En el ataque más audaz y feroz desde que las tropas estadounidenses dejaron el país hace poco más de dos años, los jihadistas del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) se tomaron ayer la ciudad iraquí de Mosul -la segunda más grande del país, tras Bagdad-, después de lo cual pasaron a controlar toda la provincia de Nínive. En un hecho sin precedentes, estos milicianos sunitas desplazaron al Ejército iraquí de toda esta zona y en Mosul liberaron a más de mil presos. Además, pasaron a controlar bases militares y policiales, el aeropuerto, bancos, dos canales de televisión y los edificios de las autoridades locales.
Antes del amanecer, centenares de jihadistas armados asaltaron Mosul y consiguieron sus objetivos después de combatir con la policía y el Ejército. El Isis, que actuaría con independencia de Al Qaeda, ya controlaba Faluja -50 kilómetros al oeste de Bagdad- y otras zonas de la provincia de Anbar. Además, este grupo arremetió ayer en parte de las provincias de Kirkuk y Saladino.
Para el gobierno del primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, se trata de una fuerte derrota, ya que por primera vez un grupo jihadista controla toda una provincia (Nínive).
Mosul posee alrededor de tres millones de habitantes y es la principal ciudad del norte de Irak. En la urbe conviven sunitas, kurdos, cristianos y turcomanos. Y sus pozos petroleros están entre los más importantes de todo Irak.
De acuerdo con el diario The New York Times, la rebelión en Mosul es una humillación para Al Maliki y ocurre en una zona que se ha transformado en el bastión de la insurgencia sunita, que se ha hecho cada vez más poderosa, en parte gracias a la guerra civil en la vecina Siria.
Tras perder el control de Nínive, el gobierno anunció que suministrará armas a ciudadanos voluntarios para luchar contra los insurgentes, en un intento desesperado, según consignó la agencia France Presse. Al Maliki pidió también apoyo a la ONU, la Liga Arabe y la Unión Europea.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya han huido unas 500.000 personas de Mosul, muchas de ellas a pie, ante la prohibición de circulación de automóviles en la ciudad. Muchos huyeron a las provincias kurdas de Erbil y Dohuk, de acuerdo con la agencia alemana Dpa. Los analistas creen que más de tres mil combatientes del Isis operan en la región de Mosul. En total serían unos seis mil. Esta organización tiene presencia en el norte de Irak, pero también en Siria, Turquía y Líbano.
El propósito del Isis es establecer un Estado islámico en el norte iraquí. Dpa sostiene que "últimamente ha escalado la lucha de poder entre sunitas y chiitas en Irak. Los primeros, que en tiempos de Saddam Hussein tenían oportunidades de progresar en el Estado y en el Ejército, se sienten ahora discriminados por el gobierno chiita. El fin de semana, una serie de atentados dejó más de 100 muertos en el país y el año pasado murieron casi 8.900 personas, según la ONU". Para el analista político Aziz Jabr, citado por France Presse, "la caída de Nínive es una peligrosa amenaza para la seguridad nacional iraquí. Las direcciones militares han huido de las zonas de combate", lo que prueba que hay rebeldes "infiltrados".
Luego de la sorpresiva arremetida, el gobierno de Barack Obama estimó que el Isis "representa una amenaza para la estabilidad de Irak, pero también para toda la región". La portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Jennifer Psaki, afirmó en un comunicado que Washington apoya "una enérgica respuesta coordinada para rechazar la agresión" de este grupo.