Hackeos y clonaciones de tarjetas experimentan fuerte alza en últimos seis años

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El uso fraudulento de los plásticos bancarios, según la Fiscalía Nacional, aumentaron un 956% entre los años 2010 y 2016. Otro delito que registró un incremento fue el sabotaje informático, que pasó de 472 casos a 748. Esto significó un alza de 58%, según el Ministerio Público.




En los últimos años, la forma en que los chilenos manejan su dinero y pagan los bienes y servicios ha evolucionado. Según los datos de la industria bancaria, en 2013 se realizaron 206 millones de transferencias bancarias, cifra que aumentó a 364 millones el año pasado. El cheque ya parece ser historia, pues sólo el 4% de los pagos se realizó por esta vía en 2016, versus el 55% que se hizo vía uso de tarjeta bancaria.

Estas cifras son un reflejo de cómo la tecnología ha ganado espacio en el ámbito de los movimientos financieros. Los delincuentes, por su lado, han encontrado en este fenómeno un nuevo nicho donde atacar. Así lo demuestran las cifras recolectadas por la Fiscalía Nacional (ver infografía), que arrojó un incremento del 956% en los delitos de uso fraudulento de tarjeta de crédito y débito entre los años 2010 y 2016, pasando de las 5.449 investigaciones a 57.552.

La tendencia no queda ahí. El Ministerio Público también registra un incremento del 58% en el delito de sabotaje informático, que pasó de 472 a 748 casos. Este ilícito se comete al adulterar total o parcialmente un soporte de información digital. ¿Con qué objetivo? El jefe de la Plana Mayor de la Jefatura de Delitos Económicos (Jenadec) de la PDI, Cristián Ramírez, explica que en muchos casos se busca modificar información de redes sociales o sitios web para robar dinero.

"Lo que suele verse es que los delincuentes se apropian de las cuentas de correos electrónicos o redes sociales de las personas, con el objetivo de enviar mensajes a sus contactos pidiendo dinero, con la excusa de que están en una emergencia y en las próximas horas le depositarán el dinero de vuelta. El dueño de la cuenta es víctima de sabotaje informático, y quien hace el depósito, de estafa", señala Ramírez.

Este tipo de delito cuenta con una complicación extra: no hay interacción entre el delincuente y la víctima. Ante esto, y para rastrear al imputado, el detective indica que "se debe verificar la información de las cuentas vulneradas para ver desde donde se accedió y, mediante la investigación tradicional, indagamos quién estuvo sentado en ese lugar y realizó la conexión".

Dentro del sabotaje informático -en que la PDI acumula 2003 denuncias en los últimos tres años- se encuentran el phishing y el pharming. El primero consiste en el envío de correos electrónicos, supuestamente de bancos, en que aparece un link para ingresar al sitio web de la institución. El enlace direcciona a una página similar a la original y al ingresar las coordenadas de acceso, estos datos se envían directamente a los hackers.

El segundo método -denominado pharming- consiste en infectar el computador con un malware, que al digitar la dirección del banco en el navegador, automáticamente abrirá una página clon que almacenará los datos personales de los usuarios.

Problema plástico

Entre los delitos relacionados al uso de la tecnología, el que genera la mayor carga de trabajo para policías y fiscales es el uso fraudulento de tarjetas bancarias. Las conductas sancionadas van desde la distribución ilegal de estos productos hasta la clonación.

Se trata de un delito que pareciera no dar tregua, con un alza sostenida en los últimos seis años.

Alejandro Alarcón, economista y ex gerente general de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (Abif), señala que "la banca ha gastado muchos recursos en mejorar las medidas antifraude y también ha provisto de seguros a la gente para que estén cubiertos. La masividad del uso de las tarjetas y la salida de los chilenos al exterior, que es donde más se producen fraudes, son los mayores factores que inciden en este fenómeno".

Añadió que "para la banca, es un tema que siempre está presente. En otros lugares, donde se usan medios de pago electrónicos, son mucho mayores las cifras".

Para el ex gerente general de la Abif, eso sí, hay un problema que está latente: "A la Ley de Bancos le faltan muchas cosas y no dice nada de prevención de fraudes masivos que ocurren en el país".

En tanto, el director ejecutivo de Fundación Ciudadano Seguro, David Rozowski, plantea que "desde el 2010 ha crecido de manera exponencial el uso de tarjetas de crédito y ha bajado la utilización de billetes. Eso ayuda a que crezcan delitos en ese ámbito, aumenten las bandas que se dedican a esto y hay delincuentes que han llegado del extranjero dedicados a esto". Añade que muchos de estos delincuentes se infiltran entre los migrantes que llegan al país.

La transnacionalidad de este delito es otro factor a considerar. Desde la PDI indicaron que se han detectado casos en que roban la información de las tarjetas en Chile y las utilizan en el extranjero.

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