Andrónico Luksic, presidente de Quiñenco: "El país se está cayendo y entre todos debemos levantarlo"

Luksic está decepcionado del rumbo del país y del gobierno. Desarrolla su diagnóstico y propone caminos. Además, habla de Caval y el futuro del grupo que encabeza.




La primera pregunta -¿por qué decide dar una entrevista tras cinco años?- es un lugar común que le permite a Andrónico Luksic Craig evidenciar de inmediato su estado de ánimo. Y resumir su mensaje con vehemencia. “Porque me preocupa el país y creo que es momento que todos, todos, saquemos la voz y nos pongamos a trabajar, porque enfrentamos una situación muy difícil. Es importante que el mundo empresarial empiece a dar su opinión, que salgamos de esta idea de que los empresarios debemos trabajar, cumplir las reglas del juego, pero dar pocas opiniones. Es bueno decir lo que uno piensa sobre lo que le está pasando al país”, dice a modo de explicación. Luksic quiere opinar.

El presidente de Quiñenco y vicepresidente del Banco de Chile está decepcionado del gobierno, del rumbo del país y de la inacción. Ha pasado varias semanas en el exterior y dice que, desde afuera, “las cosas se ven mal”. Viaja mucho por negocios, sobre todo tras la muerte de su hermano Guillermo, en marzo de 2013, a quien sucedió en el mando de los negocios industriales. La oficina que Andrónico utiliza está frente a la que tenía su hermano, en el edificio que ocupa Quiñenco en el barrio El Golf, y en sus muros luce un cuadro que el propio Guillermo Luksic pintó en 1984.

A sus 62 años, Andrónico Luksic ya ha pensado en el retiro, aunque no es el momento. “Me encantaría adoptar un nuevo rol, pero todavía tenemos algunos desafíos”. Su hermano Jean Paul dirige los negocios mineros y su sobrino y dos de sus hijos ya han asumido tareas en los negocios de la familia que completan sus hermanas Paola y Gabriela y su madre, Iris Fontbona.

Hace cuatro meses, Luksic grabó un video que se viralizó, habló del caso Caval, pero sobre todo respondió los insultos del diputado Gaspar Rivas, hoy desaforado. Dos meses después, Luksic está más delgado que en ese registro audiovisual, pero mantiene el mismo tono, las mismas inflexiones. No se arrepiente del video. Y siente que tenía más cosas que decir y que en seis minutos y 56 segundos no alcanzó a expresar. Las dice ahora.

“Hoy está en juego cuál es el país que le vamos a entregar a nuestros hijos y nietos, a las nuevas generaciones. Por mi trabajo viajo mucho, y afuera nadie entiende qué ha pasado en el país, qué le está pasando a Chile”, opina.

¿Y qué le está pasando a Chile?

Creo que son muchas las cosas que como país hemos hecho mal. El gobierno se comprometió con una serie de reformas para Chile que fueron mal diseñadas, mal aplicadas y muy rápido. Se necesitaba una reforma tributaria para pagar en parte los cambios que se querían en educación y los sabios de la época tejieron una entelequia inentendible con una buena dosis de ideología trasnochada y fracasada. Si querían subir los impuestos, había que subirlos a lo que hubiese determinado el gobierno y el Congreso, pero salió un pollo con cabeza de chancho, que trataron de arreglar a menos de un año de aprobada la ley, porque se estaban afectando el empleo, el crecimiento y la inversión. Y recordemos que esa ley salió también con el apoyo de la oposición, porque nadie quería perderse la foto. Eso generó un desconcierto grande, que aún persiste.

El ex Presidente Ricardo Lagos habló de una crisis política e institucional. ¿Comparte ese diagnóstico?

La crisis está. Por una parte, tenemos un gobierno alicaído, políticos y empresarios desprestigiados, instituciones golpeadas. Y por otra, ha habido muchas cruzadas que buscan maximizar el descontento sin reparar en el daño que eso va produciendo en la sociedad. Es muy grave la postura de algunas minorías vociferantes. Estoy seguro de que la mayoría de los chilenos no quiere volver a un Chile dividido por las ideologías y es curioso que algunos pretendan eso cuando el mundo avanza en la dirección opuesta. Tenemos que cuidar el país, mejorarlo, tenemos el imperativo de hacer los cambios necesarios. Parece que estuviéramos siempre esperando que estallen los problemas para actuar. Todos sabemos que hay problemas en salud, educación, delincuencia, el conflicto en La Araucanía, el Transantiago, que es indigno y ya lleva 10 años. ¿Qué esperamos para actuar? En Chile podemos hacer mejor las cosas.

