Retroexcavadoras, matrimonio homosexual e igualitario




Pese a los acercamientos de los candidatos de derecha al mundo evangélico –lo cual quedó en evidencia con las críticas a la agenda valórica del Gobierno manifestadas en el Tedeum evangélico– el proyecto de Ley de Matrimonio Igualitario va a contar con los suficientes votos de la derecha. No cabe mucha duda al respecto. La duda reside más bien en qué ley de matrimonio. Pero vamos por parte.

Finalmente las reformas valóricas terminarán siendo aquello por lo que este gobierno será recordado, y no por las reformas fracasadas bajo cuya bandera Bachelet llegó a La Moneda. La cuestión económica es la verdadera lucha. La más difícil, pues en torno a la defensa del modelo económico actual las élites y alcanzan un alineamiento que no logran en cuestiones valóricas. Van Rysselberghe acierta en hablar de una retroexcavadora valórica. El gobierno acierta mucho más pues sabe que con ella no solo cumple un compromiso de campaña y responde a una demanda incluso judicializada en tribunales internacionales, sino que profundiza —en pleno periodo eleccionario— una grieta profunda en la derecha: la grieta valórica. Recientemente la socióloga de la UNAB Stéphanie Alenda mostró con datos basados en encuestas a militantes la profundidad de esta fisura. Esta retroexcavadora daña ahí donde el duele al conglomerado opositor. De ahí la urgencia con que entra al parlamento: es una ley que trabajará a favor del gobierno, mostrando la división en el mundo opositor. El gobierno solo puede ganar.

Está por verse si ganan las organizaciones que impulsan la ley. Si el matrimonio entre homosexuales —entendiendo que la ley se apruebe— no es exactamente igual al entre heterosexuales, como los mismos derechos, deberes, nombre, entonces no sería igualitario. De no ser igual, igualitario, se trataría de una derrota para sus impulsores. No necesariamente para el mundo homosexual: de hecho, dicho esto de pasada, Bachelet se equivoca al citar a Lemebel al momento de firmar el proyecto. Nada más lejos de la sensibilidad de Pedro Lemebel y los colectivos que lo siguen, que la reivindicación del matrimonio. Lo cierto es que matrimonio entre homosexuales no es lo mismo que matrimonio igualitario. Si no involucra la posibilidad de criar hijos bajo su seno, puede ser matrimonio homosexual pero no será igualitario.

En todo caso, será una oportunidad única ya no tanto para escuchar a quienes se oponen al matrimonio homosexual, cada vez menos, sino para escuchar a quienes se oponen al segundo, que son aún muchos. Quienes estamos a favor de esta ley y hemos participado del debate, tenemos el deber de escucharlos atentamente. Ello en la confianza, forjada en mejores argumentos, de que no tienen razón; de que la pérdida de hegemonía cultural de la derecha no es casual ni una cuestión de poder u ocupación de espacios. Simplemente no tienen razón, pero eso hay que mostrarlo en el debate, al cual quedan invitados desde ya.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.