El pasado 27 de abril los líderes de las dos Coreas celebraron la primera cumbre en 11 años, donde sellaron un acuerdo para lograr la "completa desnuclearización" de la península y abrir una nueva era que ponga fin al estado de guerra entre ambos países. Se trata de un hecho que constituye una señal positiva y un importante giro para la situación de la península, marcada en 2017 por los ensayos de armas del régimen de Corea del Norte y sus intercambios de amenazas con el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Asimismo, se comprometieron a cooperar para abrir conversaciones con EE.UU., con miras a la firma de un tratado de paz definitivo que sustituya el alto al fuego que puso fin a la Guerra de Corea. No obstante, es de esperar que efectivamente se avance y se concrete el acuerdo de paz para poner fin al último conflicto abierto de la Guerra Fría y a la tensión entre ambos países.

Si bien Kim Jong Un explicó que se esforzará por "lograr la paz en la península" y por cumplir la declaración, lo cierto es que, de igual manera, existen legítimas dudas con respecto a su compromiso. Esto por la actitud inestable mostrada en el pasado por el régimen y por la relevancia que Pyongyang le ha dado en las tres últimas décadas a su programa de armas. Un proceso que, además, se intensificó desde la llegada del actual líder norcoreano al poder.

Sería importante ahora fijar plazos y exigir a Corea del Norte que el acuerdo de desnuclearización se cumpla a cabalidad. Solo así será posible iniciar una nueva etapa.