Ortega apuesta a ampliar su poder en Nicaragua tras elecciones de hoy

mural Daniel Ortega y Hugo Chávez

El mandatario no tiene rivales de peso después de que el principal partido opositor fuera ilegalizado. De vencer, podría sumar 15 años en el poder consecutivos. Antes había gobernado entre 1979 y 1990.




Casi cuatro millones de nicaragüenses acudirán hoy a las urnas a votar en medio de un ambiente de tensión que no se registraba en décadas pero donde no se esperan grandes sorpresas: hay gran consenso en que el actual mandatario, Daniel Ortega, seguirá liderando al país centroamericano.

De confirmarse la tendencia en las encuestas, el "comandante" Ortega, de 71 años, obtendría su cuarto período presidencial y el tercero consecutivo. Eso porque como máximo líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Ortega comenzó a gobernar el país en 1979, tras la caída de la dictadura de Anastasio Somoza, y tuvo un primer mandato formal como Presidente del país entre 1985 y 1990.

Luego volvió a retomar las riendas de Nicaragua en enero de 2007. Desde entonces ha logrado mantenerse en el poder y, de ganar hoy, podría sumar nada menos que 15 años consecutivos como Presidente.

Según la encuestadora local M&R, Ortega cuenta con un 69,8% de intención de voto. Le sigue, con el 8,1%, el ex miembro de la Contra Maximino Rodríguez, candidato del Partido Liberal Constitucionalista. La empresa extranjera CID Gallup Latinoamérica, en tanto, otorga a Ortega 52% de las preferencias electorales.

La tensión es latente en el país luego de que un amplio sector de la población comenzara a promover la "abstención activa", que consiste en no votar y luego divulgar las razones de esa decisión. Quienes promueven esa opción son parte de los grupos que consideran los comicios como una "farsa" al estar diseñados exclusivamente para que Ortega los gane.

Eso después de que la segunda fuerza política del país, el Partido Liberal Independiente, fue ilegalizada en junio y su candidato, Eduardo Montealegre, fue excluido de participar en los comicios. Las elecciones se desarrollan además sin observación electoral internacional.

De esa manera, Ortega se convirtió en el único candidato importante en los comicios. "Esta es una elección para elegir a Ortega. No a otros candidatos. Los otros son comparsas para darle un cariz de competencia", aseguró a La Tercera el analista político nicaragüense Oscar René Vargas.

Especial enojo en algunos sectores también ha causado la candidatura a la vicepresidencia de la esposa de Ortega, Rosario Murillo. No es primera vez que el mandatario se apoya en sus más cercanos para aferrarse al poder: siete de sus hijos se encuentran en distintas posiciones clave dentro de Nicaragua. Murillo ya era considerada tan poderosa como su marido y no sólo ejerce como vocera sino que tiene una gran influencia en ministerios y alcaldías.

"Su esposa es solo un competidor para sucederlo a él. Ortega está pensando que este es su último período, pero va a heredar uno nuevo", explica Vargas.

Según algunos analistas, la candidatura de su esposa confirma las ambiciones del mandatario de continuar en el poder con una dinastía familiar, algo que sus propios ex compañeros de armas han comparado con los Somoza, el régimen familiar que el mismo Ortega ayudó a derrotar y que gobernó el país entre 1934 y 1979.

Por lo mismo el mandatario ha sido blanco de críticas de quienes lo acompañaron durante la Revolución Sandinista y de muchas de las personas que trabajaron con él en los años 80. Sus adversarios también aseguran que el mandatario controla prácticamente todas las instituciones del país y que con estos nuevos comicios, sólo busca perpetrarse en el poder.

Durante los años de gobierno de Ortega, Nicaragua se ha mantenido como el país más pobre de Centroamérica y el segundo más pobre de la región. Ahí el 39% de la población es considerada pobre y la pobreza extrema alcanza al 7,6%.

Se espera que la economía, que hasta el momento ha seguido creciendo, también empiece a decaer. Según datos oficiales, entre 2007 y 2016, Nicaragua recibió casi US$ 4.800 millones en préstamos e inversiones de Venezuela -su gran aliado económico- que fueron manejados fuera del presupuesto oficial. Pero se espera que los bajos precios del petróleo y la crisis política en el país de Nicolás Maduro golpeen también el comercio entre los dos países.

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