Transitando por la cornisa

Alemania, México
Foto: AP.


El Mundial se divide en dos propuestas distintas que obliga a observarlas con cristales diferentes. Francia, España, Alemania y Brasil poseen el colectivismo arraigado a su proyecto nacido desde la priorización de lo comunitario por sobre las individualidades. Su estandarte es enfrentar las dificultades como fuerza agrupada; sus destrezas y talentos individuales están al servicio de un plan general. Los movimientos defensivos y ofensivos son entrenados hasta formar estructuras colectivas mecanizadas, donde cada jugador entiende su importancia en un bloque táctico que se arma y desarma dependiendo si se debe jugar o recuperar. La tendencia de estas selecciones es formar tándems de jugadores por las distintas zonas con el objetivo de atacar o defender desdoblándose para trabajar siempre en parejas y lograr superioridad numérica.

No entran en este grupo Portugal y Argentina. Se estructuran en torno a Cristiano y Messi. Dependen de su talento y ambición, quedando encadenados a la inspiración con que amanezcan el día del partido. Es tanta la influencia que ejercen que incluso hacen dudar a sus compañeros sobre cuál es la jugada precisa: o se la tiro larga a Cristiano para que arranque de cero a cien haciendo su bicicleta y deje tirados como sombras a Pique y Ramos o mejor descargo en Messi para que resuelva cómo diablos le entramos a la ordenada defensa de Islandia. El apostar todo a una individualidad es transitar por la cornisa. Al todo o nada. Y fue todo para los portugueses (CR7 tritura con un hat trick) y nada para los argentinos (Lio se empequeñece al ejecutar el penal).

Me quedo por ahora con la impecable presentación de México frente a una Alemania que derrocho energías pero careció de ideas. En ataque no le sobra nada a los germanos. Mediocampo poderoso sin grandes jugadores en la definición.

En Brasil aún no aparece Neymar , muy individualista y equivocado en las zonas y momentos donde jugarse por el desequilibrio de un amague o preferir la simpleza de un pase corto.

El Var ha dejado a todos contentos. La tecnología llego para quedarse y para respaldar el fair play deportivo. De salida van los triunfos truchos y ganados por viveza.

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