SEÑOR DIRECTOR:

Las crisis nos movilizan, nos cuestionan y, cuando se trata de desastres naturales, nos unen para volver a levantarnos. Hoy estamos en medio de una compleja temporada de incendios, cuyas principales causas son el cambio climático y la intencionalidad. A diferencia de otros, los pronósticos de este fenómeno estaban a la vista: sequía, temperaturas altas, vientos, material combustible e intencionalidad crecientes; la tormenta perfecta para desencadenar el lamentable reporte actual: 25 fallecidos, 435 mil hectáreas quemadas, 1.554 viviendas destruidas, 7.039 damnificados, 6.800 pequeños productores afectados y más de 6.000 animales muertos. Una verdadera catástrofe socioambiental.

Si bien la temporada aún no termina, debemos revisar lo realizado y evitar defensas políticas de responsabilidades que pudieron disminuir la gravedad de esta crisis y prepararnos de mejor forma para el futuro.

Esta crisis se enmarca en objetivos de desarrollo sostenible mayores. ¿Cómo enfrentaremos el déficit habitacional donde la madera es esencial? ¿Cómo reforestaremos y disminuiremos las emisiones de gases, clave para enfrentar el cambio climático y parte de nuestros compromisos internacionales? ¿Cómo incentivaremos la acción forestal sustentable en vez de ahuyentarla?

Hace ocho años existe un Consejo Nacional de Política Forestal que convoca a todos los actores, con una ruta clara: la Política Forestal 2015-2035, y contamos con una Ley Marco de Cambio Climático cuyo objetivo es hacer frente a estos desafíos. Ese tipo de instancias no debemos desatenderlas con la idea de refundar o menospreciar la institucionalidad que, con voluntad y participación, se ha construido a lo largo de distintas administraciones, sin vetar ninguna discusión.

María Emilia Undurraga

Ex ministra de Agricultura

Investigadora Centro de Políticas Públicas Universidad San Sebastián