ORIUNDA de la ciudad donde se originó la Navidad, Nadira Alhazín recuerda con nostalgia la última vez que celebró una Nochebuena en Belén. "Fue en 2007, el pueblo entero estaba repleto de turistas que visitaban la Basílica de la Natividad, donde se cree tradicionalmente que nació Jesús. Con mi familia nos reunimos en casa y comimos asado y rellenos de hoja de parra con zapallo y cordero. Todo gira en torno a las fiestas", relata.
Por eso, aunque llegó a Santiago en 1995, esta trabajadora de una fábrica en Patronato busca, en lo posible, traer un poco de su Belén natal a la capital. "Aquí es distinto, está muy centrado en los regalos, pero de todos modos solemos cenar rellenitos con amigos de la colonia y llamo sin falta a mi familia de allá", cuenta.
Alhazín es uno de los 370 mil extranjeros que viven en Chile. Muchos de ellos habitan en Santiago y procuran mantener sus propias tradiciones en estas fechas.
Zilvinas Smalys es un caso. Cambió hace cinco años las navidades nevadas y con una temperatura "bajo cero" de Lituania, país al noreste de Europa, para tocar en la Orquesta Filarmónica de Santiago y celebrarlas en verano. "Este año vinieron mis padres desde Vilna (capital del país) y realizamos un ritual muy típico: cocinamos 12 platos, uno por cada mes del año, con sopas de frutos secos, ensaladas, compotas y unas galletas remojadas en leche de semillas de amapolas", cuenta. Asimismo, explica Smalys, antes de Nochebuena la casa debe estar impecable y que, durante la noche, se conversa sobre lo mejor y lo peor del año a la luz de las velas.
Otra tradición consiste en poner sobre una mesa tres platos boca abajo. Uno contiene una llave, otro una moneda y el tercero un anillo. Si se saca el anillo, habrá un matrimonio o se seguirá con el amor. La llave representa una casa nueva y la moneda indica que será un año nuevo próspero en temas de dinero.
Quienes están acostumbrados al calor, pero extrañan la humedad del trópico, son Víctor González junto a su esposa y dos hijos, quienes llegaron hace dos años desde Venezuela. "La familia cena unida, hacemos regalos y no falta el baile, el ponche crema -parecido al cola de mono, pero a base de huevos- dulce de guayaba, turrón y jamón acaramelado", señala. En estas fechas, dice González, también se come pan de jamón, hecho con masa de mantequilla, jamón ahumado, alcaparras, aceitunas y pasas.
Si en Santiago suele cenarse con pavo, la pastelera portuguesa Clarissa Cuadros lo hace con bacalao, que lo compra en el Mercado Central. "Desde mediados de diciembre ponemos una mesita en la casa que llenamos constantemente de dulces de yema de huevo y azúcar, pasteles de almendra, bolo rei -un símil del pan de pascua nacional- sonhos -parecidos a los berlines- y otras delicias. Esa mesa la retiramos el 6 de enero, día de los Reyes Magos", dice.
En cuanto a las bebidas, en Navidad se bebe oporto para lo dulce y vino de mesa para acompañar la cena. "Respecto a la decoración, eso sí, no veo muchas diferencias, el centro es el árbol de Navidad", cuenta Cuadros.
Para Ana Buscaglia, de Mozambique, la celebración en esta antigua colonia portuguesa no es muy distinta a lo que se hace en Lisboa. "Excepto que en Africa tenemos mucho calor en esta época", dice. "Ahora paso la Navidad a la santiaguina: abrimos los regalos que Pai Natal (Papá Navidad), nos trae, a medianoche", relata.
En Brasil, en cambio, al Viejo Pascuero le llaman Papai Noel. La mesa de Camila Hollanda, en Santiago hace cinco años, no faltan las castañas, los hilos de huevo (yemas batidas cocinadas en almíbar), pavo con salsa de naranja y ensalada de papas con manzana. Asimismo, señala que la celebración es muy familiar y a diferencia de lo que ocurre acá, "los niños se van a acostar temprano para abrir sus regalos al otro día y los grandes brindamos con champaña", cuenta.
Chad Klonsky, socio del restaurante The White Rabbit, vive hace cuatro años en Santiago junto a su esposa y su hijo de un año. Cuenta que su familia no vendrá este año desde EE.UU. A pesar de eso, su mujer preparó una comida "bien gringa". "Pavo marinado con whisky y miel", cuenta. El día 25 se abren los regalos que trajo Old Saint Nick. La casa está abierta para los amigos, ven fútbol americano y comen al estilo del Día de Acción de Gracias: pavo con puré de manzana o batata dulce con malvaviscos y pie. "Lo que sí echo de menos es el pino navideño de verdad y no artificial como acá, que perfuma toda la casa", lamenta Klonsky.
Por su parte, los aires navideños de España comienzan el sábado previo a la fiesta con la Lotería de Navidad, que muchos desde Santiago ven a través de la televisión por cable o internet. Algunos optaron por celebrar juntos la Nochebuena. Es el caso de la madrileña Pilar Sierra, que llegó en septiembre a Santiago.
"Nos reunimos en una casa y cada uno preparó un plato típico: salmorejo -una crema de tomate- turrón o torrijas (dulces hechos de pan frito) aunque yo llevé un brownie y una tortilla de patatas", asegura.