Un mes: cumbre y abismo

Piñera
Foto: Agenciauno


Ha transcurrido ya un mes desde la toma de posesión, y la luna de miel entre Piñera y la opinión pública no muestra signos de agotamiento. Por el contrario, las encuestas muestran que su aprobación ha ido en aumento en éstas, las primeras semanas de su regreso a La Moneda. Una suerte de hechizo pareciera haberse apoderado de los chilenos hasta hace pocos días apesadumbrados, ahora de pronto optimistas, como vislumbrando un futuro que se les antoja luminoso. Sin duda es sorprendente que un 55% de la opinión publica encuestada afirme hoy aprobar al Mandatario. Esto es mejor a lo registrado en el equivalente de su primer período (52%), aunque aún inferior a Bachelet en su comienzo (62%, abril 2006); claro, antes que los pingüinos salieran a la calle.

El control de la agenda pública por parte del gobierno ha sido simplemente abrumador. El reciente anuncio del proyecto sobre inmigración, con el Presidente discutiendo en vivo a través de Facebook, marca un hito.

Sobresaltos ha habido, y no pocos. El inesperado fallo del TC por lucro en educación, los desencuentros en Salud por objeción de conciencia, los desafortunados comentarios "privados" del ministro de Justicia, hasta la inédita (casi cómica) reedición de "machos" en el directorio de TVN. Pero, nada parece capaz de descarrilar una gestión que hasta ahora se despliega con seguridad. Incluso la disputa sobre el proyecto de ley de identidad de género pareciera enfrentar más a la oposición que al gobierno. El mayor riesgo, hasta la fecha, es la lengua de los ministros. ¡Cómo olvidar los patines y retroexcavadoras que marcaron el periodo anterior!

El contraste con una oposición desintegrada y autoenfrentada ha sido abismante. Con descarnada franqueza, el senador Ricardo Lagos Weber ha reconocido los costos de la descoordinación opositora, especialmente respecto a las comisiones convocadas por el Ejecutivo. Frente al proyecto de inmigración, la ausencia de concertación nuevamente es la tónica. Las oportunidades de daño, provenientes ya sea de los tropiezos o nombramientos fallidos, no han sido capaces de articularse como temas relevantes de oposición. La centroizquierda, es notorio, se enfrenta a un vacío: de liderazgos, de articulación, dolorosamente fragmentada, pero más importante, sin propuesta reconocible acerca de qué ofrece como alternativa.

Por supuesto, al gobierno todavía le falta afrontar los pingüinos, los de hoy, los mismos que en 2006 enfrentaron a Bachelet y en 2011 pusieron en jaque al mismo Piñera. La calle no se ha visto, pero se anuncia. El problema para la oposición es que, por ahora, la manifestación aparece como un acto vacío: no está clara la causa que ha de motivar a apoyarla. Se ha anunciado "la marcha", pero se ignora el por qué. Pensar que se podría replicar el clima de 2011, es ilusorio. En este estado, lo probable es que las manifestaciones, que las habrá, despierten rechazo y, para la oposición, terminen transformándose en otra causa de división, un paso más hacia el abismo.

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