Juan Antonio Bley es ingeniero comercial y contador auditor de la U. de Chile; también posee algunos diplomados en finanzas y, además, carga con más de treinta años de experiencia como analista financiero en Chilectra y Banco Estado.

Una larga trayectoria en un ámbito que, en apariencia, suena lejano al mundo literario.

A Bley le apasiona el fenómeno del conocimiento humano y cómo este se genera, sobre todo en su expresión escrita. Quizás esa característica desencadenó su gusto por la escritura literaria, particularmente el género de la ciencia ficción. Ha escrito algunos relatos y, en 1991, hizo un libro de astronomía para aficionados. Pero su obra más relevante la publicó en 1994, hace ya veinticuatro años, la novela Colmo (Universitaria).

El protagonista de la novela, Axel Gutiérrez es un ingeniero químico que, en su memoria para egresar de la Universidad Federico Santa María aborda los problemas para obtener energía a través de la electrólisis del agua; el libro de Bley, escrito hace más de veinte años, ya hablaba de un proceso energético que actualmente surge como una alternativa para enfrentar el calentamiento global.

Energías limpias

El agotamiento de los combustibles fósiles y la insostenibilidad de un modelo de crecimiento basados en dichas fuentes de energía también es una temática que aborda Colmo. Con un sistema energético que durante el siglo XX estuvo basado en el petróleo, la novela relata que ello generó un crecimiento desmesurado de las ciudades. “En lugar de una inteligente red de pequeñas urbes neuronales, aparecieron incontables ciudades tumorales, cuyo desarrollo es tan anárquico y mortal como el cáncer”, relata.

Colmo fue concebida como una historia de “ingeniería ficción”, por lo que anticipa avances civiles y tecnológicos de Chile. Eran fantasías que se convirtieron en predicciones, como los vehículos propulsados con tecnologías de hidrógeno. La novela habla de que, en 2015, los reactores de dicho elemento ya son una realidad. Hace poco, en el mundo real —el 3 de noviembre del 2020—, el gobierno presentó un plan nacional para convertir a Chile en líder mundial en la producción de hidrógeno verde.

“Esta nueva industria que se desarrollará puede alcanzar la relevancia que tiene el sector minero en la economía nacional”, sostuvo el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet.

Realidad paralela

Pero hay otros presagios que resultan aún más precisos, como la instalación de una planta de aluminio en Aysén. “El negocio tuvo un éxito resonante”, narra el libro.

Dicha situación que estuvo cerca de materializar la empresa Energía Austral, con Proyecto Alumysa, pero que finalmente fue desechada en 2017 luego de que comunidades y organizaciones presionaron para que no se concretara su construcción en la cuenca del río Cuervo, en la región de Aysén.

También la utilización de la energía geotérmica —fuente energética renovable que aprovecha el calor interior de la Tierra—, es la protagonista del libro como alternativa sustentable con el medioambiente, la cual se hizo legal en Chile el 2003, nueve años después que se publicara la novela de Bley.

En la historia, en la empresa donde se desempeña Axel Gutiérrez, él desarrolla el proyecto de una central geotérmica que, según el narrador, tendría una capacidad de producir la energía “equivalente al triple de ‘Pascua II’, la mayor central hidroeléctrica instalada en Chile hasta ese momento”. Cuando se escribió la novela, el fallido proyecto de Hidroaysén aún no existía, aunque sí venían haciéndose estudios desde la década de los 60 para determinar el potencial energético que tendrían los ríos Baker y Pascua, ubicados en la región de Aysén.

HidroAysén

La idea concreta de HidroAysén recién surgió en el 2004. El futuro paralelo que plantea Colmo supone que una iniciativa equivalente sí se llevó a cabo, con al menos dos centrales en el río Pascua, similar a la planos que tenía Hidroaysén, que contemplaba tres represas en dicho caudal y dos en el Baker.

Los caminos de la realidad y la ficción estuvieron a punto de confluir.

Hay también pronósticos que, si bien son apenas detalles dentro de la trama, son interesantes al contrastarlos con la realidad actual. Colmo anticipa, de manera bastante optimista, que los autos eléctricos serán realidad en Santiago el 2025 y que, por lo tanto, la contaminación acústica habrá disminuido considerablemente. Y sí, este medio de transporte ya está en Chile, pero aún el dominio de los vehículos con combustibles fósiles es total. Según un informe de la empresa Enel X, hasta mayo del 2020, había apenas 900 unidades circulando por las calles del país.

Habrá que ver, en cinco años más, cuánto se acerca el pronóstico del libro a la realidad.

El tren al litoral

La mayor parte de la novela transcurre en la región de Valparaíso, aunque en los primeros capítulos ocurre parte de la trama en Santiago. El narrador empieza a describir la ciudad del 2025. Algunos detalles son la existencia de una línea de Metro que va desde Recoleta hasta Santa Rosa. La vía férrea que se describe se asemeja bastante a Línea 2, inaugurada en 1978, años antes de la novela. Pero la sección que lleva hasta Santa Rosa recién llega en 2006, con la construcción de la Línea 4A, la cual tiene una combinación con dicha vía en La Pintana. Es decir, fue bastante cercano el pronóstico que hizo Colmo respecto a la infraestructura del transporte público en el Chile actual.

El libro también menciona la consolidación de grandes conglomerados eléctricos en el desarrollo del país, materializados en las empresas como Enel (antes Chilectra) y AES Gener.

