Margarita, los matinales y los DD.HH.

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Es evidente que las cámaras no quisieron ver a Margarita caminando desde hace tanto a las 5 AM y que, como millones de mujeres, fue víctima de varias discriminaciones y violencias a la vez. Tuvimos que enfrentarnos a un asesinato brutal para conocer de su vida en la pantalla.


Margarita Ancacoy era una mujer pobre, trabajadora y mapuche, que hace 15 años llegó a Santiago desde la región de La Araucanía buscando una oportunidad. Trabajaba realizando labores de aseo, recibía un mal salario, comenzaba su jornada a las 5AM y caminaba sola cada madrugada para llegar a un trabajo que no le facilitaba traslado ni le permitía pagar un medio de transporte seguro.

Lamentablemente, en lugar de discutir para mejorar las condiciones laborales que pusieron a Margarita en situación de riesgo, hemos visto desplegarse, sobre todo en televisión, xenofobia y reacciones viscerales. La circulación de un video que mostraba las torturas recibidas por los imputados del caso de Margarita por parte de otros reos, giraron la conversación y llegamos al triste punto en que tuvimos matinales discutiendo si estas torturas eran merecidas o no, relativizando la humanidad de los presos y cuestionando si ellos deberían tener derechos básicos.

Es evidente que en los medios, y en Chile en general, después de la aún abierta herida de la dictadura, no hemos logrado integrar el respeto a los DD.HH. como una base común, sino sólo como un asunto en discusión.

Los alcances de esta no incorporación de los DD.HH. como base, tiene efectos en diversos sentidos. En todos ellos algo se repite: actos de crueldad son invisibilizados, o bien, se terminan encontrando formas para justificar la(s) crueldad(es). Y cuando, por ejemplo, la tortura es defendida en medios masivos por líderes de opinión, el panorama se vuelve aún más dramático.

La radio y la televisión, ahora que Margarita está muerta, se preguntaron legítimamente ¿Cuál es la justicia que merece? Por supuesto, frente a un crimen brutal, la justicia -dentro de sus marcos- debe plantear penas máximas. Sin embargo, los medios tienden a omitir una pregunta: ¿Cuál era la justicia que Margarita merecía en vida? Esa justicia que jamás debió haber permitido tal nivel de precariedad, porque cuando toleramos ese trato a las trabajadoras, nos hacemos parte de una crueldad como sociedad. Ese panel también es urgente en los matinales, como es urgente que nos hagamos cargo de las dos preguntas y no hablemos sólo de la primera como si nada tuviera que ver con la segunda.

Es evidente que las cámaras no quisieron ver a Margarita caminando desde hace tanto a las 5 AM y que, como millones de mujeres, fue víctima de varias discriminaciones y violencias a la vez. Tuvimos que enfrentarnos a un asesinato brutal para conocer de su vida en la pantalla. Eso no puede seguir pasándonos como sociedad. No sirve que no queramos ver a los y las trabajadoras que hoy deben arriesgar sus vidas para recibir sueldos que no son justos.

A la hora de hablar de derechos no podemos justificar ningún tipo de crueldad, menos por medios masivos. Por eso solidarizo y comprendo las cientos de denuncias que llegaron al CNTV y las medidas que tomó TVN. Porque celebrando que se le ponga electricidad a un cuerpo no se encuentra la justicia, sino la barbarie. Margarita merecía y merece un país mejor que eso. El horror no se combate con horror. Ella merece justicia. Chile merece justicia social.

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