Un grupo de científicos japoneses alertó este jueves del enorme incremento de la presión en la cámara de magma del Monte Fuji, el volcán emblemático de Japón situado en el centro del país, tras el gran terremoto de marzo de 2011, lo que podría provocar una erupción.
El equipo, del Instituto japonés de Investigación para Geología y Prevención de Desastres, determinó que el sísmo de 9 grados Richter del 11 de marzo y el que se produjo cuatro días después, de 6,4 grados y que afectó al centro del archipiélago, aumentaron las posibilidades de erupción del volcán Fuji.
No obstante, según la agencia local Kyodo, los investigadores detallaron que el aumento de la presión de la cámara de magma no es el único factor que puede causar una erupción y que, hasta el momento, no se han detectado signos de este tipo de actividad en el Fuji, situado a unos 100 kilómetros al oeste de la capital, Tokio.
La última erupción del Fuji se remonta a 1707 y tuvo lugar poco después de que un terremoto afectara la zona y provocara un aumento de la presión, aunque en menor medida que en el terremoto de marzo del año pasado, señalaron los investigadores, que añadieron que algunas erupciones se producen años después de los seísmos.
Basándose en el movimiento de las placas tectónicas producido por los dos terremotos de marzo, los científicos estiman que la cámara de magma, situada a unos 15 kilómetros en el subsuelo, registra 1,6 megapascales de presión, el equivalente a una presión atmosférica de 15,8 kilos por centímetro cuadrado.
En otros casos, 0,1 megapascales de presión han sido suficientes para provocar una erupción y, aunque las condiciones en las distintas cámaras de magma varían, la lectura de presión del volcán "no es una cifra pequeña", señaló Eisuke Fujita, uno de los miembros del equipo, en declaraciones a Kyodo.
En 2004 el Gobierno nipón estimó que en el caso de producirse una erupción del Fuji, el coste económico de los daños sería cercano a los 2,5 billones de yenes (unos 25.300 millones de euros).
El Monte Fuji, que con sus 3.776 metros es el más alto y venerado del país, es un volcán durmiente considerado sagrado por los japoneses y cada verano, cuando se libera de nieve, miles de personas acostumbran a peregrinar hasta su cima.