En las últimas décadas, la medicina genética ha tenido importantes avances. Ha sido gracias a su implementación que personas con problemas de fertilidad o que eligen no emparejarse han podido concebir y convertirse en padres o madres. Es que gracias a la donación anónima, una persona puede entregar su material genético por generosidad o a cambio de una retribución económica sin que los receptores de sus gametos puedan identificarlo, satisfaciendo los intereses de dos de los actores en la ecuación: el donante y quien recibe la donación. Sin embargo, históricamente ha quedado de lado el interés de un tercero, el hijo o hija que será concebido y que al momento del intercambio aún no existía.

La psicóloga e investigadora de la Universidad Alberto Hurtado, Javiera Navarro, es madre soltera por elección tras recibir la donación anónima de una persona de Estados Unidos. Las familias dono concebidas y el cómo se comunica su historia a los hijos e hijas es parte de la investigación que está llevando actualmente. “Históricamente ha existido una tendencia o una política del secreto en todo el tema de los tratamientos de reproducción asistida que se ha manejado desde la medicina con mucha confidencialidad ya que todos los pacientes tienen derecho a que su información sea manejada de esa forma, pero no se pensó que existía el interés de un tercero que quizás sí va a querer saber de qué forma fue concebido o tener mayor información sobre su material genético”, explica.

Pese a la relevancia del secreto profesional y la confidencialidad en la medicina reproductiva, desde la psicología se ha avanzado mucho, especialmente desde los hallazgos en adopción, enseñando que mantener al niño o niña ignorante de sus orígenes puede provocar un daño en su desarrollo emocional. Pese a esto, Navarro dice que la mayoría de los médicos que trabajan en fertilidad le recomiendan a los padres no contar.

“Si eres una pareja heterosexual con problemas de fertilidad y no sabes nada del tema -porque no tienes por qué saberlo- y el doctor, que es especialista, te dice que no digas nada, le vas a hacer caso y no vas a problematizar al respecto, pero eso es una visión simplista y cortoplacista, porque de alguna forma u otra la verdad termina saliendo a la luz, y es mejor que lo haga más temprano que tarde", explica.

Actualmente basta con encargar un kit de pruebas genéticas por internet a bajo costo para poder armar todo el perfil genético de una persona. Y esto solo se irá haciendo más fácil y rápido con los avances tecnológicos. También está el problema de las donaciones de órganos o transfusiones de sangre, donde es fundamental conocer la identidad biológica de una persona. “Hasta la fecha se ha demostrado que cuando una persona se entera recién en la adolescencia o adultez que fueron dono concebidos, lo viven como algo traumático. Y no por haber sido concebidos a través de una donación, sino que porque se les mintió”, asegura Navarro, quien explica además que esto se vive como una traición enorme y que cuando la verdad se cuenta en la infancia de manera natural, los niños y niñas lo viven como algo más de su normalidad.

No saber cómo contarlo y el temor al rechazo

Javiera Navarro cuenta que en Chile hay aproximadamente 5000 niños dono concebidos, la mayoría nacidos en una configuración familiar heterosexual, mientras que un 20% compone a madres solteras por elección o parejas homo parentales, por lo general son lesbianas. En el caso de estos últimos, que se podrían considerar como parte de la diversidad familiar, hay mucho camino recorrido, pues es evidente en su formulación que alguien más tuvo que intervenir en la concepción.

“Las parejas heterosexuales, en cambio, no hablan de esto. Estoy investigando cómo son esas conversaciones entre padres e hijos, pero no puede acceder a ellas porque no quieren hablarlo. Creen que esto solo va a generarles daño. Vivimos en un modelo muy biologicista donde uno cree que la biología define al parentesco, pero cuando pensamos en diversidad familiar tenemos que, obligatoriamente, cambiar de paradigma, porque los vínculos no se definen biológicamente”, cuenta Navarro.

La psicóloga hace un llamado a repensar lo que entendemos por un aprendizaje cultural, como parentesco, y salir del modelo que propone que se es familia cuando se comparte la sangre: “Hay que pensar en otro tipo de paradigma, porque es como si nuestra historia juntos no fuese tan importante como compartir una misma genética. La adopción ha existido por siglos y hay muchas familias ensambladas donde personas se terminan haciendo cargo de hijos que no son propios biológicamente”.

Muchos de estos padres y madres que prefieren quedarse en silencio y no contar a su hijo o hija sobre su procedencia, temen que la verdad los pueda hacer sufrir, que el no haber estado “en la guatita de la mamá” les genere daño, cuando la psicóloga insiste en que esto no es así. “Pedir ayuda a la medicina por tener infertilidad no es un fracaso, es un triunfo del amor. Toda la investigación que existe hoy en día da cuenta de que los hijos de estas nuevas configuraciones familiares son producto de amor y motivación. Sus papás han peleado tanto por tenerlos, que les va a ir muy bien en la vida. Esos papás que piensan que sus hijos van a sufrir por enterarse de esto tienen que saber que es todo lo contrario, que han hecho lo imposible por tenerlos y que los van a querer enormemente y ese es el mejor seguro de vida de esos niños”, asegura Navarro.

Para seguir con su trabajo investigativo y poder acceder a más historias de familias dono concebidas, la psicóloga Javiera Navarro necesita testimonios de quienes han usado donantes de espermatozoides, óvulos o embriones, y que tengan niños entre 4 y 11 años. Se le puede contactar en el correo jnavarro@uahurtado.cl