Para el autor del estudio de la Global Initiative Against Transnational Organized Crime, el brasileño Antônio Sampaio, solo se pueden obtener logros en la lucha contra el crimen organizado ampliando la presencia estatal en los territorios marginados. En esta entrevista con La Tercera, el investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres se refiere a la violencia en Río.
¿Se puede culpar a Jair Bolsonaro por el aumento de las muertes de civiles a manos de agentes de seguridad?
El aumento de los asesinatos causados por las fuerzas de seguridad en Río de Janeiro no comenzó con Bolsonaro ni con el gobernador de Río, Wilson Witzel (también un duro en políticas de seguridad). Pero ha continuado durante este gobierno. El informe se centra en el caso del área metropolitana de Río de Janeiro, donde la Policía Militar ha tenido una larga historia de confrontación con organizaciones de narcotráfico en las favelas.
¿Y cuál es el enfoque del gobernador carioca?
El principal problema con el enfoque actual adoptado por Witzel es el foco casi exclusivo en el aumento de la letalidad de las fuerzas policiales en los barrios marginales. Esto ha sido acompañado por un abandono de cualquier intención de establecer instituciones estatales en las favelas, lo que significaría servicios públicos, cierta infraestructura básica y seguridad sin la amenaza constante de disparos de francotiradores o incursiones militarizadas en barrios marginales.
¿Las políticas de Bolsonaro apuntan en esta dirección?
Este enfoque de aumentar el uso de armas de fuego también ha sido claro en las propuestas de políticas del Presidente Bolsonaro (aún no aprobadas por el Congreso), que ha incluido las ideas de reducir las sanciones a los oficiales de policía que disparan armas contra sospechosos y reducir las restricciones a la posesión de armas por parte de civiles.
En el caso de Río, ¿este enfoque ha tenido éxito?
Las políticas centradas en las incursiones fuertemente armadas de los agentes de la Policía Militar en los barrios marginales han estado vigentes en Río durante décadas, sin signos de producir una solución sostenible o incluso que se vislumbre una salida de la violencia extrema. Actualmente no hay esfuerzos significativos para combatir el arraigado control establecido por el crimen organizado en las favelas. Desafortunadamente, no es posible pensar en lograr ganancias sostenibles a largo plazo contra el crimen organizado sin expandir la presencia estatal a los territorios marginados.