José Palma, jefe de la División de Educación General del Mineduc: "El eslogan de educación pública, gratuita y de calidad quedó cojo"

JosePalmaWEB
José Palma, jefe de la División de Educación General del Ministerio de Educación.

El profesor de Historia, hoy a cargo de la formación escolar a nivel nacional, es crítico con la gestión del gobierno anterior. Dice que, pese a la alta inversión realizada en ese ámbito, los resultados académicos en general son bajos y hay 800 colegios donde algunos alumnos de cuarto básico aún no aprenden a leer.


Los primeros 100 días de gobierno se vivieron de manera agitada en el Ministerio de Educación. La publicación de las leyes de Educación Superior y de Universidades Estatales, la presentación del proyecto que propone un nuevo crédito de financiamiento estudiantil para reemplazar el actual CAE, y las tomas feministas, han marcado la agenda del sector. Sin embargo, el Presidente Sebastián Piñera ha sido claro en remarcar que para esta administración el foco no estará puesto en las demandas de los más grandes, sino más bien en las etapas formativas. En conversación con La Tercera, el profesor de Historia y jefe de la División de Educación General, José Palma, hace su primer diagnóstico del sector: "Si pudiera resumir, diría que el eslogan de educación pública, gratuita y de calidad se quedó cojo", dice tajante.

¿Cuál de las tres patas es la que cojea?

Calidad. No es que cojee, sino que simplemente esa pata no la hemos puesto en la mesa. Nosotros heredamos 800 establecimientos en categoría insuficiente. Un colegio básico insuficiente significa que la mayoría, sino todos los alumnos, están en contextos de vulnerabilidad. Significa que un niño en cuarto básico todavía no aprende a leer, ni menos a entender lo que lee. Entonces, heredamos del gobierno de Bachelet una deuda ética y política.

¿Es una cifra alarmante o es una estadística que marca la media histórica?

Con los niveles de inversión que hay en Chile, en educación no es entendible que existan 800 colegios insuficientes, de los cuales 500 corresponden a escuelas de educación básica. Por lo tanto, el foco de nuestro trabajo está allí, y primero en esos colegios. Hay una cantidad de niños en contexto de vulnerabilidad que no están aprendiendo. Y si no aprenden, no tienen ninguna posibilidad de vivir con algún grado de éxito en el siglo XXI. Los estamos condenando a la pobreza. Y después nos preguntamos por qué ocurre lo que ocurre en materia de delincuencia, en materia de saturación de las cárceles. ¿Por qué ocurre todo eso? Porque no estamos atendiendo adecuadamente la educación de los sectores más vulnerables.

¿Qué falló dentro de la política pública en esos establecimientos?

Cuando la política pública está basada en que se le quitan patines a uno, no se le ponen a nadie y se transforman los patines en burocracia, claramente no se puede esperar otro resultado. Cuando la educación escolar estuvo durante varios años en el patio de atrás, en la bodega estaban la educación técnico-profesional, la educación rural y la educación especial, porque en el patio de adelante se estaba discutiendo la gratuidad de la educación superior, la Ley de Universidades Estatales, la Ley de Inclusión y la desmunicipalización. Nos hicieron creer que estas leyes traerían consigo calidad y eso no es así.

¿Considera que la desmunicipalización es una mala política pública?

No lo considero así. Es una ley que estamos implementando, pero no trae consigo calidad de inmediato. Hay que generar calidad en ese sistema, tal como en cualquier otro. Por mucho que incorpores recursos, el deterioro viene. Un ejemplo: esta división que me corresponde dirigir, que tiene por objetivo apoyar a las escuelas en su mejoramiento, en los últimos años el gobierno de la presidenta Bachelet bajó sustancialmente su presupuesto, de $ 66 mil millones a $ 43 mil millones. O sea, $ 23 mil millones menos para invertir en calidad. Y eso claramente se resiente.

Usted decía que hubo una política de quitarle los patines a uno y dejar a todos sin patines, eso suena a una defensa al sector particular subvencionado...

