PESE A todo, Seattle era un buen lugar para vivir. Lo advierte ahora, sin dramatismos, Jack Endino (50 años). Productor e ingeniero, engranaje ineludible en la activación de lo que terminó bajo el rótulo de "grunge", Endino firmó las primeras obras de esa escena: Screaming life (1987) con Soundgarden, Superfuzz bigmuff (1988) de Mudhoney, Bleach (1989) de Nirvana, Buzz factory (1989) de Screaming Trees. Y tras sobrevivir a esos días tormentosos -no todos pueden decir lo mismo- reposa ahora en un sillón de una casona de Providencia, enfundado en una polera de la banda stoner Nebula: uno de los tantos créditos que conforman la larga lista con que ha trabajado. "Casi 500 álbumes", según recuerda con voz profunda y pausada. Consciente, sin embargo, de que su currículum siempre estará vinculado a esos días en que Kurt Cobain o Chris Cornell formaban su sonido con él tras la consola. Esos breves años en que Seattle, según dice, fue "divertido". Aunque pronto derivaron en una caldera invivible.
Endino emerge tras la puerta del estudio donde trabaja junto a la banda Adelaida. Los porteños son una de las tres agrupaciones seleccionadas para grabar con él: premio mayor de Rubber Tracks, una actividad organizada por la marca Converse (ver recuadro). Para Endino es otra oportunidad de visitar Chile. La primera ocurrió en 2011, cuando viajó a producir Resistance junto a la banda local The Ganjas. Ahora volverán a grabar juntos, detalla Pablo Giadach, guitarrista y voz del grupo: "Hicimos tres canciones nuevas para la ocasión". "Y no me dejan escucharlas", ríe Endino, "Son una gran banda, estoy seguro que van a estar bien".
Una cosa destaca el estadounidense: ni The Ganjas ni las agrupaciones que trabajan con él en Rubber Tracks tiene mucho interés en replicar el sonido de Bleach. "En los 90, todo el mundo buscaba sonar como Soundgarden o Nirvana. Ahora sólo quieren una buena grabación. Si alguien quisiera replicarlo, sé exactamente lo que hay que hacer. Afortunadamente, nadie me lo pide".
El productor tiene su propia banda, Endino's earthworm, y trabaja en la publicación de su debut. No escucha los discos de su pasado. Pero sí debe volver a ellos. Así, participó en la última reedición de In utero de Nirvana y fue a la inducción de ese grupo en el Salón de la Fama del Rock 'n' Roll. "Conozco a Chris (Novoselic) y algo a Dave (Grohl). Fue bonito volver a verlos", recuerda. Cuenta que está ocupado en la remasterización de los tres primeros álbumes de TAD, para una reedición a cargo del sello Subpop. Y esa misma etiqueta lo hizo volver a Soundgarden: "Me encargaron hacer mezclas instrumentales de Screaming life para películas o licencias. Tuve que buscar los masters del que fue probablemente el primer álbum que grabé".
Ese trabajo lo reunió con los músicos de Soundgarden, 24 años después de su última colaboración. "Están haciendo un álbum de rarezas, que va a tener los remix, los covers, las cosas que nunca llegaron a los discos. Les escribí: 'Hay una canción, de 1986. ¿Se acuerdan de Storm?'". Seis meses después, estaban de regreso al estudio. El tema fue publicado como un nuevo single el 27 de octubre.
Pese a su rol en esa historia, el productor no alberga muchas esperanzas en el rock de masas: "Los sellos ya no están interesados en el rock, excepto en Inglaterra o quizás por alguna banda vieja". Internet es otra historia. "Es probablemente el futuro y quienes se quejan del streaming es el pequeño porcentaje de músicos que hacía dinero en un sistema diseñado para mantenernos a todo el resto fuera. Las bandas con que trabajo no ganan dinero con sus discos y nunca lo harán. Pero es más barato grabarlos, distribuirlos, publicitarlos. Eso era imposible antes".
Seattle, dice, también ha cambiado. Ha vuelto a ser un lugar agradable, después de una década -los 90- que Endino recuerda como un mal sueño: "Hubo una gran escena hasta que entró el dinero. La gente comenzó a tener cierto éxito y la plata se les fue a la cabeza. Se corrompió todo. Las drogas y los medios se volvieron un problema. Se convirtió en una pesadilla y pasé la mayoría de esos años trabajando en otras partes del mundo. Seattle se acabó para mí. Pero ya cerca del año 2000, las cosas comenzaron a corregirse. De nuevo era divertido. Me trata bien Santiago por estos días, en todo caso; allá está para congelarse".