La astrónoma Victoria Pérez González (26) fue una estudiante sobresaliente en su colegio. ¿Su talento? Las matemáticas. Sus familiares consideraban poco común esta facultad en las mujeres: “Yo misma me fui creyendo que estar fuera de la norma era algo excepcionalmente positivo, invisibilizando la realidad que se esconde tras eso. Lo cierto es que ahora sé que está demostrado que no hay diferencias entre ambos sexos al momento de aprender matemáticas en cuanto a capacidades. Sin embargo, cuando comienza la adolescencia el interés y desempeño de las mujeres por las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) disminuye debido a condicionamientos sociales vinculados al género”, cuenta Victoria.

Al salir del colegio y obtener un buen puntaje en la PSU, entró a estudiar Licenciatura en Ciencias con mención Astronomía en la Universidad de Chile, segura de que era la suyo. Sin embargo, una vez dentro, sintió el impacto de ser mujer en una carrera estereotipada para hombres. “En un comienzo no tenía las herramientas para identificar los micromachismos. Pasé mis primeros años expuesta a muchos de ellos, nunca sintiéndome directamente atacada, pero lentamente me empecé a dar cuenta, a generar vocabulario alrededor de esta realidad y a formarme en el feminismo”.

A lo largo de su carrera como estudiante, Victoria lideró el Programa de Equidad de Género y creó -junto a otras compañeras- un protocolo de acoso que coincidió con el contexto histórico de Mayo Feminista (2018). “Si bien he visto grandes esfuerzos por mejorar el ingreso y la estadía de las mujeres en la facultad, aún en el contexto actual sigue siendo difícil estudiar carreras científicas y matemáticas porque estamos expuestas a muchos niveles de machismos que van desde el humor, la convivencia, hasta la normalización del abuso y la violencia. Todos estos factores, al acumularse día a día, provocan que muchas deserten por razones de salud mental y no por falta de capacidades”. Sobre su experiencia en el mundo laboral, la divulgadora científica sostiene que existe una triste brecha salarial entre académicos y académicas. “He conocido a muchas académicas que cuando deciden ser madres les es más difícil continuar con sus carreras pues son perjudicadas en su productividad”, cuenta.

Por todas esas desigualdades, es que la lucha de Victoria ha sido potenciar y levantar a las mujeres en todas las áreas de conocimiento para que abunden los modelos de rol femeninos. Es por eso que en 2017 creó junto a otras profesionales el programa Cazadoras de Estrellas (@cazadorasdeestrellas): talleres de astronomía para niñas. “Debemos ayudar a las siguientes generaciones de niñas a estar convencidas de que sí son capaces. Esto tenemos que abordarlo en cada conversación, taller, clase o trabajo que tengamos. Un cambio cultural toma tiempo y tiene que ser intencionado todos los días y desde todos los frentes”.

Luchar contra los estereotipos

La desigualdad entre hombres y mujeres sigue existiendo en nuestro país, a pesar de los avances que se han experimentado en materia laboral y a la presencia de los movimientos feministas. Así lo demostró la última Encuesta Foco Ciudadano de Mide UC, la que sostiene que los estereotipos de género son los grandes responsables del estancamiento social.

El estudio, realizado por los investigadores Gloria Jiménez-Moya, Héctor Carvacho y Belén Álvarez, reveló además que las personas todavía perciben a hombres y mujeres en base a los roles de género tradicionales, sobre todo, en el caso de las mujeres; que los hombres se perciben a sí mismos de forma más positiva en comparación a cómo se perciben las mujeres y que las mujeres que apoyan el movimiento feminista muestran niveles altos de estereotipos masculinos y femeninos.

Al respecto, Gloria Jiménez, académica de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica, sostiene que: “Dado a que los estereotipos de género establecen que hombres y mujeres son distintos y tienen diferentes roles en la sociedad, la presencia de estas creencias hace que limitemos las posibilidades de desarrollo de ambos sexos, sobre todo de las mujeres”.

¿Cuáles son los estereotipos de género más dañinos?

Los que establecen que los hombres son más competentes, inteligentes y aventureros. Y los que asocian a la mujer con la dimensión doméstica y de cuidado, definiéndola como comprensiva, cálida y sensible. Creo que en conjunto, todo el estereotipo es dañino, porque establece que ‘todos’ los hombres y las mujeres responden a este perfil, lo que no es cierto.

¿Es el estereotipo femenino más marcado que el masculino?

Lo que muestra el estudio es que las características típicamente asignadas a la mujer, no son todavía percibidas como típicas de los hombres. En ese sentido, efectivamente, el estereotipo femenino es más resistente al cambio. Creo que en las últimas décadas, las mujeres han conseguido apropiarse de ciertas dimensiones tradicionalmente masculinas (jefas de estado, grandes científicas), sin embargo, son percibidas de forma negativa. Pero, esto no ha sucedido a la inversa, es decir, los hombres no se han apropiado del terreno doméstico y del cuidado porque no se sienten cómodos en el rol de persona sensible, compresiva y cuidadora. Si ese ámbito estuviera asociado a un mayor estatus y poder, probablemente no existiría esta resistencia a ocupar estos lugares. Es fundamental que reconozcamos la gran importancia que tiene esta dimensión del cuidado, porque es un aspecto central para que podamos avanzar como sociedades igualitarias y humanas.

El informe señala que los hombres tienen una mejor imagen de sí que las mujeres. ¿Por qué se da este fenómeno?

Los hombres crecen con un mayor sentido de seguridad, porque se les inculca -a través de normas y conductas muy sutiles-, que pueden confiar en sí mismos. Esto no sucede en el caso de las niñas, a quienes se les enseña a ser más cautas, precavidas y a no presumir tanto de sus logros. Y esto se aprende y perdura también en la vida adulta. Hay estudios que muestran que, en el mundo académico, las mujeres citan menos sus propios trabajos en comparación a los hombres.

El estudio señala que las mujeres que apoyan el movimiento feminista siguen creyendo en los estereotipos de género. ¿Cuesta despojarse?

El hecho de que incluso las personas feministas -que apoyan a este movimiento y que además muestran niveles más bajos de prejuicio hacia la mujer- muestren esta percepción estereotipada de hombres y mujeres se explica por el hecho de que los estereotipos son creencias muy resistentes al cambio. Entonces, una persona puede ser abiertamente feminista y haber interiorizado los valores del movimiento, pero aún así tener automatizadas estas creencias sobre cómo son los hombres y las mujeres. Es muy interesante que tanto las personas feministas como las sexistas muestran el mismo nivel de estereotipos. Esto ocurre porque todos y todas hemos sido socializados con el mismo patrón. Es necesario más voluntad y esfuerzo para detectar cuándo estamos estereotipando a alguien, cuándo estamos aplicando de forma automática nuestras creencias y generándonos ideas preconcebidas.