Mónica Echeverría: la rebeldía de una mujer longeva

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La profesora, actriz y dramaturga de 96 años, quien el lunes fue distinguida por su labor en el teatro infantil, ya trabaja en un nuevo libro y dice que sus ideas no se enfrían: "Soy más revolucionaria que cuando joven".




No se anda con rodeos: Mónica Echeverría solo se limita a oír cuando otros opinan que es una mujer atípica. "Y es que en realidad lo soy, no hay ningún misterio en ello. Pocas podrían decir, con casi 97 años, que siguen igual de rojas y furiosas que cuando eran jóvenes, yo sí. No soy una de esas viejas apolilladas, desinformadas o que ya no piensan", dice en el jardín de su departamento en La Reina, donde vivió junto a su esposo, el arquitecto Fernando Castillo Velasco, fallecido en 2013.

Rara vez, cuenta la profesora, actriz y dramaturga, opta por el encierro. "Gozo de tan buena salud que no me lo perdonaría. Voy cada semana a la Biblioteca Nacional, visito amigos, doy charlas y me reúno con mujeres activistas, pero algunos creen que debería parar y descansar, aunque eso terminaría matándome. No concibo vivir sola, sin el contacto con jóvenes. Son ellos quienes han reforzado en mí estas ideas que para muchos parecen libertarias, y siento que hoy soy mucho más revolucionaria que cuando era joven", asegura.

Este lunes, una de las fundadoras del grupo Ictus en 1955 fue distinguida por la Asociación Internacional de Teatro para la Infancia y la Juventud (ASSITEJ, fundada en 1965 por la Unesco) por su labor teatral en la sala La Comedia, donde estrenó, en los 60, la serial de Quiquirico, entre otras obras. "En mis años como profesora de castellano siempre creí en el uso del teatro y otras disciplinas artísticas para estimular la creación. No existe otra forma. Aun así mis obras fueron polémicas en su época, porque sus protagonistas no eran héroes relucientes ni animalejos de mejillas coloradas, sino niños que se meaban en la cama y que mentían para no hacer las tareas. Nunca subestimé a ese público ni les negué la posibilidad de reconocerse a sí mismos", dice.

Distanciada del teatro y la dramaturgia, hoy Echeverría investiga y escribe libros que levantan polvo. Su última estocada fue Háganme callar, donde elaboró su propia lista de "los ocho más odiados" -Enrique Correa, José Joaquín Brunner, Eugenio Tironi, Jaime Estévez, Oscar Guillermo Garretón, Max Marambio, Fernando Flores y Marcelo Schilling-, a quienes conoció tras participar en la toma a la Casa Central de la UC en agosto de 1967, y que dio paso a la Reforma Universitaria.

"Muchos de esos supuestos idealistas cesaron en sus ideas cuando el poder puso sus garras sobre ellos, y son responsables de que la educación chilena siga dividiendo a los jóvenes por su clase", opina.

Ahora trabaja en un nuevo libro que saldrá en 2018, una biografía de Sybila Arredondo, hija de Matilde Ladrón de Guevara y ahijada de Gabriela Mistral, ex mujer del peruano José Miguel Arguedas y del poeta chileno Jorge Teillier, quien fue acusada en 1985, junto a otras 70 mujeres, de pertenecer a Sendero Luminoso en los años de Fujimori. Sybila Arredondo pasó 15 años presa en Lima y regresó a Chile en 2002.

"Hoy ella vive en Francia, pero su historia, como la de otros personajes que he recogido -Violeta Parra y Clotario Blest, entre otros-, es símbolo de la injusticia. El hecho de ser mujer acalló muchas verdades suyas que saldrán en este libro ", dice.

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