¿Qué reforma le genera mayor rechazo: la tributaria, la educacional, la laboral, la constitucional? 

Hay muchos temas que tienen a la gente cansada, no sólo las reformas, que por cierto han sido malas. Da vergüenza el puente Cau Cau, por ejemplo. Chile es un país responsable y serio, con buenos profesionales, ¿cómo se pudo construir un puente así de mal? El Transantiago es una vergüenza que ya se extiende por casi 10 años. Eso es inequidad de verdad. Es fácil hablar de desigualdad cuando se va en auto al trabajo, mientras muchos chilenos pasan horas a la intemperie, con transbordos y colas, en un sistema quebrado. Lo que se vive en los paraderos de micro es indigno y los esfuerzos han sido ineficaces para dar con una solución definitiva. Abrámonos incluso a pensar en un Transantiago estatal. ¿Por qué no? El Metro lo ha hecho bien. Las personas se merecen un servicio de transporte digno... Otra tremenda irresponsabilidad es que sigamos tolerando la violencia de los encapuchados en las marchas, que sigan haciendo los desmanes que quieran en la calle y que no esté aprobada la ley contra los encapuchados. Todo el mundo tiene derecho a expresarse, pero dentro del estado de derecho, que hay que respetar y hay que hacer respetar. Si hay marchas, que sean como la del domingo antepasado, a cara descubierta y sin violencia. El resto es vandalismo. No pueden exigir respeto los que con su violencia no respetan a nadie.

Plantea un Transantiago estatal, ¿no tiene un entonces paradigma antiestatal?

El que yo diga una cosa así no significa que creo que hay que estatizar todo. Pero en esto, ¿por qué no? Hay que abrirse a buscar soluciones distintas para problemas que se arrastran hace mucho tiempo. No tenemos que estar presos de ningún paradigma.

¿Es Chile un país injusto?

Hay desigualdad, sí. Pero ¿sabe qué sería más injusto? Que mis hijos o mis nietos fueran a la universidad en forma gratuita, pagados por todos los chilenos. Chile es un país con un ingreso per cápita de US$ 20 mil. No alcanza, tenemos que focalizar los recursos en aquellos que más lo necesitan. No puede ser gratuita la universidad para todos, mientras tenemos los problemas graves en seguridad, salud, transporte, pensiones, en educación preescolar, básica y media.

¿Cómo se explica la rabia contenida en Chile?

Mientras las empresas se modernizan y los profesionales se ponen a tono para competir en todo el mundo, el Estado se ha quedado atrás. El Estado de Chile está en deuda. Como país no hemos sido capaces de aportar soluciones a problemas que se arrastran hace mucho tiempo, y hay otros que han empezado a surgir por las improvisaciones de este gobierno. Mire lo que ha pasado con el Instituto Nacional; un emblema, un símbolo de excelencia que se está dejando caer. Hay muchas cosas que funcionan mal. Eso decepciona, eso enrabia.

Abunda en el diagnóstico. ¿Cuáles son las soluciones?

Para recuperar las confianzas tenemos que otorgar a todos los habitantes de nuestro país condiciones mínimamente dignas en aspectos que son vitales y que los afectan día a día. Y esta es una tarea de todos. Todos, ¡con mayúscula! Tenemos que involucrarnos en la búsqueda de soluciones realistas, avaladas por  expertos. Los empresarios, lo que sabemos hacer es trabajar para producir cambios efectivos. Pero en el país pasan años, pasan gobiernos y en algunos casos parece que las cosas empeoran, porque no se está poniendo el foco en lo que realmente importa. Hagamos que este país funcione definitivamente mejor.

¿Más de alguien podría preguntarse con qué autoridad moral plantea usted estas soluciones para Chile?

