Lula desafía a la justicia y eleva tensión en Brasil

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Luiz Inácio Lula da Silva, el viernes en Sao Bernardo do Campo, en Sao Paulo. Foto: AFP

El exmandatario decidió ignorar el plazo fijado por el juez Sergio Moro para entregarse y cumplir condena. Se negociaba el traslado voluntario a Curitiba, que podría concretarse este sábado o a más tardar el lunes.


Brasil vivió una jornada de alta tensión política cuyo desenlace aún se desconocía el viernes. Lo que sí quedó claro es que Luiz Inácio Lula da Silva desafío la orden del juez Sergio Moro, quien le dio plazo para presentarse hasta las 17.00 del viernes ante la Policía Federal de Curitiba. En vez de aquello, el expresidente -condenado a 12 años de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero- se mostró desafiante desde la sede del Sindicato Metalúrgico en Sao Bernardo do Campo, el lugar que lo vio nacer como político en los 80 y que el viernes se transformó en su principal refugio.

Con el correr de las horas, ambas partes parecían ceder, porque mientras la defensa de Lula presentaba a última hora un nuevo recurso ante el Supremo Tribunal Federal (STF) contra la orden de detención de Moro, y negociaba con la Policía Federal (PF) para que este sábado asista a una misa que se celebrará a las 9.30 por el cumpleaños de su difunta esposa, Marisa Letícia Rocco, el mismo magistrado decidió no decretar prisión preventiva sobre el favorito para las presidenciales de octubre. Es más, las conversaciones apuntaban a que Lula podría entregarse voluntariamente durante la jornada de este sábado o a más tardar el lunes.

Compleja jornada

Con el recinto sindical rodeado de un importante número de fieles seguidores que entre gritos y cánticos insistían en la inocencia de su líder, la incertidumbre se hizo cada vez mayor al tiempo que los mismos expertos diferían sobre lo que podía suceder con Lula, que protagoniza un caso histórico donde muchos de los sucesos ocurridos no están previstos en la ley.

El expresidente, condenado por la compra de un departamento tríplex en Guarujá, Sao Paulo, debía entregarse el viernes a la policía en Curitiba. Sin embargo, nada de eso ocurrió. Se especulaba que la PF tenía todo listo para llegar hasta el sindicato y detenerlo -en la periferia de Sao Paulo-, pero se habría descartado completamente el envío de agentes al lugar por temor a confrontaciones con la multitud. Por lo mismo Lula tampoco realizó ningún discurso público.

El temor era tal, que oficiales del cuerpo policial advirtieron a los medios locales por el riesgo para la vida de muchas personas en caso de que se generara un enfrentamiento.

Mientras, los dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) se mantenían firmes en un escenario ubicado a las afueras del sindicato apoyando a su líder e insistiendo que bajo ningún motivo se entregaría a la justicia. La senadora y presidenta de la fracción, Gleisi Hoffmann, aseguró que Lula estaba tranquilo porque sabe que es "inocente", incluso después de que el Superior Tribunal de Justicia (STJ) le negara el viernes un segundo pedido de habeas corpus para evitar su envío a prisión.

Cerca de las 18.00 y para sorpresa de muchos, Lula se asomó por una ventana del edificio para saludar a sus simpatizantes. La imagen lo mostró sereno, tanto así que durante unos segundos bailó al ritmo de los tambores y se tomó fotografías con quienes lo acompañaban.

A esas alturas, la PF ya estaba inhabilitada para detenerlo porque la ley constitucional fija como límite las 18.00 para hacer ingreso a un domicilio para realizar un arresto. En la práctica las detenciones en Brasil pueden ser desde las 06.00 hasta que oscurece.

Según el abogado brasileño Rodrigo Saraiva Marinho, el habeas corpus presentado ante el STF "probablemente será negado nuevamente", dijo a La Tercera, y agregó que el exmandatario "ya no tiene chance de evadir la cárcel".

Para el profesor de la U. Paulista Gustavo Segré, "la anticipación del pedido de prisión sorprendió a todos, a los aliados de Lula y a sus adversarios". De hecho, algunos ministros del tribunal estaban previendo un cambio en la jurisprudencia.

Entre quienes apoyan al expresidente, las denuncias de persecución política cobran cada vez más sentido. El rápido actuar del juez Moro en las últimas 24 horas sobre el caso del petitsta fue blanco de críticas. Así, hicieron hincapié en que supuestamente no respetó los plazos estipulados por la ley, que permitían a la defensa del exmandatario presentar nuevos recursos para evitar la cárcel hasta el próximo martes 10 de abril.

Dilma Rousseff fue una de las que alzó la voz para defender la integridad de su antecesor y sostuvo que "nadie puede ser detenido hasta que sean agotados todos los recursos en todas las instancias".

¿Prófugo?

Sin embargo, la estrategia de Lula causó diferencias entre su propio eje de apoyo. Según O Globo, la defensa nunca estuvo de acuerdo con que el líder petista no se entregara a la justicia, al igual que su familia. Pero al parecer, desde el PT, donde también insisten en el discurso público de que Lula es y seguirá siendo su única carta a la Presidencia en octubre, no permitieron que se entregara.

A pesar de desobedecer el dictamen, Lula no es considerado prófugo, porque en términos legales no incumplió una orden judicial, ya que le fue dada la oportunidad de presentarse ante la policía sin intervención de los agentes.

Igualmente, sus abogados presentaron un recurso ante la ONU. Pero su celda ya está lista.

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