El legado psicomágico de Bachelet



Hace poco menos de dos semanas causó revuelo la quema de un muñeco que representaba a José Antonio Kast en un "acto cultural" efectuado en la Quinta Región. Frente a las críticas, el vocero del centro cultural Playa Ancha, Santiago Aguilar, se defendió diciendo que se trataba de un "acto psicomágico." Los días transcurrieron y nadie parece haber reparado en la importancia política que puedan haber tenido las explicaciones de Aguilar. De ahí que crea, convenga detenerse a reflexionar sobre la relación entre la psicomagia y la política. Y es que, intuyo, ella puede abrirnos a una nueva visión del quehacer político y, de paso, aclarar parte de los aspectos simbólicos del legado de Bachelet que la Nueva Mayoría defiende con orgullo.

Comencemos por avanzar la comprensión en la psicomagia. Según Alejandro Jodorowsky, un psicomago de renombre, este es un arte terapéutico que se constituye a partir de actos poéticos, ayudando a liberar bloqueos y traumas. Ahora, si queremos destilar la esencia del acto psicomágico, un buen ejemplo lo encontramos en el caso de un paciente que no podía "poner los pies en la tierra." La recomendación de Jodorowsky fue pegarse dos monedas de oro a las suelas de los zapatos de manera que "pise oro". Así, en la medida que caminaba sobre el preciado metal, el paciente cambió su sensación de realidad y, con ello, desbloqueó el inconsciente, transformando su existencia. Independientemente de la opinión que nos merezca este tipo de terapia alternativa y más allá del caso de JAK, cabe preguntarse: ¿podemos usar la política para cambiar la realidad de todo un país al modo psicomágico?

Si se observa la manera en que ciertos sectores abrazan el legado de Bachelet, podemos responder afirmativamente, al menos a nivel de sensaciones. Pensemos en la reforma educacional. Los establecimientos ya no pueden seleccionar y con ello la heterogeneidad a nivel de cursos se extrema. En consecuencia para los profesores enseñar se hace mucho más difícill (PISA Results 2012, Vol.IV, p. 177). Sin embargo, a nivel psicomágico, la sensación es que ahora a los niños no se los discrimina y por tanto están mejor. Otra materia que ha servido a la psicomagia es  la gratuidad. Si bien ha perjudicado enormemente a varias universidades, generando un déficit presupuestario que afecta la investigación y la calidad de la educación impartida, la sensación psicomágica es que avanzamos hacia un Chile más justo e inclusivo. Lo mismo sucede con la reforma tributaria; área en que el legado es un sistema tributario no sólo más ineficiente, sino que resultó perjudicial para el crecimiento, la inversión y el empleo, y la consiguiente baja en la recaudación. Pero la sensación psicomágica es que ahora los ricos pagan más, gracias a lo cual se financia la gratuidad en educación.

¡Qué decir del gasto fiscal y del déficit estructural! En estos temas el arte terapéutico logró resultados excepcionales, pues a pesar de los fracasos dejó la sensación de que Bachelet triunfó frente al neoliberalismo economicista, más preocupado por las cifras macroeconómicas que por las personas. Y la lista podría seguir. Desde la proyectada reforma al código de aguas- que en la práctica afectaría gravemente el derecho de propiedad, pero en la sensación psicomágica serviría a la protección del bien común-, hasta el despacho del proyecto de una nueva Constitución. Podríamos decir que este último fue el broche de oro, pues su génesis democrática aún no está del todo clara: ¿se origina en las conclusiones de los doscientos cuatro mil cuatrocientos dos ciudadanos que participaron en su discusión o más bien en el trabajo, a puertas cerradas, de unas cuantas mentes brillantes? En este caso la sensación psicomágica logra que, a pesar de la forma poco democrática en que fue elaborada (recordemos que ni los miembros de la coalición gobernante conocían su contenido), varios líderes  "valoraran" su envío a trámite legislativo…

Así las cosas, podemos ir concluyendo que la psicomagia ha llegado para quedarse, en un mundo donde las sensaciones parecen transformarse en cauces de la retórica y práctica política.  Quizás no habría nada de malo en ello si no fuera porque en este juego todos pagamos la cuenta. Basta con ver que, según la prensa, el Gobierno Regional y la municipalidad de Valparaíso financian el centro cultural Playa Ancha.

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