La comisión Boric

Reunión de Comisión de Infancia impulsada por el Gobierno

Es difícil recordar claramente algún exabrupto del diputado Boric. Y si bien no ha estado exento de errores políticos, ha demostrado una importante capacidad para disculparse, arrepentirse o reflexionar sobre la falta de entusiasmo o de claridad que faltó en alguna decisión o pronunciamiento sobre alguna materia.


Casi todas las comisiones presidenciales terminan siendo abreviadas y conocidas por un nombre. Una de las más recientes, el Consejo Asesor Presidencial contra los conflictos de interés, el tráfico de influencias y la corrupción, fue conocido como la Comisión Engel, en honor a Eduardo Engel. Antes estuvieron la Comisión Marcel (Consejo Asesor para la Reforma Previsional), Comisión Bravo (Consejo Asesor sobre el Sistema de Pensiones), la Comisión Rettig y la Comisión Valech, sobre violaciones de derechos humanos, entre otras. El nombre con el que era conocida, no era trivial. Se le asignaba, normalmente, de acuerdo a quien la presidía y el que estaba a cargo de llevar con fuerza las propuestas y condicionar los acuerdos a los que iban a llegar sus integrantes.

Pero creo que esa tradición, llegará a su fin con la Comisión de Infancia. No será la comisión Moreno o Larraín, ni la Comisión Piñera o Tonda. Por el impacto político que ha tenido y por las consecuencias que podremos observar en su desarrollo, mi apuesta es que la terminaremos conociendo como Comisión Boric, en honor al diputado que, con su decisión de incorporarse, ha remecido al Frente Amplio, al resto de la oposición, y también al oficialismo, aunque ellos aún no lo sepan.

¿Por qué es la Comisión Boric? Porque la idea de la Comisión no surgió en algún salón u oficina de La Moneda. La idea de la Comisión, en la práctica, nació el mismo de 11 de marzo, pocas horas después del cambio de mando, cuando el diputado Boric twitteó su alegría por la priorización que el Gobierno hacía con el tema del Sename y se manifestaba "disponible para trabajar con quien sea para este objetivo". Con ese simple mensaje, abrió la puerta a un diálogo transversal y la generación de una plataforma que concretara el anhelo del Gobierno de conformar un acuerdo verdaderamente nacional sobre la materia. No fue Boric el invitado por el Gobierno, sino el propio Boric quien se auto-invitó con ese gesto.

Para Gabriel Boric nada parece al azar. Con solo un 54% de conocimiento, según la encuesta CEP, pero dentro del top five de evaluación positiva, el diputado ha sabido construir una imagen pública en base a moderación, trabajo parlamentario y también, un esfuerzo territorial efectivo, que le permitió alcanzar la tercera mayoría nacional en un distrito difícil como Punta Arenas. Si uno revisa sus intervenciones públicas, sus proyectos de ley, su blog o su twitter, se revela un trabajo que busca priorizar el contenido por sobre la estética, y una reflexión profunda en el marco de una estrategia que parece cuidadosamente diseñada.

Es difícil recordar claramente algún exabrupto del diputado Boric. Y si bien no ha estado exento de errores políticos, ha demostrado una importante capacidad para disculparse, arrepentirse o reflexionar sobre la falta de entusiasmo o de claridad que faltó en alguna decisión o pronunciamiento sobre alguna materia. Quizás el emblema de eso fue la teleserie que los líderes del Frente Amplio urdieron para terminar apoyando a Guillier y luego, reflexionando sobre los errores del sector en la derrota frente al Presidente Piñera.

En Twitter, su personalidad más profunda se revela. Contesta, cuestiona y lo utiliza como una herramienta para fijar posiciones y marcar presencia. Pero sin tanto recurso audiovisual ni preparación excesiva. No contesta todo, sino que sus respuestas siempre parecen tener objetivos concretos y evitar discusiones indeseadas. A Gabriel Boric no se le verá repitiendo el famoso koala o publicando intimidades de su vida personal o familiar. En el Congreso, más que encontrarlo en comedores compartidos o en la cafetería del parlamento, es más fácil pillarlo leyendo un libro de filosofía profunda, aprovechando los tiempos muertos. Como afirmó en alguna columna, ser una figura mediática conlleva una gran responsabilidad y ha manifestado una preocupación permanente por no poner en riesgo el proyecto colectivo que los ha convocado.

Por ésta y otras razones, el camino elegido por el Diputado Boric para formar parte de esta comisión abre muchas interrogantes, no sólo sobre el presente y el desarrollo de la misma, sino que especialmente sobre el futuro. Quienes se oponen a Gabriel Boric y a las ideas que él representa, deben estar muy atentos a sus acciones, omisiones y también a sus palabras. Porque Boric es un político atípico que está siguiendo al pie de la letra una minuciosa estrategia y para enfrentarlo, en la arena política, no basta la retórica clásica ni las estrategias politiqueras improvisadas. Si de futuro se trata, el diputado Boric lleva una ventaja importante y al que hoy, la derecha, le ha abierto inadvertida y literalmente, las puertas de La Moneda.

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