Mientras el Pitbull entonaba Superstar en la ceremonia de clausura de la Copa América Centenario, en el MetLife Stadium de New Jersey, los organizadores festejaban el éxito del torneo que se realizó en diez ciudades de Estados Unidos. Desde el punto de vista de la seguridad, infraestructura y con un promedio de 45 mil personas por partido, la edición especial del certamen más antiguo del mundo arrojó un balance muy positivo en una tierra que prefiere otros deportes antes que el fútbol.

"Un promedio de casi tres goles por partido es para aplaudir y un gran comportamiento del público que en casi 46 mil espectadores por partido han disfrutado de esta gran fiesta. Y no olvidemos que hay más de 1.500 millones de televidentes", subrayó el presidente de la CONMEBOL, Alejandro Domínguez, luego de la final que consagró nuevamente a Chile como rey de América.

En total fueron 1,5 millones los hinchas que asistieron a los estadios dispuestos por la organización y pese a que en la primera fase hubo varios partidos a medio llenar (y en el juego entre Uruguay y México sonó el himno de Chile), el certamen poco a poco fue ganando la atención del público tanto en los recintos deportivos como frente al televisor en casas particulares o en bares. Porque tomar una cerveza y comer un snack es un acto casi religioso en la cultura estadounidense, sobre todo cuando se trata de fútbol americano, baseball, hockey o básquetbol.

Precisamente, la Copa América tuvo que disputar la atención del público con la temporada regular de la Major League Baseball y nada menos que con la final de la NBA, que se definió en siete partidos en favor de los Cleveland Cavaliers. Y no le fue mal a final de cuentas. En general, además del público latino como es obvio, los norteamericanos llegaron a enterarse de que se estaba jugando fútbol en su país y hoy, días después de la final en New Jersey, los chilenos están viviendo su minuto de fama.

"Me han preguntado varias veces de qué país vengo y cuando digo que soy chileno, me felicitan por el título de la Copa América. Y jamás me habían dicho algo", asegura Nelson Díaz, un inmigrante nacional que vive en Los Angeles, California.

Estados Unidos fue el centro de la atención de los hinchas del fútbol en todo el continente americano y el presidente de la Concacaf, Víctor Montagliani, agradeció al de la Federación local, Sunil Gulati, por la "oportunidad histórica de ser los anfitriones de un torneo tan importante como la Copa América". "Estamos confiados en el futuro y en que la presencia de selecciones sudamericanas en nuestras tierras nos sirva para subir el nivel de nuestros países", comentó.

Ese "futuro" del que habló Montagliani se refiere a la seria posibilidad de realizar una competencia de gran escala que implique la participación de diez países de la CONMEBOL y diez de la Concacaf. Incluso, Gulati se atrevió a decir, antes de la final entre Chile y Argentina, que "puede haber invitados de Gran Bretaña que no tienen dónde jugar". 

Respecto a la Copa América Centenario, Gulati destacó la capacidad de organizar y sacar adelante un torneo en apenas siete meses "en un año especialmente difícil para el fútbol", admitió respecto al pago de sobornos a ex dirigentes de la CONMEBOL y la Concacaf, entre ellos el ex timonel de la ANFP, Sergio Jadue, que obligaron a relicitar los derechos de organización y comercialización de la Copa América en tiempo récord. Éstos quedaron en manos de las empresas IMG y SUM, que organizan la Major League Soccer (MLS) en Estados Unidos, que se juega con 20 equipos, grandes figuras y que ya tiene confirmados dos plazas en Miami y Los Angeles para los próximos años.

Grandes estadios y seguridad

"Estados Unidos ha demostrado con su equipo (que finalizó en cuarto lugar) y con miles de espectadores en los estadios que es un país de inmigrantes y con lugar para el fútbol", manifestó un conforme Gulati un día antes de la final de la Copa América Centenario. Con estadios modernos y experiencia probada en materia de seguridad, el país del norte resolvió sin mayores inconvenientes la realización del campeonato. Las reglas son claras para los espectadores que rompen las normas: si un hincha ingresa a la cancha, los guardias de seguridad privados lo apresan y lo entregan a la policía.

En la MLS, los que han cometido desórdenes o hechos de violencia, han perdido la libertad de ingresar a un recinto deportivo. El sistema funciona en coordinación con los tribunales de justicia, que proceden a la individualización del sujeto para emitir una suspensión que puede durar años o incluso toda la vida.

Como en Estados Unidos se puede beber alcohol en los estadios, los sistemas de seguridad además tienen que lidiar con seguidores que eventualmente pueden pasarse de copas. Y si bien en la Copa América Centenario fue común ver a gente con varios litros de cerveza encima y en evidente estado de ebriedad, nunca hubo un episodio de violencia que sobrepasara la capacidad de vigilancia de los guardias, que están especialmente capacitados para actuar en este tipo de situaciones.

En Chicago, en el partido entre Chile y Colombia, un par de hinchas ingresaron al campo de juego, fueron reducidos y pasaron la noche en una comisaría. Luego de la final que ganó la Roja, no hubo ningún inconveniente con los hinchas nacionales que festejaron con asados, fuegos artificiales y alcohol en los estacionamientos del MetLife Stadium, el recinto de 1.600 millones de dólares que vivirá siempre en la memoria de Chile.