SEÑOR DIRECTOR:

El copago cero para toda persona afiliada a Fonasa es una ayuda directa para muchas familias ante la situación económica del país, pero su eliminación tendrá efectos a corto y largo plazo.

Nuestro sistema público tenía copagos acotados: cero en atención primaria para todos los tramos, un máximo de 10% sobre el arancel para el grupo C y 20% para el D. Su existencia evitaba el uso indebido o en exceso de prestaciones de salud, llamado en la literatura riesgo moral; permitía racionar servicios escasos; eran señal de valorización por parte de usuarios/as y proveían financiamiento que permitía ampliar las prestaciones.

Eliminar el copago implica una pérdida automática y permanente de cerca de $21 mil millones al año para los establecimientos de salud (además de mayor gasto si efectivamente el copago fue un factor limitante) y tiene importantes efectos en uso, gasto y equidad del sistema de salud. Es más: sobrecarga un sistema que ya presenta déficit de oferta y obliga a inyectar recursos que no tenemos.

La mayor parte de la Unión Europea presenta algún grado de copago (según edad, prestación de salud o ingresos); un deducible; o bien un tope anual de gasto sobre un conjunto definido de prestaciones. La teoría y evidencia muestran la importancia de tener copagos para ciertas atenciones y grupos. En el contexto nacional: ¿es esta la mejor forma de gastar $21 mil millones al año?

Daniela Sugg

Dir. Magíster en Gestión de Inst. de Salud UDP

Juan Andrés Roeschmann

PhD. RG Group–Consulting