No son soluciones. Es lo que siento y lo que pienso, convencido de lo que estoy diciendo. Dado el actual momento del país, los distintos actores debemos colaborar con nuestra visión, porque necesitamos avanzar ahora.

Usted se autodefinió como un poderoso, ¿en qué se ha manifestado ese poder?

Se han reído harto de esa frase y yo también… En el video me hice cargo de lo que dicen a cada rato, que soy “poderoso”. Y no tengo poder fuera de mi ámbito, fuera de los negocios y las empresas donde soy presidente o donde somos accionistas relevantes.

Dijo hace dos meses que no hay que dar el gusto a todos. ¿Se les está dando el gusto a todos?

Escuché a Nicolás Sarkozy hablar de la dictadura de las minorías, algo que se está dando en todo el mundo, que es muy peligroso. Algo de eso hay aquí también.

La reforma educacional y, por ende, la tributaria, nacieron de las marchas del 2011. La previsional surge de las marchas por No + AFP. ¿No es correcto que la gente sea la que determine las reformas que debe hacer Chile?

No hay problema con la gente. Las últimas marchas de No + AFP demostraron que en Chile sí se puede marchar, sí puede haber una expresión pública masiva, en calma y sin destrozos. Lamentablemente, esta ha sido la excepción que confirma la regla. Y también creo que estas marchas han logrado poner a las pensiones como un punto importante en la agenda país, y eso es valioso. Pero hay que aplicar la razón. Este es un tema que hay que abordar bien, responsablemente, pero con sentido de urgencia. Hace rato se venía hablando sobre la necesidad de cambios al sistema de pensiones, pero tuvo que haber una marcha masiva para que recién se avanzara en esta discusión.

El grupo Luksic ha recibido recursos de las AFP, en acciones o en bonos de sus empresas. ¿Por qué ahorros de los futuros pensionados deben financiar a los grandes grupos?

En este tema hay mucha ignorancia. Ha faltado informar de forma más didáctica por parte de las AFP para que todos puedan entender cómo funciona el sistema. Los fondos de pensiones invierten en acciones y bonos de las grandes empresas para recibir también la rentabilidad que generan esas empresas, lo que contribuye a aumentar las pensiones. Es momento de despejar los mitos: cerca del 4% del total de los fondos de pensiones está invertido en empresas relacionadas a Quiñenco. Un 4%, y para nosotros esa es una responsabilidad. Así como tenemos muchos accionistas minoritarios, sabemos que hay fondos previsionales detrás y tenemos que responderles con rentabilidad.

¿Qué le parecen las pensiones promedio en Chile?

Las pensiones son en muchos casos muy bajas, y eso es porque el ahorro es bajo. Pero de nuevo, hace rato que se viene hablando de la necesidad de aumentar el ahorro, que es el tema de fondo. La pregunta es por qué nos demoramos tanto en avanzar con soluciones técnicas y respaldadas. Hay que aumentar el ahorro y debemos participar los empleadores y, además, el Estado. Hay otras palancas que también es necesario mover: la mitad de los afiliados a las AFP no se impone regularmente. Los independientes no están obligados a hacer imposiciones. Hay que tomar conciencia de la importancia de ahorrar y de que el problema está en el mercado laboral. La solución es mucho más integral.

¿El alza de la cotización de cinco puntos debería ir al Pilar Solidario o a las cuentas individuales?

Esa discusión es para los expertos. Sí creo que los empresarios podemos aportar a que aumente el ahorro de nuestros trabajadores. Lo que importa es que la modalidad que se defina esté bien estudiada y realmente mejore las pensiones, porque no podemos seguir generando falsas expectativas ni terminar dañando el empleo. En principio me suena raro que un empleador ahorre a nombre de un trabajador con nombre y apellido, pero que esa plata no le llegue a él, sino que vaya a un fondo solidario.

Los empresarios

Aludió al silencio del mundo empresarial. ¿A qué lo atribuye?

Estamos golpeados. Y cuando uno es golpeado, se tiende a pensar que es mejor permanecer silencioso, pero creo que no es una buena práctica. Es bueno que los empresarios demos nuestra opinión y participemos más.

¿La imagen de los empresarios está por el suelo?

