inmediato, más los títulos de 1960 y 1963 y la Copa Chile 1958. En 1963 formó en el ataque que mantiene el récord de goles (103) y máximo artillero (Luis Hernán Álvarez, 37): Mario Moreno, Hormazábal, Álvarez, Francisco Valdés y Bernardo Bello.

Creaba y goleaba, fue el espejo en que se miraron los jóvenes astros Jorge Toro y Chamaco Valdés.

Tuve la suerte de entrevistarlo en cuatro oportunidades.

¿Por qué Cua-Cuá? "Me mandaban a comprar el diario que valía 40 centavos y yo tartamudeaba un poco al pedir las monedas: cua-cua, por los 40 centavos".

¿Quién fue su ídolo? "Raúl Toro, de Santiago Morning. Iba a verlo jugar. Muy inteligente, se desmarcaba bien, gran cabeceador. No era egoísta: actuaba para él y sus compañeros".

¿El secreto de su técnica? "Creo que con buena técnica se nace, es innato. Yo aprendí solo, jugando pichangas con pelota de trapo en la calle. Después como profesional, ciertas cosas hay que pulirlas. Siempre fui sapo para jugar: veía dónde estaban mis compañeros y los rivales. Era cachañero, le pegaba con los dos pies y metía pases de 30 y 40 metros. Pienso que el talento es gracia de Dios, el fútbol se juega con los pies, pero nace en la cabeza. Ahí uno aprende cuándo debe pararla o cuándo debe tocar de primera, cuándo meter un pase largo, cómo explotar las deficiencias del adversario".

¿Cómo actuaba de puntero derecho? "Tenía velocidad corta. Lo que más hacía era dejar que los defensas pasaran de largo y metía el pase atrás".

¿Su partido inolvidable? "En el sudamericano Extra de Montevideo 1956. Por primera vez en la historia le ganamos a Brasil: 4-1. Le anoté dos goles a Gilmar, el primero y el cuarto, y habilité a Leonel en el tercero".

¿Su gol favorito? "A Francisco Fernández, de Universidad Católica, en el arco sur del Estadio Nacional. Sacó desde una punta de las 18, en mitad de la cancha anticipé al Nacho Prieto, le di un bote a la pelota y sobre la misma le pegué con efecto. Fácilmente estaba a 40 metros de distancia, Pancho empezó a correr pero no llegó pese a su estirada, porque el balón hizo una comba y se metió arriba. Esa noche fuimos campeones (1963)".

Una anécdota: "Estábamos en Lima 1953, los policías peruanos usan un sombrero parecido al de los cazadores, pasamos en bus, había un uniformado dirigiendo el tránsito, abrí la ventana y le grité: ¡A la vuelta me tenís un león! Hubo muchas carcajadas y nos quisieron llevar presos…"

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