Gerente general del Teatro del Lago: "Aquí, el compromiso de la familia Schiess sigue igual de fuerte"

A Nicolás Bär Le ha tocado liderar la nueva etapa del espacio, el cambio de financiamiento y el viaje del matrimonio gestor a Europa. Aquí entrega sus impresiones sobre los cambios que enfrenta uno de los recintos culturales más relevantes del país.




La primera vez que entró al teatro, a mediados del año pasado, quedó impresionado con su infraestructura y programas educativos. Hasta poco antes de esa fecha Nicolás Bär (38), actual gerente general del Teatro del Lago, había estado terminando un MBA en Estados Unidos, por lo que nunca había podido visitar el espacio cultural que hoy preside: sólo había escuchado hablar de él. Con esa primera visita, recuerda, quedó impresionado: “Nunca había tenido la experiencia de entrar. Entonces mi primera impresión fue de sorpresa y asombro”, comenta.

Quien fuera subsecretario de Cultura por tres meses y agregado cultural en Washington durante el resto de la administración de Sebastián Piñera, tiene en su currículum un Master of Arts de la Universidad de Warwick y formación de ingeniero civil. Esos primeros estudios de su vida son los que se hacen más patentes cuando explica la nueva etapa del teatro que entró a liderar en agosto de 2015, tras la salida de su anterior directora ejecutiva, Carolina Schmidt. Con conceptos como management y planificación estratégica, Bär explica esta nueva fase del teatro: la de la sustentabilidad. Esta fue una de las palabras más utilizadas cuando en noviembre del año pasado, a tres meses después de la llegada del nuevo gerente, el director creativo de la entidad, Ulrich Bader-Schiess, dio un anuncio que cambiaría el que hasta ahora ha sido el financiamiento más importante de la entidad.

“Hoy el Teatro del Lago es una marca país. Demasiado grande para una familia”, expresó en la ocasión. Una noticia que generó cierta intranquilidad respecto al futuro económico de uno de los espacios culturales más relevantes del país; desde sus inicios el proyecto del teatro ha sido financiado en su mayor parte por la familia Schiess, con una aporte de 44 millones de dólares para su puesta en marcha y dos tercios de su presupuesto anual, que llega a los seis millones de dólares.

Pero el anuncio de Ulrich Bader -o Uli, como le dicen sus conocidos- no es algo que genere preocupación dentro del teatro, afirma Bär. “Este es un proyecto que responde a una vocación social, a un interés tan grande por devolverle al país, que no es una cosa que se acaba de un día para otro”, expresa. De hecho la familia Schiess, dice, no tiene proyectado disminuir su aporte al teatro en un tiempo cercano, y mucho menos este año. El anuncio de Uli, comenta, se refiere a un plan estratégico de buscar más aportes que logren, a largo plazo, que el teatro sea sustentable y no dependa de un solo donante. “Aquí el compromiso de la familia sigue igual de fuerte. Es tan fuerte que se está mirando a muy largo plazo (…). Estamos mirando a 20, 30, 40 años. No podemos dejar que este espacio deje de funcionar o deje de hacer el aporte que hace”, agrega.

El Teatro del Lago fue concebido hace años por el patriarca de la familia a cargo del holding Transoceánica, Guillermo Schiess, quien murió en 1998 sin ver realidad su sueño. Fue entonces que sus hijos, entre ellos Cristoph y Nicola, esta última esposa del alemán Ulrich Bader-Schiess, decidieron poner en marcha el proyecto que en 2010 logró hacerse realidad. Desde entonces ellos han sido una presencia constante dentro del funcionamiento del teatro, tanto con sus cargos en el directorio como con su aporte financiero al teatro. Desde diciembre pasado, sin embargo, Nicola, y antes Ulrich, dejaron Chile para embarcarse a Europa, en Austria y Alemania, donde ya están buscando nuevos donantes para el proyecto familiar, asistiendo a foros y paneles de filantropía internacionales.

Aunque al asumir en su nuevo cargo aún no se había proyectado el viaje, Nicolás Bär cuenta que ha estado en constante comunicación con los Bader-Schiess, quienes además viajarán durante el año a Chile. “Obviamente no es lo mismo tenerlos acá, que tienen su casa cruzando la calle, que no tenerlos acá, evidentemente. Pero yo  creo que también es un proceso que es parte de la etapa de sustentabilidad del teatro”, afirma.

Ni menos programación ni menos educación

Un bastidor con una mujer gris, en técnica mixta de acrílico y tela, es el fondo sobre el que Nicolás Bär da esta entrevista. Cuando llegó a vivir junto con su mujer y tres hijos a Frutillar, uno de los cuales nació tres meses después de instalarse en la zona, también hizo algunos otros cambios en su oficina, como este cuadro pintado por su esposa, artista. Otros dos grabados de ella también cuelgan en el espacio, además de uno de los propios proyectos de Bär realizados durante sus estudios en Inglaterra. Sobre su chaqueta negra luce un pin con tres notas musicales: do, si, la. Este es el símbolo del Círculo Mundial de Amigos del Teatro del Lago, del que es parte junto con otras 143 personas.

Y es que el proyecto del teatro ha sido algo que lo ha cautivado con su programación artística y, sobre todo, con sus programas educativos, dice. Sobre estos deja también un punto claro: no se disminuirán de ninguna forma. “Nosotros en ningún caso vamos a disminuir el nivel de programación artística que tenemos, y de todas maneras queremos potenciar nuestra programación educativa”, afirma, agregando que ni el anuncio ni la búsqueda de nuevos donantes afectarán estos programas. Por el contrario, advierte, este año se está viendo la posibilidad de aumentar el presupuesto. De hecho, se hizo una consultoría que terminó hace tres semanas para ver cómo el espacio puede levantar fondos y ser más eficiente, para así poder potenciarlos. El cuánto se aumentaría es algo que no se puede comentar aún, dice, puesto que aún están terminando de definir el plan estratégico.

Para este año comenta que también se están buscando nuevos proyectos, como el financiamiento de una organización internacional -tampoco puede mencionar aún cuál- para hacer un estudio actualizado del impacto social de los programas del teatro.  Otro será el poder mirar otros modelos de educación artística a través del mundo, para poder potenciar los que hoy día ya existen.

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