Gerardo Varela: "El tiempo de las marchas ya pasó, hoy se quiere ver a los estudiantes en las aulas"

ministro de Educación Gerardo Varela

El titular de Educación afirma que la batalla por la gratuidad dejó "muchos heridos" y que "es hora de restañar las heridas". Y que el deber de los 700 mil universitarios beneficiados es responder con responsabilidad a los 17 millones de chilenos que están financiando su educación.


Dice el ministro de Educación, Gerardo Varela, que hubiera esperado que si el Presidente Sebastián Piñera lo convocaba a su gabinete iba a ser en la cartera de Justicia, dada su condición de abogado. Y que el Mandatario lo sorprendió cuando le pidió acompañarlo desde el Mineduc. "Uno no puede restarse a un llamado y menos a una cartera tan importante", explica ahora al comentar las razones que tuvo para aceptar el cargo.

¿Por qué alguien que ha dedicado su vida al mundo privado acepta encabezar un desafío tan complejo como el Mineduc?

Siempre he predicado que uno tiene que preocuparse de la cosa pública. La política no sé si tiene la capacidad de cambiar demasiado la vida de la gente, pero puede perjudicarla mucho. Por eso, uno tiene que tener conciencia y preocupación por el país en que vive. Vengo de una familia donde mi abuelo fue político y, en consecuencia, uno no puede restarse a un llamado.

¿Y lo sorprendió el llamado del Presidente?

Sí. Yo alguna vez había conversado con el Presidente hace un par de años. Me había preguntado si estaba dispuesto a servir en un gobierno, yo le dije que sí. Pero lo que me sorprendió fue la posición que me ofreció. Alguien que viene de una determinada actividad se considera que esta medio inhabilitado para ejercer en esa actividad. Yo creo que eso me hubiera afectado en Justicia precisamente. Esta es una cartera que tiene desafíos legales muy relevantes. Tenemos que implementar todas estas leyes sofisticadas que se han dictado y eso es un desafío jurídico importante, con lo cual creo que algunas de las competencias que se necesitan para esta etapa yo las tengo.

¿Cuál es la naturaleza de su relación con el Presidente? Porque en los partidos se sorprendieron con su nombre...

No me considero amigo del Presidente. Él tiene un círculo de amigos, yo soy una persona conocida por el Presidente. En el gobierno pasado a veces colaboré a través de Ignacio Rivadeneira en la redacción de discursos. Soy un redactor aficionado, diría yo. Por eso lo conocí, y después como columnista tuve varias interacciones con él. Nos invitaba a veces a un grupo de columnistas a la Fundación Avanza Chile, donde conversábamos de política, de la coyuntura y a veces hemos jugado tenis también.

¿Y quién gana?

Yo diría que el Presidente de Chile es el número uno como empresario, número uno de Chile en política. En tenis no creo que llegaría a número uno.

Ministro, ¿pensó en sus columnas cuando fue nominado en Educación?

La verdad es que no soy como Fernando Henrique Cardoso, que dijo "me arrepiento de todo lo que he escrito". No, yo lo que escribí, lo escribí, lo pensaba. Me parece que debe haber libertad para opinar cuando se está debatiendo y, por supuesto, la libertad se acaba cuando ya hay una ley que hay que cumplir. Son etapas distintas.

Pero lo sigue pensando...

Uno no cambia de opinión con tanta facilidad. Simplemente cambian los incentivos y cambian las obligaciones.

A usted como a ningún otro ministro le va a tocar implementar reformas que vienen del gobierno anterior, el legado de Bachelet, y hay suspicacias sobre sus opiniones en algunos temas…

Cuando se aplican a la realidad las leyes a veces muestran defectos y eso va a haber que corregirlos. Yo no tengo un sesgo especial respecto de estas leyes, porque efectivamente nacieron como un proyecto del gobierno, pero terminaron siendo aprobadas transversalmente y por eso que tienen elementos de varios lados políticos. Hoy día lo que hay que hacer es hacerlo bien.

Usted, con cierto humor, decía que era una ironía del destino que lo pusieran a implementar la gratuidad. Ya lleva aquí una semana, ¿se acostumbró?

Todavía no. No me ha tocado la ley. La verdad es que está en el presupuesto fiscal la gratuidad, estamos trabajando en su implementación, se está pagando a las universidades, está terminando el proceso de inscripción, están iniciándose las clases, está operando con normalidad la gratuidad. Lo importante es preocuparse de los efectos que la gratuidad ha tenido en otros países.

¿Son negativos?

