Bartolo "Buddy" Valastro (41) forma parte de una elite de la TV de pago. Es uno de esos rostros, como Rick Harrison de El precio de la historia o César Millán de El encantador de perros que trascienden sus programas y se transforman en verdaderos íconos televisivos, sin ser actores ni animadores. Son verdaderas celebridades, a pesar de venir de los más diversos trasfondos y oficios.
En una década, Valastro se ha transformado en el pastelero más famoso de la pantalla chica -y quizás del mundo- gracias a su programa Cake boss, docurreality que sigue su vida en su negocio en Nueva Jersey, el cual maneja junto a distintos miembros de su familia, realizando elaborados pasteles a pedido, los que trabaja como verdaderas obras de arte y a ratos, de ingeniería. "Hemos hecho cosas muy extrañas a lo largo de los años. Para mí uno de los mejores es una vez que hicimos uno de Transformers (recreando un robot completo). Me acuerdo también de uno sorprendente en forma de acuario. Y otro pastel en forma de cocodrilo de cinco metros", dice Valastro a La Tercera sobre algunas de sus creaciones más desafiantes, las que son sus favoritas.
El pastelero volverá a la pantalla este martes a las 21 horas por Discovery Home & Health, con la décima temporada de Cake boss. "Pensamos bien cada ciclo. Siempre repasamos cosas que ya hemos hecho, para no volver a repetir nada así en el programa. Pero también vemos las cosas que no nos han salido bien, y que quizás nos gustaría volver a intentar en algún minuto", explica al teléfono.
Desde siempre
Hijo de inmigrantes italianos en Hoboken, Nueva Jersey, Valastro comenzó a trabajar en la pastelería de su padre a los 11 años. Tras el fallecimiento de este, se transformó en el dueño del lugar junto a sus hermanas, cuando tenía tan sólo 17. "Cuando era pequeño, mi padre era mi ídolo y mi mayor héroe. Quería ser como él, entonces siempre quise ser un pastelero. No tenía el objetivo de ser un cake boss, pero sí era mi sueño el ser el mejor pastelero del mundo", asegura Valastro.
La popularidad del programa ha hecho de Carlo's Bakery, su local junto a su familia, un verdadero imperio, abriendo una veintena de subsidiarias en distintos lugares de Estados Unidos. Un negocio junto a los suyos que Valastro aclara tiene sus altos y bajos. "Trabajar con tu familia tiene cosas buenas, pero también cosas malas. Lo bueno es que nadie va a trabajar más duro que tu familia, y a nadie le va a importar más este negocio que a ellos, ya que nacieron en esto. Pero también es un problema, porque a veces es difícil tratar algo tan personal como un negocio, y eso obviamente tiene sus complicaciones. Pero si me hacen elegir, siempre elegiría trabajar con ellos. A veces discutimos y nos gritamos, pero nunca me gusta estar de malas con mis hermanas o mis cuñados", dice, agregando entre risas, "aunque si quieren, les puedo mandar a algunos de ellos a Chile. Eso sí, no se aceptan devoluciones".
Tras casi diez años transformado en una figura pública, Valastro reflexiona los cambios que ha generado en su vida el programa: "Comencé a hacer Cake boss porque quería cumplir el sueño de mi padre de transformar Carlo's Bakery en una marca conocida. Pero nunca pensé que se transformaría en algo así; que sería un programa que llegaría a todo el mundo, y que incluso inspiraría a más gente a dedicarse a esto", afirma.
"De cierta forma, creo que este programa ha ayudado a la industria que tanto me ha dado. Y me gusta la idea de que sea un espacio que puede disfrutar toda la familia. Soy el padre de cuatro niños, y me gustaría que todos los programas que haga a futuro, sea este o algún otro, sea algo que inspire a la gente y que todos puedan ver", agrega.
Con Cake boss llegando al hito de la décima temporada, Valastro aún no siente que el final esté cerca. "Creo que haré este programa por todo el tiempo que la gente que lo produce me lo pida. Esta es mi vida, mi pasión. Mientras la gente siga viéndolo, seguiremos haciéndolo".