"Estamos ante el fin de un ciclo político", afirmaba en 2011 el ex Presidente Ricardo Lagos. Según el mandatario, el país había llegado a una nueva etapa, que debía focalizarse en la distribución del ingreso y el empoderamiento de los sectores medios, tras un ciclo de 20 años, donde el eje fue la superación de la pobreza. Lagos hacía esta reflexión consultado por las manifestaciones sociales de ese año, el segundo del gobierno de Sebastián Piñera.
La conflictividad social descrita por Lagos está vinculada a la irrupción de estos sectores medios -que se componen de grupos que salieron de la pobreza y de segmentos medios con seguridad económica- que en Chile alcanzan al 84,5%. La cifra es una de las más altas del continente y sitúa a nuestro país en el tercer lugar a nivel regional, después de Uruguay y Argentina, de acuerdo al libro Estratificación social en América Latina: retos de cohesión social, de Clarisa Hardy, ex ministra de Planificación del primer gobierno de Michelle Bachelet.
Hardy explica que la conflictividad se origina porque Chile ha sido uno de los países que más rápido han estado saliendo de la pobreza, pero con algunos déficit. "Tienes éxito en superar la pobreza, pero como no abordas la desigualdad, generas sociedades inseguras, con alto potencial de conflicto social", dice.
La desigualdad sería, además, la razón por la que América Latina logra reducir la pobreza, pero sin consolidar sus sectores medios, que para efectos de esta investigación no son el equivalente a clase media, concepto mucho más amplio que la sola estratificación por ingresos. "Estos sectores son heterogéneos y ahí estarían aquellos que salieron de la pobreza e ingresaron a sectores medios con alta vulnerabilidad y aquellos otros que integran los sectores medios con mayores seguridades económicas o consolidados", agrega la investigadora.
En Chile, los vulnerables equivalen al 40,5% y los con seguridad económica a un 44%, sin embargo, esta última cifra es la más baja de los tres países mejor posicionados del continente.
Frente al escenario de la desigualdad, Hardy propone tres desafíos: la consolidación de sistemas de protección social fundados en derechos garantizados, la promoción de la igualdad para las mujeres y una agenda latinoamericana de cohesión social, con sustentos políticos y fiscales.
Políticas medievales
"No basta con enumerar titulares, sino que hacer políticas sociales que se hagan cargo de ellos. Si tú me dices que el problema es la desigualdad, quedamos donde mismo, lo importante es qué es lo que haces para reducir la desigualdad", plantea el actual diputado de Evópoli Felipe Kast y ex ministro de Planificación del gobierno de Sebastián Piñera, al ser consultado sobre las conclusiones de Hardy.
Kast, quien hace la salvedad de que no ha leído el libro, señala que para generar sectores medios robustos, por ejemplo, parte de los recursos de la reforma tributaria deberían ir a capacitación y para lograr más cohesión social, se deben crear más empleos, para lo que es clave el crecimiento económico. "El que ha hecho la pega en los últimos años ha sido el crecimiento económico, el que no ha hecho la pega ha sido un Estado negligente, anticuado. Hemos tenido políticas sociales completamente de la Edad Media", dice Kast.