Se puso el abrigo, el gorro y las botas de nieve. El invierno de 1981 estaba siendo muy frío en Blackberg, a las afueras de Estocolmo. Anochecía. Oskar fue a la plaza de juegos frente a su edificio. Le gustaba estar allí a esa hora, rodeado de ventanas iluminadas. Se sentía tranquilo, solo y seguro al mismo tiempo. Lejos de los chicos que solían burlarse de él. De pronto divisó una figura sobre el tobogán. Era una niña. No la había visto nunca antes. Parecía un espectro: era muy pálida, no llevaba abrigo y no demostraba sentir frío. Oskar le habló y ella saltó del tobogán. Un salto de más de dos metros. Aterrizó con la agilidad de un gato y levantó una mano de dedos largos, como si quisiera alejarlo. "No puedo hacerme amiga tuya", le dijo.
Oskar volvería a verla, siempre en la plaza y siempre a oscuras. Y pese a su advertencia, entre ambos nacerá una amistad. Eli, como se llamaba, era una chica rara: nunca sentía frío, tenía canas y parecía siempre triste. Pero Oskar la encontraba muy bonita.
Oskar y Eli son los protagonistas de Déjame entrar, el último fenómeno de la narrativa de terror y el más reciente desembarco de la armada "vikinga". Es la primera novela de John Lindqvist (1968) y una muestra de la vitalidad que atraviesa la narrativa sueca. En los últimos años, la literatura que vino del frío escandinavo ha protagonizado un boom de ventas y lecturas, con el éxito internacional de Hennig Mankell y Stieg Larsson, más la aparición de autores como Camila Lackberg o Asa Larsson.
Publicada en 2005 en Suecia, Déjame entrar le da un giro al género. Oskar y Eli son dos inadaptados: él es un chico freak y solitario, acosado por sus compañeros de clase y coleccionista de noticias de crímenes. Ella, una recién llegada, no tiene amigos, vive de noche y, lo más raro de todo, se alimenta de sangre.
Con el apoyo de Eli, Oskar se enfrentará a sus compañeros abusadores. Y comenzará una escalada de venganza. Entretanto, una serie de asesinatos asuela al barrio y la sombra de un pedófilo acecha a los chicos.
Cruzando episodios de ternura y emotividad con escenas de sangre y violencia, Déjame entrar fue un éxito en Suecia. Traducida a varios idiomas, ha recibido el aplauso de la crítica, que ha comparado a Lindqvist con Stephen King. "Una historia sobrenatural, aterradora, pero también un relato conmovedor de amistad y salvación", comentó el diario británico The Guardian. "Su vampiro es original, tan Angustiosamente patético como aterrador", añadió The Times.
Llevada al cine por Tomas Alfredson en 2008, fue premiada como mejor película en el Festival de Tribeca y mejor película europea en Sitges. "Un cuento de hadas glacial, tan delicado, atormentado y poético como nunca antes has visto", comentó el cineasta Guillermo del Toro. En EEUU ya preparan una versión americana.