La conmovedora historia de la Gloriosa

Gloria Bravo es la principal peleadora de artes marciales mixtas (MMA) de Chile. Fortalecida por las dificultades de su vida, ha triunfado en diversas artes marciales y conciliado su rol de madre y esposa con la búsqueda de su primer cinturón en la disciplina.




"Cuando tenía seis años, la edad de mi hijo, mi mamá me dijo: 'Oye, voy a ir a Canadá por tres meses'. Y nunca más volvió". Fue justo en este momento donde empezó la pelea en la vida de Gloria Bravo. Hoy, a los 29 años, es una de las pocas mujeres en Chile que pelea artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés) a nivel profesional, con dos victorias y dos derrotas.

Además, es la única nacional que ha entrenado en Las Vegas con Miesha Tate, segunda mejor peleadora peso gallo del poderoso UFC (Ultimate Fighting Championship, la mayor empresa de la disciplina) y  la primera en pelear en una organización estadounidense, pues ha competido en el Xtreme Fighting Champioships Internacional y hace poco confirmó contrato con Invicta FC.

El MMA es un deporte que complementa en sus combates artes marciales como el boxeo, kickboxing, jiu-jitsu brasileño, muay thai, entre otras. "Y está en alza, pues le ha ido muy bien a nivel mundial, especialmente en EE.UU. y Japón", afirma Bravo.

Si bien la disciplina es relativamente nueva en Chile (el profesionalismo, por ejemplo, llegó en 2008), la peleadora siempre estuvo ligada a ellos. Sus abuelos, a quienes ella llama papás, pues la criaron después del autoexilio de su madre y la desaparición de su papá,  la inscribieron en un programa de la Universidad Católica, llamado Deportes y valores. "Ahí tuve la experiencia deportiva de todos los deportes; hice natación, atletismo,básquetbol, entre otros. Pasé por todos los deportes y me di cuenta que no me gustaba casi ninguno", confiesa la peleadora.

Fue así como a los 12 años decidió realizar algo más fuerte. "Yo estaba inscrita en todos los talleres del colegio, habidos y por haber, y justo en el mismo horario de karate había teatro. Le decía a mi mamá [como llama a su abuela]  que iba a teatro, pero en realidad iba a karate. Me descubrió al tercer mes , porque empecé a llegar moreteada en los brazos y era raro", relata entre risas.

Al revés de lo que Gloria pensó, su abuela la apoyó, pues creyó que el deporte era acorde a la personalidad de su nieta. Sin embargo, y a pesar de que la apoyaba en el deporte que escogió, no lo hizo con los campeonatos de la disciplina, negándole el dinero para competir, por lo que aquí su abuelo jugó un rol fundamental. "Mi papá [abuelo] me daba plata a escondidas, porque mi mamá [abuela] no quería que yo compitiera en karate, entonces no me daba dinero para los torneos. Ellos dos fueron el motor de todo", recuerda.

Fue así como durante 10 años Gloria viajó a competir a lo largo y ancho de Chile y de otros países, ganando campeonatos sudamericanos y panamericanos. Si bien, hoy mira el karate como algo romántico y muy alejado de lo que realiza en la actualidad, le reconoce a la disciplina el haberla formado como persona: "Me forjó el temple que uno necesita para resistir ciertas situaciones. Y un buen puntapié para lo que iba a seguir en mi vida". Y es que Gloria nunca llegó a ser cinturón negro, pues se cruzó en su vida Víctor Vásquez.

Cuando conoció al pionero del jiu-jitsu brasileño y del MMA profesional en Chile, su actual esposo y entrenador, realizó cuatro meses karate y los otros dos deportes nuevos al mismo tiempo. Luego de unas clases se dio cuenta que lo que venía haciendo por diez años ya no daba para más.

