Game of lonkos

La sucesión por el trono de Orélie Antoine de Tounens ha dado que hablar en los medios. Pero más allá de lo anecdótico, la Casa Real existe. Lo sabe la ONU y la Corte Internacional de la Haya.




“El Príncipe Philippe I de Araucanía y Patagonia murió el domingo a los 86 años en Dordoña. El funeral tendrá lugar el jueves en Tourtoirac”. De esta manera, el lunes 6 de enero de 2014, el municipio francés daba cuenta de la muerte de uno de los ciudadanos más ilustres del departamento. Hablamos de Philippe Boiry, de 62 años, y descendiente lejano de Orélie-Antoine de Tounens (1825-1878), el abogado francés que desembarcó en 1858 en Chile y dos años después se proclamó monarca del “Reino de Araucanía y Patagonia”.

La muerte de Philippe I, informada por los medios franceses, poco y nada pareció interesar a la prensa chilena. Lo cierto es que no se trató de una humorada. Elegante, culto, sofisticado y  convencido de su estirpe real, a sus funerales asistieron autoridades de Dordoña e inclusive miembros de la nobleza europea con quienes estableció lazos tras ponerse al frente de la Casa Real en 1951. También condes, duques y caballeros de su reinado, entre ellos Jean-Michel Parasiliti di Para, un confidente de Boiry de 73 años y por entonces duque y presidente del Consejo del Reino.

Ha sido la elección de este último como sucesor del Philippe I lo que ha vuelto a poner al Reino en la mira de los medios. Y es que no todos quedaron conformes con su nombramiento. Dos caballeros de la orden de la Estrella del Sur, la máxima distinción del reino, cuestionaron a Parasiliti e iniciaron una revuelta para instalar en el trono al hijo de uno de ellos, Stanislas Parvulesco, un aprendiz de zapatero de 20 años.

“No tiene sentido que en una monarquía se reemplace a un hombre viejo con otro”, señaló Parvulesco desde Paris, reclamando por el - a su juicio- nulo recambio generacional en la monarquía. “Es un niño al que le gustan los títulos y las medallas”, respondió por su parte Parasiliti, ya investido como el príncipe Antoine IV por los cercanos a su predecesor. No se trató de una disputa por Facebook. Sus declaraciones las recogió el prestigioso The Wall Street Journal, medio que publicó una extensa crónica con la “disputa por un reino que no existe”. Pero la Casa Real existe. Y es cosa seria.

Desembarco del Rey

Para la historia oficial de Chile, Orélie-Antoine de Tounens es un loco francés que intentó sin éxito, en la segunda mitad del siglo XIX, establecer una Monarquía Constitucional al sur del río Biobío. Pero su idea, a juicio del escritor Jorge Baradit, autor del superventas “La Historia Secreta de Chile”, no era del todo descabellada. “En esos tiempos los territorios de La Araucanía no estaban dominados por Chile; poderosos caciques que en la práctica poseían investidura de jefes de Estado manejaban esas tierras a su antojo”, señala. “Se podría decir que el imperio ya existía”, agrega Baradit.

Esta independencia territorial fue observada también por uno de los más influyentes intelectuales del siglo XIX, Domingo Faustino Sarmiento. “Entre dos provincias chilenas (aludía a Concepción y Valdivia) se intercala un pedazo de país que no es provincia y que aún puede decirse que no es Chile, si Chile se llama el país donde flamea su bandera y son obedecidas sus leyes”, escribió Sarmiento en el diario El Correo de Concepción en noviembre de 1854.

Y era verdad. El País Mapuche existía, era conocido como Wallmapu, se extendía desde el Pacífico al Atlántico y ante la amenaza de las nacientes repúblicas de Chile y Argentina, necesitaba de aliados urgentes. De allí la atención con que importantes lonkos escucharon en su minuto los ofrecimientos de Orelié Antoine.Kilapán, el principal líder de la resistencia mapuche a este lado de los Andes, uno de ellos. Y no sólo lo escucharon.

Bajo el nombre de Orélie-Antoine I, dos años alcanzó a reinar el aliado europeo de los mapuches en un territorio equivalente a cinco veces la superficie de Francia. En 1862 fue detenido, enjuiciado y expulsado por las autoridades chilenas. Dos veces retornó a Chile y otras tantas lo hizo a Argentina, reclamando inútilmente su reinado. En sus últimos años, Tounens instaló su “corte en el exilio” en un pequeño departamento en París. Pobre y arruinado, terminó sus días como un modesto empleado municipal. Murió en Dordoña el 17 de septiembre de 1878. El, pero no su reino.

Winter is coming

"La fundación del Reino fue la conclusión a que llegaron los lonkos de entonces para consolidar una independencia reconocida por España en 1641. Tanto Chile como Argentina ya habían demostrado su política expansionista y frente a esta realidad, la reacción natural de todo pueblo es buscar apoyo y reconocimiento internacional. Con el abogado francés se les presentó esa oportunidad y la tomaron", señala Reynaldo Mariqueo a La Tercera.

Mariqueo es originario de la “comunidad Juan Mariqueo” en la Araucanía. Ex militante socialista, salió del país con lo puesto tras ser requerido por los militares tras el golpe, radicándose desde entonces en Bristol, Inglaterra. Desde el exilio organizó a los mapuches de la diáspora, ayudó a fundar el Comité Exterior Mapuche y ha sido uno de los más activos portavoces indígenas en la ONU. También es Conde. Si, Conde de Lulul Mawida. Y consejero del Reino.

De allí que poca gracia le hace ver a los medios festinando con la monarquía. “Se toma esto como una anécdota pero no me extraña; el reino es vilipendiado por quienes ocuparon el Wallmapu”, asegura desde Europa. Mariqueo fue amigo del fallecido príncipe, “un hombre que siempre defendió la identidad mapuche y nuestra lucha”, señala. Y es que más allá de la monarquía y los dimes y diretes de la sucesión, la Casa Real existe, es reconocida por las cortes en Francia y, vía la organización no gubernamental (ONG) “Auspice Stella”, tiene incluso estatus consultivo en las Naciones Unidas, en Ginebra.

“La Casa Real es vista, por los expertos en derecho internacional, como un instrumento jurídico”, subraya Mariqueo. Esto sería reconocido por la ONU e incluso sus reclamos podrían llegar a ser vistos por la Corte Internacional de La Haya, advierte. “La Casa Real no pretende atribuirse la representación ni ser el portavoz del pueblo Mapuche. Tampoco desea reconstituir la monarquía, pero el título que ostenta tiene un valor simbólico y jurídico vigente. Y en la medida que contribuya a difundir la lucha mapuche en Europa, la vamos a defender”, finaliza.

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