La Legua, con ojos de niño

La legua

Balaceras, presencia policial y falta de espacios para juegos son las preocupaciones que tienen actualmente los niños y jóvenes de La Legua. Una población en la que cerca del 35% de sus habitantes son menores de edad.




"No podemos salir a jugar a la calle cuando están tirando balazos, le puede llegar una bala a cualquiera", dice D.B., una niña de 12 años, en su relato de los días en que el fuego cruzado se toma La Legua e interrumpe los momentos de diversión con sus amigos.

Hace cinco años llegó a vivir con su madre a La Legua Nueva, en la comuna de San Joaquín. Como a otros niños, a D.B. le ha tocado convivir con la violencia asociada al narcotráfico y la intervención policial que afecta a esta comunidad, compuesta por más de 14 mil personas que viven en sus tres secciones: Vieja, Nueva y Emergencia, en las cuales un 67,6% de los residentes se encuentra en una situación de vulnerabilidad social, según el municipio.

Se trata de una población en la que, además, cerca de un 35% de sus habitantes son niños, niñas y adolescentes.

Este sector, que recibe su nombre porque está ubicado a una legua de la Plaza de Armas de Santiago, volvió a estar en los titulares esta semana luego de que un efectivo de Carabineros recibiera un disparo en la cara tras realizar un control de detención. Está en riesgo vital, y su agresor, que fue detenido el viernes, también es menor de edad. Tiene 17 años y supuestamente es parte de una de las bandas que operan en el barrio, conocida como "Los cochinos". (ver recuadro).

Zonas cero

En este barrio, la casa es uno de los lugares seguros para jugar. De hecho, durante el verano, el patio de D.B. se transformó en el punto de encuentro para ella y algunos de sus amigos de la cuadra. Hace calor, y una piscina de plástico instalada junto a un parrón los aguarda; la tarde promete.

La niña comenta que un día se sentó a conversar con sus amigos de los temas que les preocupaban de su población. Hubo coincidencia en las materias: la existencia de drogas, las balas locas, la presencia policial, además de la falta de áreas verdes y espacios para jugar. "Lo que está arriba en el problema son las drogas y las balas locas". Otro problema son los autos. "Cuando hay persecuciones, nosotros vamos cruzando la calle y ni se fijan. Pueden atropellar a algún niño", dice.

Situaciones similares fueron recogidas en un informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de 2015. El escrito, que abordó la percepción de la población respecto de los planes y políticas de seguridad en este barrio, la vivienda, la salud y la estigmatización, entre otros puntos, contempló un apartado de la situación de la infancia y sus complejidades.

Otro de los temas de mayor preocupación para los menores es el "derecho a la protección", que fue calificado con una nota de 4,2, de acuerdo a antecedentes aportados al INDH por la ONG La Caleta, derecho que se vulneraría en el espacio familiar y comunitario. En ese análisis también se mencionan otros aspectos, como la educación. En el documento se señala que "el 16% de los adolescentes no va a la escuela".

"Los niños, lo que hablan, en primer lugar, es del tema educacional. Dicen: 'no tenemos quién nos lleve al colegio'. Lo otro es el tema de la violencia, el sentirse desprotegidos, el no poder salir a jugar porque pueden recibir un balazo repentino. También está la desintegración de las familias, que es un tema fuerte, porque muchos de sus familiares están detenidos, o sea, no quedan al cuidado de nadie", sostiene Nury Gajardo, directora de La Caleta. La entidad atiende a 170 niños y jóvenes con talleres que apuntan a la protección de derechos y a actividades lúdicas, entre otros aspectos.

Otro tema mencionado por los niños tiene que ver con la presencia policial. De hecho, tanto el INDH como organizaciones de La Legua han presentado recursos de amparo contra Carabineros por situaciones de violencia que habrían afectado a menores de edad.

Desde el Parlamento

La preocupación por la situación de los niños en la población fue planteada en una sesión de la Comisión Especial de Barrios Críticos, de la Cámara de Diputados, a la que fueron invitados representantes de la zona. En la ocasión, incluso se pidió a los diputados que solicitaran una asesoría de la Unicef para abordar esta situación, apelando a la Convención Sobre los Derechos del Niño, ratificada por Chile en 1990.

F. P., de 14 años; Felipe Díaz, de 22, y las hermanas Betsali y Alexandra Espinoza, de 20 y 21 años, respectivamente, nacieron y viven actualmente en La Legua Emergencia.

