La próxima reunión entre el Papa y los obispos



Entre el 14 y el 17 de mayo próximo el Papa Francisco recibirá en Roma a la Conferencia Episcopal de Chile en forma extraordinaria. Un gesto inédito motivado por las repercusiones causadas por los cuestionamientos al obispo de Osorno Juan Barros, por el supuesto encubrimiento que hizo de los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima. La convocatoria llegó en una carta enviada a los obispos el 8 de abril pasado y dada a conocer durante el desarrollo de la Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, en la que el Pontífice asegura haber "incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, por falta de información veraz y equilibrada" y pide perdón "a todos aquellos a los que ofendí". Y en la que, a su vez, cita al episcopado chileno al Vaticano para que, junto con él, determinen "las medidas que a corto, medio y largo plazo que deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia".

El hecho sin precedentes en la historia reciente del Vaticano vino a ratificar la crisis que atraviesa la Iglesia Católica chilena, marcada por la pérdida de confianza en ella de parte de la sociedad. Una situación de la cual son responsables, en primer término, los miembros del episcopado chileno por no haber sabido responder con asertividad y prontitud a los conflictos derivados de los casos de abusos por parte del clero, pero en la que también tiene participación el propio Pontífice. En lo referente al caso del obispo Barros, en enero durante su viaje a Chile, Francisco le restó valor a las acusaciones e insistió que había hecho "estudiar e investigar mucho el caso", pero no había ninguna evidencia contra el prelado. Sin embargo, días después de llegar al Vaticano, envió al arzobispo Charles Scicluna a Santiago a indagar nuevamente el tema y en poco más de una semana, el prelado elaboró un informe que llevó finalmente al Papa a cambiar de opinión. Un hecho que plantea evidentemente dudas e interrogantes sobre la real profundidad de las anteriores investigaciones.

No obstante, más allá de la imprudencia o fallas de valoración de parte del Papa -y del eventual engaño del que fue víctima y que es ineludible aclarar-, la reunión del próximo mes en el Vaticano ofrece una oportunidad única para dar señales claras y enmendar los errores cometidos hasta ahora. La difusión de la carta del Papa y los términos de ésta, generaron una alta expectativa en la sociedad chilena sobre las decisiones que eventualmente se tomarán. Por ello, una ausencia de medidas concretas tras la cita sólo terminará ayudando a profundizar la desconfianza en la jerarquía de la Iglesia chilena y, en nada, servirá para revertir la crisis. Pero asumiendo lo anterior, es claro que al margen de las inevitables renuncias o remociones que se produzcan en el episcopado chileno, la solución real pasa por transformaciones más profundas que apunten principalmente a revertir la desconexión entre un sector de la jerarquía de la Iglesia y la sociedad, impulsando, entre otras cosas, cambios en la actual estructura de la Iglesia que favorezcan una mayor participación de los laicos.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.