El presidente estadounidense, Barack Obama, retó este sábado al Congreso a que asuma su papel, debata y apruebe una aplazada reforma migratoria, y defendió su decisión de regularizar a unos cinco millones de inmigrantes indocumentados.
La decisión de Obama de adoptar por decreto las medidas que permiten la regularización, han sido asumidas como un desafío por el opositor Partido Republicano, que ya anunció que podría tomar medidas radicales para combatirlo.
"Sigo creyendo que la mejor manera de resolver este problema es trabajar juntos los dos partidos para aprobar una ley", dijo el presidente durante su alocución semanal radiotelevisada, en referencia a un proyecto de ley de reforma migratoria que en el pasado fue aprobado por el Senado pero rechazado por la Cámara de Representantes.
Una reforma de este tipo permitiría reforzar "nuestras fronteras, al tiempo que le da a los inmigrantes que ya están instalados aquí desde hace tiempo la posibilidad de (...) naturalizarse" bajo ciertas condiciones, declaró en Las Vegas, donde hace dos años presentó sus iniciativas sobre inmigración.
"Pero a la espera (de una ley), hay cosas que tengo el derecho de hacer, acciones similares a las (que hicieron) presidentes demócratas y republicanos que me precedieron para que nuestro sistema de inmigración sea más justo", afirmó.
Barack Obama presentó el jueves varias iniciativas adoptadas por decreto para regularizar provisoriamente a unos cinco millones de inmigrantes ilegales, de un total de 11 millones que viven en Estados Unidos bajo la amenaza de ser expulsados.
Sus adversarios republicanos calificaron inmediatamente las iniciativas de inconstitucionales y prometieron combatirlas tanto en el Congreso como ante la justicia, advirtiendo que en vez de estar dirigidas a frenar la migración ilegal, las acciones tomadas por Obama alentaran a millones de personas a buscar ingresar ilegalmente a Estados Unidos.
"El año pasado asistimos a una crisis humanitaria aterradora en nuestra frontera. El próximo verano podría ser peor", dijo el republicano John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes.
Una prueba del clima de extrema desconfianza que reina entre el Capitolio y la Casa Blanca, es que Boehner formalizó el viernes la anunciada presentación de una demanda judicial contra el presidente, al que acusa de "exceder sus poderes constitucionales" con la puesta en práctica de su reforma del sistema de salud.
En esas circunstancias, las perspectivas para la presentación de una reforma migratoria como propone Obama, son desalentadoras, además, porque la oposición republicana viene de fortalecerse en el Congreso tras las elecciones del 4 de noviembre.
A la espera de que se supere el punto muerto en el Congreso el presidente "podría tener que hacer otros anuncios en el campo de la migración legal", dijo a periodistas Dan Pfeiffer, unos de los consejeros de Obama.
La promesa de una completa reforma de todo el sistema migratorio fue central durante la campaña que Obama realizó para buscar su reelección en 2012 y motivó una movilización pocas veces vista de la comunidad hispana, definitiva para asegurar el triunfo demócrata.
Con la perspectiva de las elecciones de 2016 en la mira, el tema podría volver a tornarse central para los propósitos electorales en los próximos meses.
La ex secretaria de Estado Hillary Clinton ya sugirió que la cuestión migratoria será un tema central de la próxima campaña por la Casa Blanca. Clinton todavía no ha formalizado su candidatura pero sus amigos ya abrieron comités de apoyo, recaudaron millones de dólares y crearon una infraestructura de campaña no oficial.