Está golpeada. Ha habido errores y conductas reprochables, que  tendrán que ser sancionados si corresponde. Ha habido faltas éticas importantes y tenemos que comprometernos a subir nuestros estándares. Pero la generalización igual me parece injusta respecto de una gran cantidad de empresarios pequeños, medianos y también grandes, que no se han visto involucrados en los casos que hoy están siendo investigados. Estoy seguro de que son muchos más los aciertos. Los empresarios hemos sido partícipes de la construcción de un país que ha avanzado enormemente.

¿Cuál es la responsabilidad del empresariado en esta crisis?

Como ya le dije, tenemos una cuota importante de responsabilidad. Todos tenemos responsabilidad por no actuar a tiempo. Igual que el gobierno y la democracia chilena, los partidos políticos y muchos de sus líderes, que parecen darse vueltas siempre sobre lo mismo y sobre sí mismos. No estamos logrando que este país funcione mejor de verdad. Y mientras se discute desde las trincheras, la gente pide oportunidades. La gente quiere empleo, quiere salud de verdad, quiere seguridad y una buena educación que les permita a sus hijos un futuro mejor, quiere ir a trabajar en un bus digno. Hechos y no palabras.

¿Los empresarios no han percibido que el país cambió?

Creo que los empresarios han vivido en carne propia los cambios del país. A estas alturas, pienso que nadie está al margen de las exigencias que hoy nos hace la sociedad y que tenemos el desafío de cumplir.

¿Los empresarios deberían defender abiertamente el modelo?

Los empresarios tenemos que dejar de mirar pasivamente cómo se desarrollan las cosas en nuestro país, cómo estallan los problemas, y actuar con proactividad para que el país retome un rumbo positivo. Los empresarios hoy más que nunca tenemos que defender el derecho que tiene cualquier persona en Chile de emprender y ganar plata legítimamente para darle un mejor futuro a su familia, a su empresa y a quienes ahí trabajan. En tiempos de crisis tenemos que defender con mucha fuerza el empleo. Tenemos que intentar que los empleos no disminuyan en aquellas empresas que puedan hacer un esfuerzo. Hay otras empresas que, lamentablemente, lo están pasando mal o lo van a pasar mal, y deben reestructurarse para subsistir.

¿Ha habido en Chile una colusión de las elites, con empresarios demasiado cercanos a los políticos, financiándolos, por ejemplo?

Colusión, no. Basta ver la reforma tributaria que aprobaron todos en el Congreso. ¿Fue pro empresarios? Fue contra el emprendimiento y la actividad empresarial. Es clarísimo que se está imponiendo un clima antiempresarial que es dañino para el país. Yo creo en la fiscalización, creo en penar las conductas erróneas, pero otra cosa distinta es una suerte de persecución, un ánimo contra la empresa y el emprendimiento.

Deduzco de sus palabras que no hay buen ambiente para invertir en Chile…

Creo que se ha fomentado, en parte, un clima antiempresarial, sin embargo, soy de los que creen que el país es sólido y que sus finanzas están hoy en muy buenas manos. Con eso, trabajando juntos y con sacrificio, saldremos adelante. Podemos hacer las cosas mejor.

¿Se sienten atacados como grupo?

Igual que todos los grupos grandes.

Usted es consejero de la Sofofa, ¿la dirigencia empresarial ha reaccionado bien?

Creo que todos podemos hacer más para que el país funcione mejor. Y eso incluye a la dirigencia empresarial. A todos nosotros.

¿Y qué responsabilidad asume usted?

Mire, me acuerdo de un libro que patrocinó la Fundación Amparo y Justicia sobre el terrible caso de una niñita boliviana asesinada en Copiapó. El libro, de Lilian Olivares, se llama Todos fueron culpables. ¿De qué? De no haber actuado a tiempo y bien.

Bachelet y las elecciones

¿Usted apoyó la candidatura de Michelle Bachelet?

El voto es secreto y lo de mi apoyo es un mito urbano. Ahora, lo que siempre he pensado y lo aprendí de mi padre, es que cuando a un gobierno le va mal, es al país al que le va mal. Hay que ponerse a trabajar, tenemos que dejar de destruir, dejar de echarles la culpa a los demás. Llegó la hora de que nos preocupemos de lo importante y nos pongamos todos a trabajar por el país, independiente de quién gobierne.