Colgó su cinturón café y se enfocó en el jiu-jitsu brasileño y el MMA un par de años, hasta que quedó embarazada: "Subí 25 kilos. Mi doctor me puso a dieta los últimos dos meses, estaba muy guatona. Mi embarazo fue maravilloso, pero después dejé de ser la embarazada linda y me convertí en la guatona. Un día fui a comprar unos sostenes maternales y dejé a Víctor Elías [el bebé] en el coche, un poco más adelante. Y la niña de la tienda me pregunta,  '¿qué anda buscando?'. Yo le dije que unos sostenes maternales. Y me responde, 'pero eso tiene que comprárselos después que tenga la guagua'. Ahí me dije que esto no podía seguir así. Fue horrible. Me puse a entrenar mucho y bajé 20 kilos en dos meses".

De esa historia ya han pasado seis años, en los que Gloria no ha perdido el tiempo, entrenando en su categoría (peso paja, hasta 52 kilogramos) cada día más fuerte que el anterior. Algo que se refleja en un cuerpo completamente tonificado. Sin embargo, y a pesar de todo el entrenamiento, en 2015 estuvo ausente de competencias, por falta de competidoras de su nivel en Chile. Víctor y Gloria decidieron que lo mejor era viajar a Estados Unidos para entrenar en Las Vegas y aprovechar de probarse con mujeres que estuvieran a su nivel.

Cuando se le pregunta el porqué de la ausencia de mujeres en este deporte, su respuesta es sencilla: "Hay mujeres que se sienten atraídas, pero son flojas para entrenar". Y agrega: "En Chile está nulo el tema de MMA femenino por la falta de gente que formen buenas deportistas. Las niñas que están acá son autodidactas".

Fue así como Víctor asumió más que nunca su rol de padre y dejó ir a Gloria sola a Las Vegas. El primer día que pisó la ciudad del pecado, la peleadora audicionó para ver su nivel. Amateur o Pro eran las dos opciones, pero sólo existía una para ella.

Y tras quedar en el nivel profesional, desde el primer hasta el último día de todo un mes, le tocó entrenar con Miesha Tate. Aquí la Gloriosa, como la denominó su hijo, llegó a la verdadera Gloria. Los años de karate y jiu-jitsu brasileño dieron sus frutos: "Me tuve que controlar bastante porque como fan quería abrazarla, pedirle un autógrafo. Ella es muy simple, amable, fuerte y grande".

Tras su paso por Estados Unidos, Gloria regresó feliz a Chile, pues además de la experiencia adquirida en Las Vegas, ganó en San Diego un circuito de jiu-jitsu brasileño con y sin kimono y fue promovida al cinturón morado de la disciplina (dos abajo del negro).

Cuando mira hacia atrás y piensa por qué eligió un deporte tan violento, su respuesta es clara; "Siempre fui bien arriesgada. Me gustaba la aventura. Lo hice para ponerme a prueba a mí misma porque siempre fui muy delgada: la más chica, la más flaca. Pero también era la más constante, la que nunca faltaba, la que siempre llegaba a la hora. Creo que el talento es importante, pero no me considero talentosa, me considero constante".

Entrenar día a día para pelear es la consigna de vida de la Gloriosa, quien reconoce en su historia de vida el nacimiento de su carrera. "Lo que lo gatilló fue el abandono de mis padres. Tenía que buscar una manera de sobrevivir a eso, de decirle a la vida que no importaba, que mis papás se fueron pero que yo seguía ahí y no me iba a dedicar a ver tele ni a drogarme. Iba a tener una vida buena".

A pesar de todo el sufrimiento y las pruebas que la vida le ha puesto, la artista marcial mixta más importante de Chile agradece todo lo que ha pasado, especialmente haber sido criada por sus abuelos. "Si hubiese sido criada por mis padres biológicos, sería una mala persona. Al ser criada por mis abuelos maternos me convertí en una persona educada, con principios, trabajadora y normal".

La atleta profesional ya no quiere mirar atrás, sólo hacia adelante. Hoy está entrenando tres jornadas diarias para disputar el cinturón peso paja femenino del MFC 12,  evento del circuito de MMA más grande del país, ante la paraguaya Alicia Ayala. El 12 de marzo, en el Gimnasio Municipal de San Miguel, allí espera que las más de 2.500 personas que asistan al espéctaculo griten  "¡Bravo, Bravo!".

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