Penal Cordillera: Contreras, Krassnoff y compañía en Peñalolén

La próxima semana se estrena la película que retrata libremente la infernal convivencia entre cinco militares condenados por violaciones a derechos humanos en el ex centro penitenciario clausurado en el 2013. El filme protagonizado por Hugo Medina, Alejandro Trejo y Bastián Bodenhofer viene de presentarse en Londres y Huelva.


Un camión de juguete a control remoto se mueve de esquina a esquina en un campo de césped, pero no hay dueño que lo maneje. Una bandada de halcones aparecen muertos en medio de un bosquecillo sin responsables a la vista. Dos ex generales se profesan desprecio mutuo y quién reprocha a otro “haber manchado el honor del Ejército de Chile” es llamado a su vez “el militar más intrascendente de la historia”.

Varias de las escenas de Penal Cordillera (2023), de Felipe Carmona Urrutia, tienen ese mismo tono y extrañeza ubicado entre película surrealista y terror B. Luego, entre todo aquel ambiente, como casi haciéndole honor al paisaje, aparecen los verdaderos protagonistas. Son cinco militares condenados por crímenes de lesa humanidad. Coroneles, generales y brigadieres. Son Manuel Contreras, Miguel Krassnoff, Odlanier Mena, Marcelo Moren Brito y Pedro Espinoza.

Interpretados respectivamente por Hugo Medina, Bastián Bodenhofer, Alejandro Trejo, Mauricio Pesutic y Oscar Hernández, los cinco conviven como pueden bajo el mismo techo de una gran casona ubicada a los pies de los Andes. La mayoría de las veces hay fricciones, intentos de discusiones o peleas verbales hechas y derechas. Nadie se cae demasiado bien y aparte de su ideología y el rango militar, tienen poco en común.

Esa idea de infierno a cinco caras es el que mueve a esta película chilena cuyo estreno está programado para el próximo jueves 23 de noviembre. Se basa en la obra teatral del 2015 del mismo nombre y autor, pero en esta oportunidad han cambiado algunos actores y se agregaron más personajes. Está el brigadier Pedro Espinoza y, además, aparecen gendarmes y el alcaide. Entre los primeros destaca el personaje de Navarrete (Andrew Bargsted) y el jefe de la cárcel es interpretado por Daniel Alcaíno.

En términos generales, la trama detona cuando el general Manuel Contreras ofrece una entrevista televisiva en que afirma que las condiciones del penal son óptimas, generando la indignación pública y la inmediata decisión de trasladarlos a Punta Peuco. El resto de los militares abonan aún más su animadversión contra Contreras por haber revelado aquellos privilegios.

Aunque la película se basa en estrictos hechos reales, en esta oportunidad el realizador quiso ir más allá en la descripción de los personajes. “Lo importante era no caer en el maniqueísmo. No queríamos poner en pantalla a malos muy malos y buenos demasiado buenos. Eso es poco convincente”, explica el realizador Felipe Carmona, que viene de presentarla en los festivales de Londres en octubre y Huelva en noviembre.

Además le da importancia a la puesta en escena: “Nos interesaba darle una ambientación y fotografía cuidada. Por ejemplo, decidimos que los cinco militares vivieran en una sola gran casona de manera parecieran algo así como cinco Nosferatus que se mueven bajo el mismo techo y a veces chocan entre sí”. En la realidad los condenados vivían en casas separadas y de concreto.

Hugo Medina interpreta a Manuel Contreras en Penal Cordillera

También hubo rasgos poco conocidos que Carmona buscó potenciar. “Es el caso del general Odlanier Mena, que dentro de todas las barbaridades que cometió albergaba un lado bastante cultivado. Era lector del poeta estadounidense T.S. Eliot y en los créditos finales de la película opté por introducir una lectura de los poemas de este autor”.

Sobre el general, que se suicidó en el año 2013 tras hacer uso de un permiso de salida, el actor que lo interpreta, Alejandro Trejo, tiene el siguiente juicio: “Es alguien al que le gusta arreglar relojitos y juguetes, pero que también se interesa en la cetrería, en los halcones. Vive ensimismado”. Pero agrega: “Pero todos estos tipos eran violadores de derechos humanos que llegaban a su casa a jugar con sus nietos y a hacer vida familiar. Torturaban, luego pasaban a tomar cuenta en los otros centros si alguien había delatado y habiendo cumplido los horarios de trabajo regresaban a su hogar”.

Pero quizás la experiencia más compleja fue la de Hugo Medina, que también estuvo en la obra de teatro original y que en 1973 enfrentó la prisión política. Ahora le tocó hacer de Manuel Contreras. “Estuve dos años preso. Primero en el Servicio de Inteligencia Militar del Regimiento Buin, donde fui torturarado e interrogado. Luego nos pasaron a la Cárcel Pública y terminamos en el antiguo anexo cárcel Capuchinos”, recuerda.

“Entonces hacer de Manuel Contreras no es precisamente fácil para mí. La primera vez que me tocó en el teatro llegué a tener pesadillas. En las noches lo veía y me apuntaba con el dedo de la mano, diciéndome ‘¡Cuidadito, cuidadito!’”, comenta y ríe. Luego saca una conclusión actoral: “Hay que ser serios al hacer un personaje de estas características. No se pueden inventar las cosas ni tampoco tergiversar a gusto de uno. En fin, interpretarlo fue algo así como una dulce venganza”.

Sigue leyendo en Culto

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.