Cuando el senador Hernán Larraín planteó, en abril de 2014, que la UDI debía reformularse a tal punto que se debía debatir, incluso, un eventual cambio de nombre, pocos lo siguieron. Hoy, sin embargo, la idea ha comenzado a instalarse con fuerza en medio de la crisis que la colectividad vive en medio del caso Penta. Una de los argumentos que algunos dirigentes han comezado a explicitar es que más allá del daño en la imagen de varias figuras del partido, la marca UDI también podría verse afectada.

En este escenario, Larraín, quien propuso rebautizar a la UDI como Partido Popular, reflexiona sobre su propuesta. "Efectivamente, después de la desastrosa elección que tuvimos en 2013, planteé la necesidad de cambios muy radicales, los que incluían una suerte de refundación e incluso un cambio de nombre. No tuvo acogida en esa oportunidad (...) Se suma ahora la difícil situación producida por el caso Penta, lo que obliga a una reformulación no sólo de la UDI sino de toda la política (...) Hoy hay más espacio para una revisión profunda del proyecto político de la UDI. No quiero poner un pie forzado en el cambio de nombre, pero creo que eso debe ser el resultado natural de una reflexión", advierte el senador gremialista.

Y quienes el año pasado se cerraban a la idea, ahora se abren al menos a debatirla. Cercanos a la directiva explican que la situación por la que pasa el partido obliga a poner sobre la mesa todas las alternativas que sirvan para superar la crisis. Así, el secretario general, Javier Macaya, no descarta hacer espacio para una discusión al respecto. "No me gusta la palabra refundación, porque la UDI tiene una historia que se tiene que respetar. Pero tenemos que ser capaces de sintonizar con la urgencia y el llamado a la unidad que está planteando la gente de nuestro sector", dice, aludiendo también a la discusión sobre una nueva coalición de centroderecha.

"A priori no es una relevante cambiar el nombre, pero si es que el proceso de reflexión debiera ir de la mano con un cambio así, no tendría problema en aceptarlo. Lo importante es el debate fondo", opina, a su vez, el diputado Arturo Squella.

Quienes han formado parte de discusiones informales sobre una eventual reingeniería de la marca UDI, explican que la coyuntura ha transformado al proyecto de reformulación en algo urgente. Sin embargo, algunos sectores influyentes al interior del partido ejercen resistencia.

Desde el entorno del senador Juan Antonio Coloma resienten, por ejemplo, que se avance en esta discusión. En misma línea, el senador Alejandro García-Huidobro cree que cambiar el nombre del partido es desconocer lo que ha sido su historia. "No creo que los problemas que estamos viviendo se salven con un cambio de nombre. Este es un tema mucho más profundo". Y advirtió que "la propuesta de Larraín de que la UDI se llame Partido Popular no me parece mal, pero tiene que ser resuelto con amplio consenso".

Con todo, quienes ven necesario elaborar un plan para sortear la crisis, plantean que en marzo la directiva debiera convocar a una instancia partidaria discutir sobre una reformulación y medir qué ánimo real existe para avanzar hacia un cambio de nombre.