Japón sonríe tras su anecdótico paso a octavos de final de Rusia 2018. Tras la sufrida clasificación, definida por  primera vez en la historia de los Mundiales a través del Fair Play, los samuráis consiguieron meterse por tercera vez (las anteriores fueron en 2002 y 2010) en esta instancia, dejando fuera a Senegal, con quienes resultaron empatados en todas las estadísticas.

Para este mundial, el ente rector del fútbol internacional decidió modificar su reglamento establecer un cuarto punto en el sistema de clasificación a la segunda fase del torneo, dejando a las tarjetas recibidas como un factor decisivo en caso de empate.

Los tres primeros en fase de grupos son: "Mayor número de puntos obtenidos en los partidos de grupo entre las selecciones en cuestión; diferencia de goles en los partidos de grupo entre las selecciones en cuestión; mayor número de goles marcados en los partidos de grupo entre las selecciones en cuestión".

Ahora, la modificación reglamentaria que logró clasificar a Japón fue la siguiente: "Mayor número de puntos obtenidos en el sistema de puntos por deportividad, con el cual se deducen puntos por las tarjetas recibidas (tarjetas amarillas = -1, tarjeta roja indirecta = -3, tarjeta roja directa = -4, tarjeta amarilla y tarjeta roja directa = -5; solo se aplicará una de estas deducciones a un jugador en un único partido)".

La clasificación nipona sólo se puede comparar a la ocurrida en el Grupo F de Italia 90, donde Irlanda y Holanda terminaron empatadas en todas las cifras en la segunda posición.

En aquella época avanzaban a octavos los cuatro mejores terceros de los seis grupos, por lo que el comité organizador sólo tuvo que dejar a la suerte el emparejamiento de ambos equipos. A Holanda le correspondió Alemania y fue eliminada. A Irlanda le tocó Rumania y pasaron a cuartos, después de disputar una tanda de penales.