Cristóbal Barff no se acuerda con exactitud cuál fue el primer perfume que le regalaron, pero sí sabe cuál fue el que marcó un antes y un después para él. "Me acuerdo que cuando era adolescente alguien me dio un perfume Polo. Fue el primero que tuve de adulto y que me hizo darme cuenta de lo interesante y complejo que podía llegar a ser un aroma", recuerda. "Me llamó la atención porque era un olor complejo. Es muy distinto oler algo con aroma a lavanda y punto, que una fragancia que se compone de distintas notas y que no logras descifrar realmente qué es. Eso es algo que persigo en las fragancias de mis velas". 
Cristóbal es diseñador de productos y después de trabajar varios años como director de arte en agencias a cargo de organizar eventos y producciones para marcas, decidió que era el momento de iniciar un proyecto propio. Las velas que crea reproducen la forma de esculturas famosas, como la diosa romana Diana o el busto del dios griego Apolo, y tienen fragancias que él mismo ha elaborado. "Cuando recién empecé sabía que quería tener algo mío, pero estaba un poco perdido", explica. Buscando ideas se topó con un documental en el que un experto en temas laborales –de quien nunca más pudo recordar el nombre— recomendaba encontrar algo en lo que uno fuese bueno en el día a día. Con ese objetivo claro en la mente, Cristóbal volvió a su infancia y a la idea de los a los perfumes. "Siempre he tenido un tema con los olores. Desde que me regalaron mi primer perfume de niño que los colecciono y se han convertido en una especie de tesoro para mí. Tengo una fragancia específica para cada ocasión ya que los aromas me evocan muchas sensaciones; un perfume para salir de noche y otro para ir a entrevistas o temas de trabajo cuando necesito sentirme seguro. Para mí los olores están muy relacionados con los sentimientos". 
A través de las velas ha logrado combinar sus dos pasiones: su amor de niño por las fragancias y la obsesión del diseñador por los objetos. El primer paso del proyecto fue encontrar los objetos que sirvieron de molde para las velas y que han salido de los lugares más inesperados. "Algunos los he comprado en ferias pero otros, como la Estela –que es un mascarón de proa en miniatura– la vi en un restaurant y me fascinó. Hablé con el dueño hasta que logré convencerlo de que me dejara comprarla", explica. 
Otras figuras como los muñecos que dieron la forma a las primeras velas -que produjo en escala con moldes de yeso usando la misma técnica de vaciado que se usa en la cerámica-, los encontró en una tienda de antigüedades que estaba a punto de cerrar. Los tenía en mente hacía mucho tiempo, pero no había podido dar con los correctos porque, si bien son muñecos antiguos que no son tan difíciles de conseguir, es difícil encontrarlos en buenas condiciones y con los rasgos y detalles de la cara tan definidos como para que puedan traspasarse del molde a una vela. Estas pequeñas figuras le hicieron sentido como los primeros modelos porque eran figuras infantiles que, tal como él en este proyecto, estaban recién comenzando. 
"Al principio hacía yo mismo los moldes, pero ahora estoy trabajando con un taller que se encarga de esa parte y yo me encargo del vaciado. Una vez que la figura de cera sale del molde viene todo un proceso de refinamiento y pulido, que requiere de harto trabajo", explica. Si bien todas las figuras que se producen son una reproducción de otra, el resultado es siempre diferente. "Cada vela viene con muchas imperfecciones y a todas hay que hacerles el mismo proceso: limpiar, aplicar calor y pulirlas. Todo eso se hace a mano, por lo que es lo que le da carácter y las hace piezas únicas".
Cristóbal Barff (30) es diseñador de productos y creador de la marca de velas y fragancias 1109 Concept.