Siempre que empieza un nuevo año uno anda de buen humor. Ya pasaron las fiestas, celebraciones, hablar con amigos de los que hacía rato no se sabía y queda el espíritu alegre dando vueltas, y por eso dan ganas de ver cosas distintas o armar panoramas nuevos. Nosotros quisimos mirar al Sur, a Puerto Varas, con sus nuevos datos y emprendimientos; a la Isla Grande de Chiloé, mágica, lejana, llena de cultura y tradiciones. Siempre he sentido una atracción especial por la isla, quizás porque las veces que he ido siempre lo he pasado muy bien. Es un lugar multifacético, con paisajes que cambian tanto como sus mareas, costas llenas de recovecos y en cada una, una historia nueva. Artesanía, gastronomía, mitología, iglesias de madera construidas sin clavos y que además son patrimonio de la humanidad, son solo alguna de las muchas cosas que uno puede encontrar sin mucho esfuerzo.
Y ya que estamos en modo oficial de vacaciones, sean conscientes y respetuosos con los lugares que visitan: llevarse la basura que uno crea y, por qué no, recoger un poco la ajena; no hacer asados en zonas secas, porque un chispazo basta para que se ponga fuera de control; ser respetuoso con el vecino, mi música, por muy buena que la considere, no se la tengo que imponer a nadie en la playa, para eso existen los audífonos en infinidad de tamaños y colores.
Recorran y disfruten este maravilloso país, pero por sobre todo cuídenlo, porque nuestra loca geografía es sorprendente pero muy frágil, y tiene que durarnos mucho tiempo más.