En la novela, uno los personajes, Gonzalo Lastella, vive en la capital pero trabaja en la comuna de Concón. Para llegar a su trabajo viaja en el tren rápido Santiago-Valparaíso (que alcanza los 320 km/hr), obra ferroviaria que se culminó en el 2023 en Colmo. Actualmente hay un proyecto que busca unir ambas ciudades en solo cuarenta minutos de viaje, aunque recién se encuentra en una etapa de estudio inicial, según aseguró el Seremi de Obras Públicas el pasado 22 de octubre, por lo es probable que se cumpla el pronóstico de Colmo.

Tren

Otro detalle es que, mientras la Lastella lee una revista de actualidad, se encuentra con un artículo que propone un la idea de un intercambio: que Chile entregue territorio a Bolivia, permitiendole acceder al país vecino a 180 kilómetros de costa; mientras los bolivianos ceden espacio que abarca locaciones como el salar de Uyuni.

Por ahora, este pronóstico resulta improbable; de hecho, en octubre del 2018, tras la demanda que puso Bolivia en la Corte Internacional de La Haya, el organismo determinó que Chile no tenía obligación de negociar una salida marítima con el país boliviano.

Por ahora, habrá que esperar a ver cómo esta tensión de desenreda en el futuro. Aunque Colmo ya hizo una propuesta.

Muro de lava

La novela debe su nombre a una localidad rural homónima, ubicada en la ribera norte del río Aconcagua, en la comuna de Concón, región de Valparaíso. En la novela, dicho lugar es escogido por los ejecutivos de la empresa (ficticia) “Austrogeno” con el fin de iniciar, en 2025, un ambicioso proyecto de exploración geológica inédito en Chile. La historia empieza despacio los primeros capítulos, con abundantes descripciones técnicas que, por momentos, recuerdan la obra del escritor francés Julio Verne.

“Austrogeno” busca generar energía geotérmica, objetivo para el cual Axel Gutierrez se pone como objetivo realizar una excavación de quince kilómetros de profundidad con el fin de alcanzar las altas temperaturas que hay en el interior del planeta; el gesto de inmediato recuerda a la novela Viaje al centro de la Tierra (1864). Aunque es el 2025, varias de las personas contratadas para esa labor reaccionan escandalizadas ante la idea.

—¿Ha pensado usted en todas las dificultades de semejante empresa? —le pregunta a Gutiérrez uno de los trabajadores que asiste a la presentación del proyecto.

Y los cuestionamientos eran más que sensatos.

En la actualidad, el agujero artificial más profundo del que se tenga registro es el Kola Superdeep Borehole, ubicado en una península en el norte de Rusia. La excavación fue hecha en el periodo de la Guerra Fría, demoró más de una década y tiene 12,2 kilómetros de profundidad. La empresa “Austrogeno” tiene un objetivo aún más ambicioso, tanto en plazos como en resultados.

Con el paso de los primeros capítulos, la trama avanza rápido, conduce a descubrimientos como la génesis de un enorme maremoto (2037) que solo podrá ser detenido por la construcción de un enorme dique de lava en el fondo del lecho marino desde Valparaíso a Concón. Este muro acuático “detendrá por muchos millones de años las olas del mar”, dice Axel Gutiérrez, protagonista de Colmo, quien sostiene una reunión con el Presidente en 2031 para construir el muro de magma para enfrentar las posibles consecuencias del movimiento sísmico.

Andrés Couve, Ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile

En dicha instancia con el mandatario, está presente el ministro de Ciencia. Cuando se escribió la novela, aún faltaban veintidós años para la creación de dicha cartera ministerial.

Un nuevo Valparaiso

Tras el terremoto— y posterior maremoto— que ve limitadas sus consecuencias sobre Valparaíso gracias a la construcción del muro acuático, la ciudad inicia un proceso importante de remodelación en 2037. “Se han conservado todas sus mejores construcciones antiguas, pero las casas paupérrimas de los cerros fueron demolidas”, se narra en Colmo. La novela pronostica el establecimiento de hermosos parques, la construcción de diques de cemento para evitar aluviones, entre otros cambios para la capital regional.

Así, Juan Antonio Bley construye una historia que se desarrolla entre 2024 y 2040, creando una trama que está repleta de pronósticos sobre el Chile actual y del futuro. Tras la publicación de la novela en 1994, algunos de estos vaticinios han resultados errados, algunas similares, y otros tantos se han cumpliendo con el paso del tiempo, y también unos tantos parecieran ir en vías de hacerse realidad.

En general, Colmo se concentra en relatar y describir el proyecto que lleva a cabo Axel Gutiérrez en medio de un hipotético futuro. Hay distintos personajes, pero el foco del narrador no es tratar de entenderlos a ellos o su manera de relacionarse con su entorno. Solo en algunas ocasiones hace algo de zoom en ellos, asomándose a su humanidad, aunque con la intención exponer interrogantes del futuro. Como cuando se relata la conversación de una pareja, que discute cuántos hijos deberían tener para ser sustentables con el mundo (un cuestionamiento que cada vez se vuelve más urgente):

—Para que la población se mantenga estable, cada mujer debe tener hasta dos hijos en su vida —concluye uno de ellos—. Con ello, se reproduce la pareja exactamente.

Probablemente sea imposible predecir el futuro en su totalidad.

Sin embargo, Colmo resulta una herramienta útil para hacerse una idea de cuáles serán los caminos que seguirá el destino de Chile —en ámbitos como el energético y el urbanístico—durante los próximos veinte años. Por ahora solo queda esperar.

Colmo