La decisión de los partidos del gobierno de la canciller Angela Merkel, de parar la generación de la energía atómica en Alemania de aquí a 2022 desató reacciones encontradas en el mundo político germano.
El opositor Partido Socialdemócrata (SPD), anunció a través de su presidente, Sigmar Gabriel, que está dispuesto a conversar sobre el tema, pero advirtió que deberán ser aclarados una serie de aspectos puntuales.
A su vez, la presidenta del Partido de Los Verdes, Claudia Roth, se quejó, de que "un montón de cuestiones han quedado muy, muy abiertas", como la del almacenamiento de los residuos nucleares. En esta línea, la organización ambientalista Greenpeace calificó los planes de "inaceptables".
"Merkel ha roto su palabra y no ha aprendido nada de Fukushima. Está exponiendo la vida de millones de personas a otros 11 años de peligro innecesario", sostuvo en un comunicado. Una encuesta de la televisora privada n-tv revelaba hoy que el 65% de los consultados apoyaba los planes de "apagón nuclear". Tras conocerse los planes, se desplomaron las acciones de las principales operadoras energéticas del país. Una de ellas, RWE, anunció que se reserva el derecho de acudir a los tribunales de considerarlo necesario.
Tras 12 horas de negociación, los partidos de gobierno acordaron mantener cerradas las ocho plantas nucleares más antiguas y desactivar otras seis a más tardar en 2021. Las tres restantes servirán de reserva durante un año más para el caso de problemas en el suministro eléctrico. También convinieron en mantener el llamado "impuesto energético" que debían desembolsar las operadoras energéticas a cambio de prolongar la vida de las centrales.
Merkel recibió oficialmente hoy el informe de la llamada "Comisión de Ética", que le sirvió de base para sus planes de un futuro sin energía nuclear. En él, científicos, economistas y políticos recomendaron prescindir totalmente de la energía nuclear en un lapso de diez años. "Es un acto de fuerza descomunal el que no espera", advirtió el presidente de la Comunidad Alemana de Investigación, Matthias Kleiner y uno de los presidentes de la comisión, tras la entrega del informe.
Merkel y sus aliados dan un giro de 180 grados después de haber resuelto el año pasado prolongar la vida útil de las centrales por una media de 12 años a cambio del pago de un impuesto que ingresaría a las arcas del Estado unos 2.300 millones de euros al año. La medida desató protestas populares y les deparó este año a los partidos de gobierno severas derrotas en elecciones regionales, incluida la pérdida del bastión de Baden-Württemberg en favor de los Verdes. Hasta entonces regía el "apagón nuclear" dispuesto en el año 2000 por el gobierno de centro-izquierda de Gerhard Schröder, que contemplaba la desactivación gradual de las 17 centrales nucleares de Alemania a más tardar en el año 2022.