Cuando Virus le dijo No a la dictadura argentina

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En plena Guerra de Malvinas (1982) se organizó un festival en solidaridad con los soldados apostados en el terreno disputado con los ingleses, donde lo recaudado sería en beneficio de los jóvenes trasandinos en armas. La banda de los hermanos Moura, sin embargo, se negaron a asistir. Esta es la historia.


Verano de 1977, La Plata, Argentina. De madrugada, agentes de la dictadura de Jorge Videla irrumpen en la casa de la familia Moura Oliva, ubicada en la localidad de City Bell. Buscan a Jorge Moura, militante del Ejército Revolucionario del Pueblo -brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores, de inspiración marxista-leninista- y que en los círculos de la clandestinidad responde a la chapa de Manuel. El guerrillero. sin embargo, no se encontraba en casa, sospechando que la represión se dejaría caer en cualquier momento.

Su hermano menor, Marcelo, comenzaba a hacer un ejercicio de telepatía, mientras los agentes le informan a la familia del carácter subversivo de las operaciones de Jorge y del alto rango que tenía en su organización. "Jorge, no vuelvas", clamaba la voz interior de Marcelo, por entonces con 16 años de edad. Sin embargo, Jorge Moura volvió a casa, fijando inmediatamente su mirada en su hermano menor, rodeado de efectivos armados.

"Podría escribir un libro entero acerca de todo lo que decía esa mirada. Sé que cuando uno muere no se lleva nada. Yo les puedo asegurar que aún después de muerto conservaré esa mirada", apuntaría años más tarde Marcelo Moura en su libro Virus, texto donde relata la historia de su familia y de la banda que armaron junto a su hermano Julio y Federico.

Jorge Moura, en tanto, fue apresado y torturado por no entregar información, según le contara a su madre, Velia Oliva, en el último encuentro que tuviera con su hijo en cautiverio. Actualmente, Jorge Moura es uno de los 30 mil detenidos desaparecidos que dejó la última dictadura argentina (1976-1982).

Este trágico antecedente cobraría fuerza años después, en las postrimerías de aquel régimen militar.

"Nos han invitado a un gran banquete"

Corría mayo de 1982 cuando los productores musicales Oscar López, Daniel Grinbank y Pity Irruñigarro deciden organizar un evento masivo de solidaridad con los soldados apostados en las Islas Malvinas. No se cobraría entrada. El ingreso era apenas alguna prenda de vestir y alimentos no perecibles, las que, -militares mediante- se acopiarían con destino al terreno en disputa. Al evento fueron convocados lo mejor de la música popular argentina en aquel momento -Charly García, Luis Alberto Spinetta, León Gieco, entre otros-, quienes vivían un momento de paradojal masividad; el régimen había prohibido la música en inglés desde que se iniciara el conflicto, por lo que Argentina sólo tenía opción de escuchar a sus propios músicos.

La invitación para sumarse a lo que se rotuló como "Festival de la Solidaridad Latinoamericana" llegó a Virus, quienes tenían un prometedor futuro con su primer disco en circulación, Wadu Wadu. La banda se negó a asistir al concierto -también lo hicieron Los Violadores-, debido al dolor de la desaparición de Jorge Moura, a lo que también sumaron una oposición al absurdo de la guerra y de la censura en las radioemisoras.

"Nosotros queríamos que se terminara la guerra, que no tenía sentido más allá de que creyéramos que las islas son argentinas. Mandar a los chicos allá y subirte a un escenario para especular, era horroroso", recordó Julio Moura, guitarrista de la banda, en el libro Virus, una generación. "Nosotros lo sentimos como muy desagradable (...) no tenía nada que ver con nada. De repente, éramos enemigos de los Beatles", agregó el músico en el texto de los periodistas Fernando Sánchez y Daniel Riera.

Faltaba, sin embargo, la dulce venganza. Sintetizando aquella compleja experiencia, los hermanos Julio y Federico, junto al sociólogo Roberto Jacoby, compusieron la canción "El Banquete", tema que ironiza con la invitación a una "cena oficial".

Nos han invitado

A un gran banquete,

Habrá postre helado,

Nos darán sorbetes.

Han sacrificado jóvenes terneros

Para preparar una cena oficial,

Se ha autorizado un montón de dinero

Pero prometen un menú magistral.

Es un momento amable

Bastante particular,

Sobre temas generales

Nos llaman a conversar.

Mención aparte amerita una frase llena de sentido para la época:

Pero ¡cuidado!

Ahora los argentinos andamos muy delicados

De los intestinos...

La canción, con cierta reminiscencia punk, abre el disco Recrudece lanzado el mismo año, y es la canción más contingente de la banda. El festival, en tanto, reunió a 70 mil personas en las canchas de rugby y hockey de Obras Sanitarias, sin importar la lluvia de aquel día. Lo recaudado, sin embargo, tuvo un destino incierto.

La asistencia de los músicos al festival aún es materia de debate sobre la postura de los artistas frente a la dictadura de la época. Charly García, de hecho, lo justificó con un esfuerzo de sentido común: "Es como cuando tenés un amigo enfermo: aunque no te guste el hospital tenés que ir".

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