Los años perdidos de Smythe

Reconocido por sus coloridas pinturas, fue también pionero del arte conceptual. Una muestra en D21 rescata su obra más política.




Los casos pasan desapercibidos en la prensa nacional, pero para Francisco Smythe (1952-1998) representan algo más oscuro que está pasando o está por venir. A lápiz grafito y con trazos simples,  reproduce una serie de retratos de personas extraviadas publicados en los diarios. Se busca a una mujer de 68 años y un hombre de 20, ambos con sus “facultades mentales perturbadas”, y a una niña de 11 años que un día de primavera salió de su casa acompañada por una mujer y se le perdió la pista.  Es 1974, su primo   John McLeon, actor del Teatro Aleph, es detenido desaparecido, y Smythe se convierte en el primero en hablar del tema a través del arte.

También es uno de los adelantados en plantear un gesto gráfico que remeda a las páginas del diario, y que mezcla la escritura, la fotografía y la mancha para hacer diagramas visuales de la contingencia.

Poca gente ve las obras y con el tiempo quedarán guardadas en la casa de su viuda, Paulina Humeres, esperando volver a ver la luz. Hoy es el día: galería Departamento 21 exhibe hasta el  15 de octubre la serie Desaparecidos,  de 1974, junto a Paisaje urbano, de 1977, que reúne collages sobre su vida diaria en San Diego y Franklin, barrios en los que vivió tras llegar desde Puerto Montt en 1968, para estudiar arte en la U. de Chile, en 1968.

Se trata de una faceta política poco conocida del autor, recordado por sus alegres y coloridas pinturas de corazones, palmeras y montañas que a fines de los 80 hicieron furor en el circuito galerístico local. Su muerte prematura, a los 45 años por un cáncer linfático, convirtió a Smythe en una figura mítica. Hoy, su mural al interior de la estación de metro Baquedano es uno de sus legados más tangibles, pero hay más. “Se hizo una lectura banal de su pintura. La gente piensa que sus corazones son corazones de amor y lo que menos tienen es de eso. Son corazones contenidos, demarcados con una línea negra, nunca expansivos. Su obra es un autorretrato”, dice Paulina Humeres, la artista que vivió con él hasta los 90 y quien se hizo cargo de su legado.

Color y libertad

Para Justo Pastor Mellado, curador de la muestra, con las obras del 74 y 77 Smythe se inscribió como precursor del arte conceptual en Chile, junto a su compañero de clase, Carlos Leppe. “Se adelantó al uso del fotocarnet en el arte local, armó un sistema gráfico nuevo y se acercó al pop art. No al de Warhol, sino a la cultura popular chilena. La serie de San Diego y Franklin del 77 muestran su interés por lo urbano, los cités, los bares, los personajes raros, es el retrato de una época”, dice Mellado.

El 1978, Smythe se va a Florencia con una beca del gobierno italiano. Allí, se empapa de la transvanguardia italiana y el pop art. Su obra cambia, se llena de color, mezcla técnicas, usa íconos que remiten a lo natural, las montañas, las palmeras y los corazones. Con esa obra colorida, suelta y libre vuelve en 1985 a Chile. El recibimiento no es cálido. La Escena de Avanzada, con Nelly Richard a la cabeza, le da la espalda. Pero Smythe encontró nuevos aliados, jóvenes pintores  que se enfrentaban al pesimismo y seriedad del arte en boga. “Al grupo de Samy Benmayor, Bororo y Matías Pinto le dice que no tienen que avergonzarse y que sus obras tienen un origen en Matta. Les inventa un mentor y una misión: ‘Romper con la escasa variedad tonal de la pintura chilena’”, cuenta Mellado.

En ese entonces, no se imaginaba que le quedaba sólo una década para seguir creando. Su despedida la hizo con bombos y platillos, con una retrospectiva en el edificio Telefónica (ex CTC), que no alcanzo a inaugurar: moriría dos días antes. Allí, volvía a romper esquemas, mostrando obras digitales y esculturas en fibra óptica, que abrían nuevas lecturas de su trabajo. “Siempre veía más allá, siempre estaba anticipando e inyectando de energía a mucha gente. Al final estaba muy interesado en las comunicaciones virtuales, las relaciones entre las personas, el futuro”, relata su viuda.

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