Absolutamente. Se le quitaron los patines a uno y perfecto, pero cuando transformas los patines en burocracia y complejizas a los colegios con una serie de deberes burocráticos que tienen que rendir, se pierde la libertad y la autonomía de esa comunidad escolar para definir y desarrollar su proyecto. El peso del Estado finalmente pisa cualquier posibilidad de mejora. Muchos colegios particulares subvencionados están desarrollando proyectos para enseñar en el siglo XXI. Es un eje muy importante de la educación en Chile, y por lo tanto ese eje que es importante no lo podemos ignorar, no podemos tener una política ex profeso que los ignore, que los aísle, los deje fuera. En segundo medio, los colegios particulares subvencionados tienen mejores resultados en niños vulnerables de los que tienen los colegios públicos, y ese es un atributo. Tenemos que ir a ver cómo lo hacen, por qué lo hacen bien y cómo podemos llevar esa experiencia a otro lugar. A los colegios particulares subvencionados les sacamos el copago, les sacamos la posibilidad de seleccionar, les sacamos el fin de lucro, les sacamos muchas cosas. Los transformamos en casi públicos. Y ellos requieren un apoyo para mejorar la educación.

Hoy la sociedad arroja varias falencias en materia formativa. Una es la educación cívica y otra falencia tiene que ver con la educación sexual. Dos áreas que parecen estar un poco relegadas dentro de la formación. ¿Cree que es un momento de inyectarles más importancia a esos temas?

Esos temas están parcialmente abordados. Hay un programa que se llama "Formación Ciudadana", que está en todos los establecimientos de Educación Media, pero creo que este tema va más allá de la participación electoral. No tiene mucho que ver con cómo la población siente que la política define o determina su vida, sino más bien respecto de la educación ciudadana mirada desde el punto de vista de la responsabilidad del ciudadano. Eso se está haciendo, requiere efectivamente más profundización, pero, por sobre todo, requiere una desideologización. Lo mismo ocurre con la educación sexual (…) cuando estas cosas las llevamos a un debate ideológico, lo único que ocurre es paralizar cualquier iniciativa.

Cuando habla de desideologización, ¿a qué se refiere?

A posiciones ideológicas entre los conservadores con los liberales, entre una posición más progresista con otra menos progresista. Finalmente eso termina en que cualquier proyecto se detiene. Hoy día los colegios tienen un componente pedagógico y un componente que nació y ha ido creciendo a una velocidad tremenda, que es la convivencia escolar al interior del colegio.

¿Cree que los manuales de convivencia y protocolos que deberían existir en los colegios para abordar estos cambios están al día?

Pienso que hay que subirle el estándar a estos manuales, porque claramente no están respondiendo a la realidad. De lo contrario, estos manuales y protocolos hubieran permitido generar una cultura interna de respeto a la diversidad, de la buena y sana convivencia para un buen aprendizaje. Si eso hubiera ocurrido no tendríamos estos temas todos los días, pero no dan el ancho. Pero una vez elevado el estándar, no hemos hecho la pega todavía. Es como escribir un libro y dejarlo guardado, que no lo lea nadie. La pega es transformar eso en herramientas e instrumentos que el colegio reconozca, discuta y capacite, para que se transformen en una cultura y, finalmente, lo pongan en ejercicio de buena manera.

En 2017, la Superintendencia propuso establecer baños mixtos en los colegios, en favor de la población trans, lo que generó una verdadera polémica nacional. Hoy eso parece casi una obligación. ¿Qué le parece?

El Estado siempre tiende a intentar resolver un problema imponiendo una conducta homogénea en todos, y eso es un tremendo error. Creo que cada comunidad escolar, cada proyecto educativo es autónomo, y hay un libre ejercicio de ese proyecto educativo. El Estado tiene que respetarlo.

La presencia de los alumnos migrantes en la educación pública ha sido una inyección que ha revitalizado a este sector. ¿Hay algún plan especial para ellos?

Ahí nuevamente la realidad fue antes que la política pública. Es cierto que ha revitalizado en términos de matrícula. Los colegios públicos venían en caída libre y la llegada de los migrantes lo que hizo fue apuntalar la matrícula. No fue que la mejora en calidad los hiciera más atractivos. El punto es que hay escuelas que lo han resuelto muy bien y hay otras que no. Existe una tendencia a intentar transformar a esos alumnos en chilenos y no lo son. En vez de eso, debiéramos aprovechar la multiculturalidad.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.