Por ejemplo, pérdida de autonomía, deterioro de calidad. Los chilenos yo creo que atesoramos que nuestras universidades sean entes independientes, que promuevan la libertad de cátedra, la libertad de educación, y eso hay que cuidarlo. Lo otro es el deterioro a la calidad. Ahí hay un desafío importante cuando se forme la comisión que es la determinación de los aranceles. La experiencia que ha habido en Australia, en Nueva Zelandia. Hay que empezar a educarse en cómo esto ha funcionado en otras partes, de manera que en Chile funcione y sea eficiente. Por eso digo que están en el mismo bote aquellos que propiciaron la gratuidad y yo, porque tiene que funcionar. Si el costo de la gratuidad es, en definitiva, pérdida de variedad de proyectos educativos, pérdida de autonomía o pérdida de calidad de educación va a haber sido una pésima inversión que van a hacer los 17 millones de chilenos financiando esto.

No hay ningún riesgo de que la gratuidad sea reversible…

Reversible no va a ser. Cuando uno da un beneficio social de esta magnitud y naturaleza es muy difícil de revertirlo. Australia lo hizo, no sé a qué costo, porque no les resultó originalmente, pero en Chile yo no visualizo eso y hay que hacer el esfuerzo de que funcione y que funcione bien. Probablemente, la discusión se va a dar en muchos años más si fue la herramienta más adecuada y correcta para los tiempos. Yo creo que hoy día es muy prematuro para discutir eso.

La gratuidad lleva dos años funcionando. Podría haber un diagnóstico ya claro sobre sus efectos...

Sí, pero no tenemos claro cuáles son las modificaciones legales que deban hacerse para superar esos problemas. Toda actividad humana que sufre un impacto regulatorio como el que ha sufrido la educación tiene que reestructurarse. La reestructuración pasa por ver sus ingresos, sus gastos, ver el tipo de servicios que presta. O sea, esto tiene que reestructurarse. Porque yo creo que más plata fiscal no va a haber. Hoy, el presupuesto de educación son 18.500 millones de dólares, un cuarto del presupuesto fiscal casi; Chile tiene otras necesidades tanto o más importantes que la educación. Chile tiene muchos desafíos como para pensar que va a haber mucho más recursos en educación. Lo importante es que Chile crezca y ahí puede haber una fuente de recursos.

¿Es factible aspirar a una gratuidad del 100%?

Nunca llega al 100% en la ley actual, llega al 90% de la gente más necesitada. Lo que pasa es que aquí se va corriendo la curva, porque al paso que crece el país, crece el nivel de ingresos, más gente va pasando de tramo, entonces yo no visualizo que en el corto plazo se llegue al 100%.

Durante el primer gobierno del Presidente Piñera uno de sus dolores de cabeza fue la movilización estudiantil. A usted ya le anunciaron un paro. ¿Este es un tema que va a estar abierto durante todo su mandato?

Hubiera querido que no fuera así. Hubiera querido que los estudiantes entiendan que el tiempo de las marchas ya pasó, y que hoy día la gente está cansada de las marchas y lo que quiere es un esfuerzo por la calidad de la educación, por la sala de clases, por dignificar al profesor. Quisiera creer que los alumnos tienen una responsabilidad enorme y es que hay 17 millones de chilenos financiando a 700 mil que estudian gratis. Esos 17 millones de chilenos lo que esperan ver es un retorno por su inversión.

Quieren ver estudiantes en las aulas, colegios funcionando. Fíjese que la PSU del año pasado fue la peor en resultados, porque esos niños, los últimos seis años fueron menos a clases. En promedio, tuvieron ocho meses menos de clases. Entonces, la idea de que no importa marchar porque no se nota, la experiencia demuestra que no es verdad. Se nota en el rendimiento. Y cuando entran a la universidad esos niños siguen teniendo problemas. Hay que ponerlos al día en educación. Yo la verdad es que lamento que ya estén parando cuando todavía las grandes reformas que propició el movimiento estudiantil se aprobaron en el Congreso, se aprobaron de la forma civilizada que se hace en una democracia y hoy día lo que corresponde es aplicarlas.

Eso es como decir que ya ganaron la guerra...

No sé si la ganaron. No sé si hay ganadores o perdedores en esta guerra. Yo creo que, lamentablemente, fue una guerra que dejó muchos heridos y es hora de restañar esas heridas.

¿Y cómo hará para evitar la amenaza del movimiento estudiantil?

Tenemos un magnífico equipo que tiene muchas ganas de hacer bien la pega. Creo que al paso y medida que hagamos bien la pega, que se note en los colegios, que se note en las universidades, el movimiento estudiantil va a perder fuerza, porque se va a dar cuenta de que su verdadero deber no está en la calle, sino que en la sala de clases.

