Centro Metropolitano




*Esta columna fue escrita junto a Luis Fuentes, Centro de Desarrollo Sustenatable CEDEUS, PUC.

En Santiago, el desplazamiento de las actividades centrales hacia el sector oriente ha sido constatado en diversos estudios sobre sus tendencias de crecimiento en las últimas dos décadas. La prolongación de la red de Metro, la concentración de habitantes de altos ingresos y las modificaciones a los planes reguladores de varias comunas, entre otros factores, han incentivado que los servicios financieros, comercio y otras empresas, se localicen formando una cuña desde Santiago centro hacia el oriente, prolongándose cada vez más hacia Lo Barnechea. En su tesis de magister en ciencias de la ingeniería, Gonzalo Suazo muestra que de cada 100 m2 autorizados de edificación destinada a servicios, 65 se localizan en este sector que apenas representa el 12% de la superficie de la ciudad.

Así, el suelo del sector oriente alcanza precios - para uso residencial - que solo un grupo minoritario de la población puede enfrentar.

Para acceder a un crédito hipotecario y comprar una vivienda "barata" en este sector, se debe ganar más de $1.500.000 mensuales aproximadamente, de hecho, la inmensa mayoría de las viviendas en este sector exige un ingreso bastante mayor. Esto genera una barrera insalvable para más del 85% de los hogares de la ciudad

Este fenómeno influye decisivamente en la desigualdad imperante en Santiago. Mientras el sector más acomodado atrae hacia sí las oportunidades laborales, el resto de la ciudad ve aumentados sus tiempos de viaje. Para estos viajes, cada vez más largos, los modos más sustentables como la caminata, bicicleta o transporte público pierden atractivo frente al automóvil. Y sabemos que promover el uso del automóvil solo siembra congestión y otras externalidades.

Además, los viajes más largos en transporte colectivo aumentan el costo de proveer este servicio.

Por décadas el desarrollo de la ciudad ha estado en manos del mercado, mientras las políticas públicas y las inversiones del Estado han sido reactivas. Prueba de ello es el diseño de la línea 7 del Metro, paralela a la línea 1, que parece necesaria para responder a los pronósticos de patrones de viaje. Sin embargo, uno de los principales efectos en la ciudad en términos de estructura urbana, será incentivar aún más la localización de actividades en el sector oriente, acentuando el desarrollo tendencial que ha ido marcando el mercado en las últimas décadas y que perjudica a quienes viven en el resto del área metropolitana. Por esto, parece oportuno cuestionar el efecto urbano de las inversiones públicas, ¿vamos a seguir reaccionando a lo que el mercado plantea o vamos a incentivar una estructura más equitativa y eficiente para Santiago?

Se necesitan más centros de actividades lo que exige proveer de incentivos económicos. Se requiere también una autoridad metropolitana que planifique integradamente el transporte y uso de suelo con visión de largo plazo. En ausencia de esta autoridad, la evolución seguirá gobernada por el mercado con el beneplácito de los municipios que se ven favorecidos en desmedro de los demás. Necesitamos más discusión y acuerdos políticos y creemos que un tiempo de elecciones es un momento fértil para ello.

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