¿Cómo ve hoy a la Presidenta?

La veo muy debilitada. Pero no sigamos en lo mismo, como disco pegado. El país se está cayendo y entre todos tenemos que levantarlo, hacer que funcione definitivamente mejor.

En la encuesta CEP, este gobierno obtuvo una nota 3,3. ¿Qué nota le pone usted?

Malita. Es el Estado de Chile el que está fallando. Es cosa de ver el caso de los niños que han fallecido en el Sename. ¿Hace cuánto tiempo sabemos que el Sename necesita profundos cambios y no se concreta nada? Y se trata de los más indefensos que, para ayudarlos a surgir, paradójicamente el Estado se hace cargo de ellos. No hay que olvidar que en Chile hay muchos más niños pobres que adultos mayores pobres. ¿Qué estamos haciendo por esos niños? ¿O no estamos haciendo nada porque no marchan? Debemos hacer mejor las cosas.

Replicando esa encuesta... ¿qué gobierno en las últimas cuatro décadas ha sido, a su juicio, el mejor?

Creo que el de don Patricio Aylwin, por el difícil momento histórico que se vivía y el coraje que tuvo para enfrentarlo. Lo dije con motivo de su lamentable fallecimiento: se echan de menos liderazgos como el suyo.

¿Qué espera de las próximas elecciones presidenciales?

Lo que más espero es que todos voten. El dato más relevante de la CEP es que más del 60% de la población no sabe aún por quién votar. Ese es un dato muy importante y un riesgo muy grande si se traduce, una vez más, en que participe muy poca gente en las elecciones. Me preocupa que surjan candidatos que quieran dar en el gusto a todos y eso no es posible. Se necesita un liderazgo con carácter, autoridad, ideas, coraje para proponer soluciones distintas y corregir los problemas que se vienen arrastrando hace tanto tiempo.

¿Lagos o Piñera representan ese tipo de liderazgo?

Creo que fueron buenos presidentes, pero cualquiera de los dos va a tener dos grandes desafíos: deberán trabajar duro para sacar el país adelante y tendrán que demostrar que las segundas partes pueden ser buenas, porque hasta ahora, por lo que estamos viendo, las segundas partes son más bien malas…

Parece que tuviese nostalgia por el pasado reciente. ¿Qué país añora? ¿El de los 80, el de los 90?

No añoro ningún país. Este país me gusta. Incluso en el gobierno anterior de la Presidenta Bachelet el país avanzaba, generaba empleo y riqueza, y era más estable, más tranquilo, sin tanta violencia, sin tanta delincuencia. Y creo que tenía una mejor administración, de mejor calidad.

¿Le gusta la actual Constitución?

La hemos modificado varias veces y el punto más álgido que siempre escuché era el binominal. Ya lo cambiamos. ¿Para qué perdemos tiempo en una nueva Constitución? ¿Sólo por esto de que viene de la época de Pinochet? Si se va a hacer una reforma constitucional, creo que lo más importante es restablecer el voto obligatorio, de todas maneras, y con multas grandes para el que no vote. Si este país lo construimos entre todos, lo mínimo es que todos voten. Votar es mucho más que un derecho, es un deber. Un candidato electo Presidente debiera tener el 50% más un voto del padrón total, tenemos que ser más exigentes. La participación fortalece la democracia. No puede ser que menos de la mitad de los chilenos vote.

Y si votara en Estados Unidos, ¿Hillary Clinton o Donald Trump?

Más allá del personaje, el fenómeno Trump me interesa. Creo que la candidatura de Trump refleja la necesidad de ir quebrando un establishment político que se ha preocupado más que nada de buscar permanentemente formas de encapsularse en el poder. Esa costra que rodea el poder político en Estados Unidos no es sana.

Trump es un candidato empresario. ¿Le gustan los candidatos empresarios, como Piñera?

Sebastián Piñera es distinto, él es un político, es un hombre que hizo inversiones y fue exitoso, pero es esencialmente un político. Llegó a La Moneda después de haber sido senador ocho años y presidente de Renovación Nacional.

“El daño por el caso Caval ha sido personal. Ha sido mío”

¿Qué aprendió del caso Caval?