El gobierno pasado de Piñera tuvo varios ministros de Educación. La calle apretó mucho. ¿Se siente con el juego de piernas y el crédito suficiente como para soportar esa presión?

Sí, los abogados tenemos un umbral de dolor alto digamos. Sí. Cambiando a los ministros de Educación no se ha mejorado la educación. Aquí lo que se necesita, por el contrario, es permanencia, es continuidad, es transversalidad.

Su estilo ya le ha traído críticas, incluso en su propio sector...

Mi estilo tenía ciertas virtudes en el mundo profesional legal que pueden ser defectos en este mundo, así que tengo que cuidarme más. Pero no voy a perder el carácter directo. Esa hipocresía nacional nunca la he cultivado. Mi señora, además, es holandesa, que es muy directa, entonces estoy acostumbrado a un diálogo un poquito más fluido.

Hizo un punto respecto de perfeccionar la Ley de Inclusión. ¿En qué está pensando?

El software no es un fin en sí mismo, es un medio. Es un medio en la medida en que sirva para hacer más transparente la oferta educacional, hacer más transparente la diversidad de colegios y ofertas que hay, por eso he dicho que lo estamos revisando y yo creo que los legisladores en esto fueron prudentes de hacerlo con el tiempo. Ya sabemos, de los problemas que veíamos que era el tema de hombres y mujeres.

La razón número uno de elección de los padres de colegios es seguridad. Hay que ver cómo se recoge eso en el sistema. El instrumento está a cargo de ingenieros de la Chile, y como yo soy de la U, los aprecio mucho. Estoy seguro de que al paso y medida que uno los alimente con la información que se vive de la experiencia de aplicación de esto, va a funcionar.

Y respecto de la desmunicipalización. ¿Hay una definición sobre aquellas municipalidades que quieren entregar los colegios?

La ley establece los plazos en que se va a desmunicipalizar. Eso no se puede anticipar... A esas municipalidades hay que irlas a ayudar y el tema del déficit financiero tiene que ponerse al día y ser ordenadas, eso es lo que dice la ley antes de traspasar. Porque la idea de que le traspasen al erario fiscal un hoyo negro financiero no está previsto. Ahora, yo en esto de nuevo, es un medio, no un fin, vengo de Melipilla, esa municipalidad no me quiere entregar los colegios. Nosotros estamos felices, hemos hecho una tarea fantástica, creemos que esta es la vía de mejorar la educación en Chile, acercarla a la gente. En la Municipalidad de Santiago tampoco les interesa entregarlos. Ahora, lo que nosotros vamos a hacer es un cruce entre las obligaciones legales y donde están los problema de calidad de educación, a esa municipalidad hay que ir a ayudarla, porque en el tránsito entre que se desmunicipalicen un día, hay que ayudarlas a que mejoren la calidad, porque ahí tiene que estar el foco. Y después ver si efectivamente terminan todas por desmunicipalizarse o no.

Ahí la ley abre una ventana para que aquellas comunas que tengan buenos resultados académicos puedan excluirse temporalmente...

Es bueno, porque se da una sana competencia de comunas, las que no quieran van a hacer un esfuerzo importante por mejorar sus estándares educacionales y de aquí al 2025 hay siete años, esas son varias generaciones, es decir que es una muy buena noticia.

Tiene un espíritu bien pragmático que le viene como anillo al dedo, porque tiene que implementar varias cosas por las que no está de acuerdo...

Lógico, imagínese yo viniera con anteojera ideológica a aplicar leyes complejas que no funcionan en la realidad. Yo creo que uno en esto tiene que ser práctico, así lo he sido en mi vida privada, lo hago en mi vida profesional.

En el poco tiempo que lleva, ¿le ha cambiado el punto de vista?

Sí, yo fui bastante más crítico de lo que se ha visto respecto del proceso de selección, porque originalmente se planteó como una tómbola enteramente aleatoria y no, la verdad es que viéndolo, lo que hace es un sistema de preferencia.

¿Y sigue pensando que la educación es un bien económico?

Es que sí, la idea es que uno cuando transita a la política tiende a olvidarse todo lo que sabe... Hay bienes libres y bienes económicos. Esto es un bien económico, de hecho, cuesta 18.500 millones de dólares a los 17 millones de chilenos. Tiene un costo y el financiamiento gratuito lo pagan 17 millones de chilenos que no están yendo a clases y están pagando por un millón que va a clases. Eso lo hace un bien económico.

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