U. DE CHILE 2 - U. CATÓLICA 0

U. de Chile: J. Herrera; R. Echeverría, C. Vilches, Rafael Vaz, M. Rodríguez; G. Espinoza, R. Caroca; Y. Leiva (82', G. Lorenzetti), Y. Soteldo, F. Arancibia (59', D. Pizarro); A. Henríquez (65', I. Díaz). DT: F. Kudelka.

U. Católica: M. Dituro; J. P. Fuenzalida, B. Kuscevic, G. Lanaro, S. Magnasco (77', D. Llanos); I. Saavedra, L. Aued; M. Bolados, D. Buonanotte, A. Vilches (69', C. Munder); S. Sáez. DT: B. San José.

Goles: 1-0, 41', Vaz se quita la marca de Kuscevic y cabecea un córner servido por Espinoza; 2-0, 78', Soteldo cierra un contraataque con un derechazo fuerte y alto, imposible para Dituro.

Árbitro: P. Maza 4. Amonestó a Leiva, Soteldo (U); Dituro, Kuscevic, Magnasco (UC). A los 79', expulsa Kudelka.

Estadio Nacional. Asistieron 44.102 personas.

En cursivas, jugadores juveniles.

Se cambian fintas por pelotas reventadas a lo que salga. No hay espacio para los regodeones del buen fútbol. Ha sido tan duro el 2018 para el hincha de la U y es tan importante la victoria sobre Universidad Católica en el Nacional, que a Vaz le aplauden sus despejes con el mismo ímpetu con que le celebraron al brasileño el gol que significó la ventaja inicial.

Ñuñoa es una fiesta. El azul predomina y la franja se esconde en el discurso del técnico que dice que "solo faltó el gol". Soteldo, el indisciplinado, el castigado, ya se quitó la camiseta para exhibir todos sus tatuajes y gritar el gol a la galería sur. Es su forma de pedir perdón. La mejor. Convertirse en uno de los héroes del clásico universitario. Sentenciar el triunfo por 2-0.

Claro y merecido resultado, que deja tiritando al líder. Porque la UC sigue arriba, pero apenas por dos puntos y con tres equipos que se pelean por aguarle la fiesta. El elenco de Beñat prueba un veneno que conoce muy bien. La toxina que tanto ha utilizado en este torneo, ahora se la aplican al puntero. La U renuncia a la pelota, defiende con los dientes y mata con un balón detenido y una contra feroz.

Católica, eso sí, jugó 89 minutos con un hombre demás. Porque en la primera jugada del partido, Dituro bajó a Francisco Arancibia en una jugada evidente de gol y con el pie en plancha, que por suerte no le llegó de lleno al extremo azul. El árbitro Piero Maza, debutante en clásicos, no quiso meterse en problemas, solo sacó la amarilla. La acción era el puntapié inicial de un partido tan friccionado como emotivo. Entretenido, en un estilo bien rocoso.

Después del impulso inicial de los locales, del entusiasmo de querer mostrarse dominador del partido, Católica se adueñó del juego poco a poco, especialmente por el trabajo de Saavedra y Aued, los motores del equipo, y por la presencia preponderante de Marcos Bolados por la derecha. Los cruzados leyeron bien la incomodidad de Matías Rodríguez como lateral izquierdo (algo que sacaba de sus casillas a Frank Kudelka) y cargaron el juego por ahí. El mejor partido de Bolados desde que arribó a la capital desde Antofagasta, hace casi dos años.

Más allá del fervor de los jugadores, la fogosidad de un duelo emblemático, el clásico ofreció pocas llegadas de peligro. La apertura de la cuenta llegó a los 41 minutos, gracias al cabezazo de Vaz, quien a pulmón se ha ganado el corazón de la parcialidad.

Apremiada, Católica adelantó más sus líneas en el complemento. La U, por estrategia quizás, se replegó en demasía. Buonanotte y Sáez tuvieron el empate, pero fallaron. El partido se jugaba exclusivamente en campo azul. David Pizarro (que entró por el lesionado Arancibia), no podía tomar el control del juego. Y en ese contexto, Beñat hizo algo impensado para lo que acostumbra: sacó a Magnasco y puso a David Llanos. Un delantero por un defensa.

Cosas del fútbol, al minuto siguiente del cambio, Soteldo entró sin marca por la zona que custodiaba Magnasco. Y así, mano a mano con Dituro, fusiló al arquero. Triunfo sellado, dura derrota para la UC, apenas la tercera del campeonato, pero muy peligrosa, porque la tabla otra vez se estrecha. Y el próximo rival es Antofagasta, en el norte.

A tres fechas del cierre, todo se enciende. Hasta los azules se meten en la pelea, a cuatro unidades de la cima. Después de tanto sufrir, de tantas tardes tristes, la U de Kudelka tiene algo para celebrar. Y, por qué no, también para soñar.