Que tengo que ser más cuidadoso.

¿Por qué recibió a Natalia Compagnon y Sebastián Dávalos? ¿Porque eran parientes de Bachelet?

Eso lo he respondido en todas las instancias en que he sido requerido. En mi declaración como testigo ante el fiscal, que ustedes y todos los medios publicaron. Le respondí a la Cámara de Diputados, hablé del tema en el video y en mi encuentro con la prensa días después.

¿No resulta razonable suponer que un empresario que concede una reunión de este tipo espera obtener algo a cambio? 

Puede que algunos puedan suponerlo, pero es falso. Algunos quieren escuchar otra cosa, pero lo que no pasó, no pasó.

¿Por qué vinculó a Compagnon con otras empresas de su grupo?

Eso está en mi declaración, por favor léanla.

¿Fue un error recibir a la nuera de la Presidenta y gestionar que ella hiciera negocios con CCU?

He reconocido mi error pública y reiteradamente.

Legalmente, ¿cree que haya algún reproche a su actuación?

Respeto mucho el trabajo de la justicia y la causa está aún en la fiscalía, donde acudí como testigo cuando se me citó.

¿Cuánto ha dañado el caso Caval la reputación del grupo?

El daño ha sido personal. Ha sido mío.

¿Usted o sus empresas aportaron recursos a la campaña de Michelle Bachelet?

Los aportes realizados a diferentes candidatos se hicieron con un criterio de transversalidad y en el marco de la ley, a través del Servel. Y esa ley estableció reserva. Ahora que la ley no permite aportes de las empresas, no habrá aportes. Cero.

¿Cómo se vincula ahora con el poder político?

Antes tenía el diálogo propio de un empresario con el mundo político, cada uno desde su rol. Pero ahora, a raíz de todo esto, decidí mantener una distancia mayor. Carlos Peña en una columna me hizo ver algo que honestamente nunca había sentido: que yo era un hombre público. Siempre me sentí el mismo gallo que vendía autos en Antofagasta y Salta.

¿Buscó obtener ventajas de un futuro gobierno de Bachelet con esa reunión?

Nunca. Nada nos ha resultado fácil, en ningún gobierno, y nunca lo he pretendido. Nuestras empresas deben ser de las más fiscalizadas en el país y está bien que así sea.

¿Se ha dicho siempre que el grupo Luksic es un grupo oficialista?

¿Qué quiere decir con eso?

Que siempre están con el gobierno de turno...

Cuando llegué del San Luis de Antofagasta al internado del Grange, debo haber tenido unos 13 años, me preguntaron en el colegio: “Luksic, ¿y de qué partido político son ustedes?”. Una noche le pregunté a mi papá. Y me respondió: “Hijo, nosotros somos del partido de gobierno”. Él siempre decía que si al gobierno le va bien, a todos nos va bien. Les dije a mis compañeros y reaccionaron duro. Después, durante la UP, los colegas empresarios nos hicieron la cruz y consideraron que era una traición a la patria que mi papá negociara con el gobierno. ¿Y cuál fue su pecado? Que en lugar de que nos expropiaran, negoció parte de sus compañías para que nos dejaran libre Lucchetti, lo que al poco andar no se cumplió. La UP le pagó con bonos, pero por esa negociación el Régimen Militar consideró que mi padre era simpatizante de la UP y le congeló los bonos por 20 años. Le abrieron una investigación tributaria que duró cinco años, con arraigo nacional, para girarle al final el equivalente a unos 500 mil pesos de hoy. No somos de ningún partido. Nuestro partido es el país y esperamos que a todos los gobiernos les vaya bien.

Se querelló contra el diputado Gaspar Rivas por los insultos. ¿Le parece una batalla desigual?

¡Qué injusta la pregunta! Insultó a mis dos mamás. Me insultó doblemente, de una manera descarada, insistió en los insultos y me hizo acusaciones falsas. Me afectó. Ahí dije, esto no puede ser, no podemos aceptar que este sea el Chile que se empiece a imponer y las descalificaciones e insultos sean el pan de cada día.

¿Qué castigo espera para el diputado Rivas?

La justicia lo desaforó por unanimidad, con el voto de 26 ministros. El proceso está recién comenzando.

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