La polémica relación entre médicos y los laboratorios farmacéuticos

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Desde lápices a becas están entre los regalos de las empresas, que se busca limitar con un acuerdo. Pero algunos doctores dicen que no es suficiente y que es sospechoso que sea promovido por la industria.




Hasta hoy, un pendón promocionando el último medicamento de un laboratorio era habitual en cada reunión clínica realizada en recintos hospitalarios. El espacio -usado para educación médica continua- es uno de los auspiciados por la industria farmacéutica, que lleva el desayuno o almuerzo con tal de estar ahí.

Ese aporte de la industria -consensuado e incluso solicitado por los médicos- era considerado normal e inocuo, aunque hay pruebas de que no lo es. Estudios en EE.UU. han mostrado que los incentivos de la industria farmacéutica a los médicos -que van desde lápices a invitaciones a congresos- tienen influencia en lo que prescriben. En Chile recién se está reconociendo públicamente y sólo hace unas semanas el Colegio Médico firmó un acuerdo con la Cámara de la Innovación Farmacéutica (CIF) -que agrupa laboratorios que producen medicamentos originales- para acabar con los conflictos de interés, eliminando invitaciones y regalos o financiamiento individual a médicos, aunque dejando que toda contribución en pro de la educación continua pase a través de sociedades o instituciones médicas. Aún podrán invitar directamente a algunos médicos, pero a través de contratos.

Gladys Bórquez, presidenta del Departamento de Ética del Colegio Médico, dice que es un avance. "Nosotros decimos: terminemos la relación directa entre la industria y el médico en su consulta y hagámoslo fomentando programas, congresos, proyectos de capacitación donde la industria muestre cosas nuevas, pero tengamos libertad de oírlos a ellos y a todos los demás", dice.

Reconoce que hay un espacio en que la industria les ayuda a capacitarse, porque los hospitales públicos, por ejemplo, no tienen fondos para eso. "Estamos de acuerdo con que se relacionen con la institución, con la sociedad médica, colegios profesionales, y allí contribuyan con dinero para sacar adelante congresos, capacitación, pero terminando con la relación directa que haga pensar a un paciente que estoy recentando porque alguien me mostró algo", señala.

Pero para Cristóbal Cuadrado, investigador en Salud Pública de la U. de Chile, y director de Médicos Sin Marca -que aboga por el fin de la relación entre médicos y la industria-, no es suficiente y es, más bien, "un lavado de imagen de la industria". A su juicio, no sólo tardaron en reconocer la existencia del conflicto de interés, sino que debería sospecharse de un acuerdo promovido por la industria que se busca regular, pero además hay muchos vacíos en el acuerdo que no garantizan su éxito.

"Sólo traslada el conflicto de manera individual a la sociedad científica, sin resguardar que esa sociedad no sufra los mismos sesgos, problemas e incentivos que hay a nivel individual, como está demostrado en la literatura", advierte.

El acuerdo, agrega, tampoco puede ser implementado, porque a menos que sea traspasado al reglamento de ética del Colegio Médico, no fija sanciones. Tampoco incluye a las empresas de insumos médicos o terapéuticos, algo que se pretende lograr en el futuro.

Jean-Jacques Duhart, vicepresidente ejecutivo de la CIF (que tiene el 14% del mercado y 30% en valor), señala que el acuerdo con el Colegio Médico se trabaja desde 2013 y busca poner fin a las suspicacias.

"Sabemos que la desconfianza es terreno fértil para que alguien diga: 'ya, esta cuestión hay que regularla', poner restricciones y gastar buena parte de la energía en discutir regulaciones, de estar preocupado del empedrado y no de hacer la pega", indica. "No hay que perder tiempo y energía en problemas accesorios y concentrarnos en los grandes problemas de salud", agrega.

Elmer Torres Cortés, vicepresidente ejecutivo de la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (Asilfa), dice que cuando se habla de conflicto de interés, no se puede generalizar. Cree que cualquier iniciativa en pos de la transparencia es valorable, pero la Asilfa "no requiere estos convenios, pues sus miembros ya tienen un comportamiento empresarial encuadrado en los más altos estándares éticos y morales".

Bórquez reconoce que para algunos no será suficiente, pero es necesaria la ayuda de la industria cuando el sistema no tiene presupuesto para capacitar a todos. "En un mundo ideal uno desearía que todas las instituciones de salud tuvieran en su presupuesto la capacitación a médicos", dice.

Eghon Guzmán, presidente de la Asociación de Sociedades Científicas-Médicas de Chile (Asocimed), manifiesta que por años la industria farmacéutica premiaba a los médicos que prescribieran sus fármacos, pagando viajes, estadías a congresos, y escogiendo a quienes prescribían más, a pesar de que no deberían conocer esa información. Precisa que en 2005 vieron estos conflictos de interés y crearon recomendaciones para evitarlos, incluyendo, por ejemplo, "aceptar la menor cantidad posible de obsequios de proveedores médicos y no aceptar obsequios que por su valor representen un compromiso para el médico".

Les alegra el acuerdo con la CIF, y aunque sea sólo con una agrupación de farmacéuticas, dice que al estar de acuerdo el Colegio Médico, las sociedades y la Academia de Medicina, el resto terminará por incluirse.

El subsecretario de Salud, Jaime Burrows, está consciente del conflicto y, de hecho, en el Congreso se tramita el Proyecto de Ley de Medicamentos 2, que tiene un capítulo sobre el tema. "La exigencia a los laboratorios y productores es hacer públicas las transferencias de valor a médicos e instituciones. El modelo propuesto es el Sunshine Act (EE.UU., ver recuadro). Ya está para ser discutido en julio y pasar a segundo trámite", sostiene.

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