La Vida de Chéjov, de Irène Némirovsky (Salamandra)

Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903, un año antes de la muerte de Chéjov. La escritora y su familia se exiliaron en París en 1919. Novelista francesa con alma rusa, su sensibilidad fue delineada por las lecturas de Flaubert y Maupassant, de Tolstoi y especialmente de Chéjov. La autora de Suite francesa dedicó una biografía al cuentista y dramaturgo, la que se publicó en 1946, cuatro años después de su muerte en Auschwitz. En ella, la escritora cruza las vicisitudes de la vida de Chéjov -su lucha por la sobrevivencia, la soledad y la enfermedad, los fracasos- con el desarrollo de su obra atravesada de sutilezas y melancolía. Pese a la distancia entre ambos, ella se sentía próxima por las asperezas vividas en la niñez y la capacidad de encontrar belleza: “Para un escritor con una infancia aciaga, lograr que mane tal fuente de poesía a partir de su pasado es una bendición”.

Índice, de Juan Cristóbal Romero (Tácitas)

Al inicio de su libro Polinomia, el poeta anota: “En este libro están mis horas muertas,/ lo escribí sin saber que lo escribía;/ así parece y lo confieso: ciertas/ palabras no se pulen todavía”. Desde luego, la confesión del hablante es un juego del autor o la voz de uno de los numerosos personajes que habitan este libro. Índice reúne los seis poemarios publicados y tres inéditos de Juan Cristóbal Romero, un poeta culto, versátil y de un enorme talento en el manejo de las formas y el lenguaje. De los sonetos a la cuecas, Romero exhibe no solo destreza técnica, también un universo de referencias y lecturas donde dialogan Ercilla, Rimbaud y Lihn, entre otros poetas, aventureros y náufragos, sin renunciar a la reflexión, la emoción y el humor: “Me pides lo que no tengo/ te doy sin tener siquiera/ para cuando te pida/ me des como si tuvieras.// Perdí hasta la vergüenza/ con intereses./ Quien roba a quien no tiene/ roba dos veces.// Roba dos veces, sí,/ mano de guagua:/ si me sube la fiebre/ cortas el agua.// No me das ni la hora,/ calculadora”.

Una Vocación de Editor, de Ignacio Echevarría (Gris Tormenta)

Cuando le preguntaron con cuál de todas las tareas del mundo editorial se quedaría, Claudio López Lamadrid respondió: “Reivindico la edición de texto, que es algo que las nuevas generaciones han ido descuidando (...) “Editar los textos, trabajar con el autor, o con la traducción, y encima hacerlo de forma anónima, sin dejar rastro de autoría, es fascinante, porque tocas la esencia misma de tu cometido: el editor trabaja para el autor, y no viceversa”. Fallecido en 2019, López Lamadrid estudió farmacia y derecho antes de obedecer a su amor por la literatura. Comenzó en los 80 en Tusquets, donde conoció a Ignacio Echevarría, el crítico español que llegó a ser su amigo y quien acá traza un perfil humano e intelectual de quien dirigió la sección literaria del grupo Penguin y publicó autores como David Foster Wallace, César Aira y Nona Fernández.

Un Paseo por el Bosque, de Matías Guerrero y Manuela Montero (Escrito con Tiza)

La selva valdiviana es uno de los cinco mayores bosques templados del mundo y el único en la zona austral de Sudamérica. En ella se encuentran especies milenarias como el alerce, el coihue, el canelo y el ulmo, y es el hábitat de una diversidad de fauna donde están el monito del monte y el zorro chilote, el puma y los abejorros nativos. La selva valdiviana, que se extiende hasta Aysén en Chile y hasta la provincia de Neuquén en Argentina, es uno de los ochos bosques que recorre este libro ilustrado, que conjuga información científica, bellos dibujos naturalistas y un diseño y narración con espíritu de aventura. La selva tropical africana, el bosque de California, la Mata atlántica y el bosque templado del sur de China son otros ecosistemas que este libro invita a conocer, así como su valiosa y sorprendente biodiversidad.