¿Trump se queda solo tras Charlottesville?

imagen-trump-departs-via-marine-one-helicop-38746974

Varios republicanos lo han reprochado, cortó relaciones con empresarios y hasta el cuerpo militar condenó la violencia del sábado en Virginia, luego de que supremacistas se enfrentaran a grupos anti racistas. Pero Trump parece ajeno a las críticas y no ha condenado el hecho como muchos esperaban. Así, ahora se encuentra aislado.




En un fondo rojo, un dibujo del Presidente Donald Trump lo muestra gritando a través de un megáfono que es un capirote del Ku Klux Klan (KKK), una capucha blanca en forma de punta.

La imagen ilustra la portada del último número de la revista The Economist. "Donald Trump no tiene idea lo que significa ser Presidente", señaló esta influyente publicación. Además, el semanario catalogó al mandatario de inepto, de moralmente estéril y de poseer un temperamento impropio para el cargo. "Esta semana ha fracasado con las pruebas políticas más simples: encontrar la manera de condenar a los nazis", señaló el artículo.

La reacción del mandatario estadounidense a los violentos disturbios en Charlottesville, Virginia, el sábado, le está costando muy caro. Trump ha tenido una posición cambiante sobre el tema y ha enfrentado una avalancha de críticas por no haber condenado enérgicamente el hecho. El fin de semana, grupos supremacistas blancos, miembros del KKK y neonazis protestaron en contra del retiro de un monumento al general Robert E. Lee, que luchó en la Guerra Civil por los Estados Confederados. La manifestación se fue de las manos cuando se enfrentaron a grupos antirracistas y un joven admirador de Hitler arrolló y mató a una mujer con su vehículo. La jornada dejó tres muertos y más de 20 heridos.

Pero Trump no recriminó a los supremacistas. El domingo dijo que "muchas partes" eran culpables por los incidentes. Al día siguiente la Casa Blanca intentó bajar el tono y escribió en un comunicado que el "racismo es malo". Sin embargo, el martes el Presidente volvió a decir que "ambos" lados estaban detrás de los disturbios. Esto no cayó nada bien y sorprendió a muchos.

Ahora el jefe de Estado republicano se encuentra cada vez más aislado en una crisis racial "de su propia fabricación", señala The New York Times. No sólo ha sido duramente criticado por sus correligionarios -quienes lo presionan para que condene a los grupos racistas-, sino también por los ex Presidentes George H. Bush y George W. Bush. También, una serie de congresistas del Partido Republicano tomaron distancia del mandatario, a pesar de que no todos lo condenaron por su nombre. Su hija, Ivanka Trump, que es judía, señaló: "No debe haber sitio en la sociedad para el racismo".

Pero las críticas han cruzado fronteras. La primera ministra británica, Theresa May, dijo, sin nombrar a Trump, que era importante "condenar las visiones de ultra derecha en cualquier parte". El Presidente francés, Emmanuel Macron, escribió en Twitter que está "junto a los que combaten el racismo y la xenofobia". Y el jefe de la diplomacia alemana, Sigmar Gabriel, fue aún más lejos y denunció el "enorme error" de Trump al no distanciarse de los neo nazis.

Pero además de enfrentarse al mundo político, el Presidente no dio pie atrás y llevó el asunto más allá. El miércoles decidió romper con la comunidad empresarial luego de que miembros de dos consejos consultivos que había formado se rebelaran contra él y muchos renunciaran tras sus comentarios sobre Charlottesville. Ante la masiva renuncia de sus integrantes, Trump disolvió el Consejo sobre Industria y el Foro de Estrategia y Política.

Al mismo tiempo, en un gesto poco común, cinco jefes militares del Departamento de Defensa salieron a condenar los ataques en Virginia. "No hay lugar para el odio racial o el extremismo", señaló el comandante del Cuerpo de Marines, el general Robert B. Neller.

Eso sí, miembros de su administración han permanecido leales al Presidente, al menos en público. El Vicepresidente, Mike Pence, dijo en su visita a Chile que Trump ha sido claro "en esta tragedia al igual que yo".

No obstante, su estratega jefe, Steve Bannon, quien está detrás de varias de las medidas más polémicas de la Casa Blanca, pareció tomar distancia. En una entrevista con la revista American Prospect, el asesor dijo que los supremacistas blancos eran una "colección de payasos", "perdedores" y "marginales". Además, contradijo la política de Trump respecto de Corea del Norte, ya que señaló que no había una "solución militar" para el asunto. "A menos que alguien contradiga el cálculo de que en los primeros 30 minutos de una confrontación morirán 10 millones de personas en Seúl por armas convencionales, olvídense, no hay una solución militar allí, ellos tienen ventaja".

Pero el gobernante parece hacer oídos sordos a las críticas. A través de Twitter señaló ayer que era "triste" ver cómo eran removidas estatuas confederadas, ya que Baltimore decidió retirarlas y en Dorham (Carolina del Norte) manifestantes derribaron una. "Es triste ver la historia y la cultura de nuestro gran país haciéndose trizas con la remoción de nuestras hermosas estatuas y monumentos", escribió.

Todo esto llega en momentos en que Trump ya había alimentado tensiones con el Partido Republicano. El mandatario criticó a los líderes del Congreso por la demora en cumplir su agenda y los alarmó con la amenaza militar contra Pyongyang y Venezuela. Su reacción ha creado una "profunda incertidumbre sobre si puede dirigir eficazmente a su partido y concentrarse en las tareas urgentes que se avecinan", señaló el diario The Washington Post. Para varios sectores, el daño que ha hecho Trump en este tema es irremediable.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.