La acústica es un asunto delicado. Nadie tiene la última palabra y no deja de ser común que flamantes y modernas nuevas salas de conciertos sean criticadas por lo mal que se escuchan en comparación a instalaciones con varios años o incluso siglos de vida. Así es como, según muchos, la Filarmónica de Nueva York nunca se volvió a oír tan bien desde que abandonó el Carnegie Hall en 1962 y comenzó a habitar el Lincoln Center. 
También es famoso el comentario del director y compositor estadounidense Leonard Bernstein cuando se le pidió su opinión sobre el recién inaugurado Centro Cultural Gasteig de Baviera, donde toca la Filarmónica de Munich: "¡Quémenlo!". A la larga, la acústica requiere que sus ejecutantes posean precisión técnica, pero al mismo tiempos tengan sensibilidad artística y cierto bagaje en las tradiciones musicales. 
Un ejemplo: en la sala del Festival de Bayreuth (Alemania) aún se interpretan todas las óperas en pleno verano sin aire acondicionado, como se viene haciendo desde hace 143 años. ¿La razón? Cualquier sistema de ventilación dañaría su acústica, una de las mejores del mundo. 
En Latinoamérica, el Teatro Colón de Buenos Aires y la Sala Sao Paulo (una antigua estación de trenes) de Sao Paulo son consideradas dos cumbres en calidad de sonido a nivel mundial. Precisamente los dos ingenieros especialistas en acústica que estuvieron a cargo de la remodelación y puesta en valor del Teatro Colón son los encargados en supervisar las condiciones sonoras de la nueva sala que albergará a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile.
Se trata de Gustavo Basso y Rafael Sánchez Quintana, quienes recientemente concedieron una entrevista al diario La Nación de Argentina, explayándose sobre la construcción del edificio, que a su vez será parte del proyecto Vicuña Mackenna 20, donde se albergará el Instituto de Asuntos Públicos (INAP), el Instituto de Estudios Internacionales (IEI) y cursos de posgrado, todos dependientes de la Universidad de Chile. Vicuña Mackenna (o V20) pretende ser un polo cultural y universitario con 36 mil metros cuadrados, ubicado en el terreno de la antigua Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas.

Sonido "joven"

Los ingenieros Basso y Quintana también estuvieron a cargo de la sala conocida como La Ballena Azul, sede de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina en el Centro Cultural Kirchner, inaugurado en el 2015. Sus credenciales entonces los habilitan tanto en construcciones modernas, como antiguas: después de todo, el Teatro Colón fue inaugurado en 1857. 

"Ha cambiado mucho el modo de oír de la gente, ahora hay salas que piensen en los jóvenes, donde se busca que los sonidos muy débiles tengan presencia", comentaba Gustavo Basso al diario La Nación. "Pasa en todo el mundo. Y para que los jóvenes vuelvan a las salas hay que darles algo más, como pasa en el cine con el sonido surround Con la música tiene que ser así. Y hay que lograr que cada decibel que genera un instrumento, llegue con claridad a cada oyente", agregó el ingeniero, que además fue violinista durante 37 años en la Orquesta del Teatro Argentino de La Plata.  

Sobre las características del nuevo teatro, Basso explicó: "Será un teatro moderno, con tecnología del siglo XXI, parecido probablemente a La Ballena Azul, pero ninguna sala es igual a la otra. Ya que estamos en Chile, y tienen tan buen vino, podemos hablar que existen distintas cepas, pero lo importantes es que el vino sea bueno y eso queremos en Santiago, que sea un producto de muy buen nivel. En las mejores salas del mundo, la gente siente que está envuelta en el sonido y es lo que buscamos". 

Con respecto a la labor de los profesionales trasandinos, el vicerrector económico y de gestión institucional de la Universidad de Chile, Daniel Hojman, afirma: "Son muy pocos los especialistas en el mundo con la experiencia y capacidad de Gustavo Basso y Rafael Sánchez en esta área. Ha sido un privilegio verlos trabajar para que la sala de VM20 tenga el más alto estándar mundial". 

Y sobre el trabajo en la sala, explica: "El diseño acústico requiere de una ingeniería super especializada capaz de anticipar el impacto de la arquitectura sobre la sonoridad de cada instrumento en cada punto de la sala. A diferencia de escuchar música digitalizada, que puede ser de gran calidad, la idea es que la experiencia en la sala sea trascendente, conmovedora".
Actualmente la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile toca regularmente en el ex Teatro Baquedano, una sala que escasamente cumple con condiciones para albergar un organismo sinfónico y que fue construida originalmente como teatro de cine. Precisamente ahora, debido a labores de refacción en esa sala, la orquesta se trasladará durante cuatro meses a otros escenarios disponibles en Santiago y regiones

Los conciertos partirán el próximo viernes 5 de julio a las 19.40 horas en el Teatro CorpArtes y al día siguiente se trasladarán al Aula Magna de la Universidad Federico Santa María en Valparaíso. En la ocasión el pianista ruso Boris Petrushansky tocará el Concierto para piano N°1 de Frédéric Chopin junto a la agrupación sinfónica que será dirigida por el ex titular Leonid Grin. Luego vendrá el turno de la Segunda sinfonía de Sergei Rachmaninov, una de las obras maestras del compositor ruso.