Sentados en una oficina de La Caleta-que ha sido su refugio según comentan-, los jóvenes se refieren a la intervención estatal que se ha realizado en la población en los últimos 15 años. Narran que cuando niños, muchas veces, se escondieron debajo de las camas mientras las balaceras cruzaban puertas y ventanas; que fueron testigos de muertes y del abandono en el que quedaron algunos menores.

Betsali estudia técnico en enfermería en el Duoc. Entre sus recuerdos de infancia afloran los juegos interrumpidos por las balaceras y los primeros allanamientos, donde vio lo que sucedió con algunas familias que quedaron separadas. "En ese tiempo, los policías entraban y se llevaban a papás o mamás, y veías a los niños que los perseguían diciendo: ¡no se los lleven!".

También se refiere a amigos que tuvo en la infancia que se fueron perdiendo en el camino. "Tuvimos amigos cuando niños, pero que después se metieron en la droga, el alcohol. Uno los ve ahora y da mucha pena", señala.

Felipe Díaz -quien actualmente cursa la carrera de administración hotelera en Inacap- rememora su ruta al colegio. "En las mañanas, cuando iba al colegio a tomar la micro, una vez al mes al menos, pasaba que me paraban (los carabineros) y me revisaban la mochila, los cuadernos, el estuche. Nunca me dieron una explicación".

Los jóvenes que participan activamente en los talleres de La Caleta señalan que si bien la situación ha mejorado respecto de los primeros años de la intervención, existe una tarea pendiente en materia de protección de derechos. Por ello, están empeñados en enseñar a las nuevas generaciones de niños a tomar conciencia en este punto y a que no exista una normalización de la violencia. Quieren ayudar a su comunidad.

"La Caleta y varias instituciones tratan de que los niños no naturalicen este ambiente, es decir, que no vean esto como lo único. Tú puedes salir y darte cuenta que hay otros lugares, que puedes estar en un parque sin miedo a que te llegue un balazo", sostiene Alexandra.

F.P. divide sus jornadas entre el colegio y como monitora de un grupo de diez niños en la misma organización. Dice que si bien cuando sea adulta no quiere vivir en La Legua, "porque no quiero para mis hijos lo que viví yo cuando niña", añade que "mi idea es estudiar algo que tenga que ver con niños y ayudar a mi población, a que esté mejor".

Respuestas

La situación de los niños que viven en barrios complejos debe ser mirada integralmente, dice Anuar Quesille, oficial de Protección Unicef Chile. "Hay que pensar no solamente en hacerse cargo de los derechos importantes para superar carencias que hay en estos sectores, como el derecho a la libertad, a la educación. Hay que ver de qué forma se satisfacen derechos que son igualmente importantes, como el derecho a que los niños puedan crecer y desarrollarse en un entorno libre de violencia".

El subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, se refiere a los recursos de amparo interpuestos contra carabineros. "Somos categóricos en señalar que el gobierno no acepta que agentes del Estado abusen de su autoridad para vulnerar los derechos esenciales de las personas. Pero con la misma convicción, tenemos que ser responsables para abordar los casos conforme a las denuncias que se presenten", asevera.

Según la cartera, de veinte recursos registrados contra carabineros en los años 2015 y 2016, derivados de procedimientos u operativos en La Legua, en dieciocho casos los tribunales de justicia desestimaron las acusaciones y dos fueron acogidos.

En tanto, el fiscal de la zona sur, Patricio Rozas, indicó que uno de los problemas es el armamento, el que es combatido gracias a la ayuda de los mismos pobladores. "Hemos podido constatar, en el trabajo con personas que viven en el interior de La Legua, no sólo la sensibilidad y el temor, sino que también que se han convertido en grandes aliados a la hora de entregarnos información. Si La Legua estuviera tomada por los narcotraficantes, no veríamos en los dirigentes vecinales la colaboración que vemos, porque ellos no se dejan tomar, se resisten al control de los traficantes colaborando con las investigaciones", dijo.

A mediados de enero, el subsecretario del Interior se reunió con la jefatura de la PDI, Carabineros y representantes de la Unicef para abordar el perfeccionamiento de los estándares policiales para resguardar los derechos de los niños.

La Unicef, en tanto, ya recibió la solicitud por parte de la Comisión para dar su visión de la situación de la infancia en La Legua, y así dar una repuesta a las necesidades de sus niños.

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