La trastienda de cómo se gestó la dimisión masiva de obispos

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Los obispos Fernando Ramos (con el texto en la mano) y Juan Ignacio González.

El sacerdote español Jordi Bertomeu tuvo una influencia importante en las dimisiones.


Según fuentes de la Iglesia, la disposición de los obispos para renunciar a sus cargos fue absoluta, pero también fruto de un proceso de intensas discusiones entre ellos y tras una expresa sugerencia del Papa.

Un primer hecho influyente fue la referencia del Pontífice, en el documento que les entregó en el primer encuentro, a su "preocupación por la forma en que algunos de ustedes, obispos, han reaccionado ante los acontecimientos presentes y pasados". De allí su sugerencia a que adoptaran una decisión colegiada, que lo dejara en libertad de acción, fue clave para allanar el camino.

El propio Pontífice hizo referencia a ello en la carta difundida al término del encuentro, donde agradece "la plena disponibilidad que cada uno ha manifestado para adherir y colaborar" en los cambios y resoluciones que adoptará.

Trascendió que la eventualidad de que el Papa hubiese tenido que solicitar renuncias "a dedo" complicaba el tema, porque lo habría obligado a argumentar esa decisión y, de existir irregularidades, abrir de inmediato un proceso. Con todas las renuncias en su poder, en cambio, resulta más fácil aceptarlas y comenzar a rearmar el puzzle de un nuevo Episcopado.

En el comunicado, donde los obispos detallan cómo "maduró" la idea de renunciar, también se precisa que con esa medida "podíamos hacer un gesto colegial y solidario, para asumir -no sin dolor- los graves hechos ocurridos", y para que el Papa "pudiera disponer libremente de nosotros".

Frases que, según diversos vaticanistas en Roma, sugieren una intervención, al menos indirecta, de Francisco en recomendar que los obispos pusieran sus cargos a disposición.

En efecto, cercanos a las reuniones dijeron que el sacerdote español Jordi Bertomeu, quien asesoró al Papa en el encuentro con los obispos y fue el enviado especial a Chile como notario eclesiástico de Scicluna, hizo ver a algunos prelados el deseo del Papa. También trascendió que uno de los obispos decidió su renuncia tras el primer encuentro y el resto lo hizo después, en la carta grupal. Solo no la firmaron Luis Infanti, por ser el suyo un vicariato apostólico y no un obispado, y Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal y obispo castrense, con rango militar y parte de otro procedimiento administrativo.

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